Terror al plinton, gominolas y el 'Super-Pop': recuerdos de escuela de monjas

Pánico a saltar el plinton en la clase de gimnasia, compartir gominolas, recibir regañinas por enseñar las braguitas al hacer el pino o esperar ansiosas la revista "Super-Pop" son algunos de los recuerdos y anécdotas recopilados en un libro sobre la vida cotidiana en las escuelas de monjas entre 1950 y 1990.

El libro "Quan anàvem a les monges" (Cuando íbamos a las monjas) (Edicions 62) retrata la vida en las escuelas de religiosas en Cataluña desde el inicio de la década de los años 50 y hasta los años 90, coincidiendo con el fin de las clases sólo para niñas y con el inicio de las aulas mixtas.

A partir de relatos de exalumnas de diferentes generaciones cuyas edades se comprenden entre 35 y 70 años, procedentes de varias localidades catalanas, y del suyo propio, Judit Càlix y Rosa Gordillo describen la vida diaria en estas escuelas religiosas, de las que existen unas 200 en Cataluña.

Una de las autoras, Judit Càlix, ha explicado a Efe que la idiosincrasia de las escuelas situadas en la ciudad era "distinta" a la de los pueblos, y como ejemplo cita que en estas últimas, "durante las épocas de persecución de la lengua catalana, la comunicación entre religiosas y alumnas era en catalán, a pesar de que la enseñanza fuese en castellano", mientras que en la ciudad "se prohibía el catalán como lengua normal de comunicación".

Estructurado en siete capítulos, el libro se inicia con la descripción de las distintas órdenes religiosas y escuelas femeninas en Cataluña.

La obra recoge la "tipología" de religiosas, entre las que se encuentran la "amorosa", que ejercía la función de mamá, la "enfermera", que curaba las heridas o aliviaba el malestar de las niñas, o la "superiora", a la que todas "temían al cruzarse con ella en el pasillo".

Frases como "aparta esa greña de tu cara", o "no hagas la vertical, que se te van a ver las braguitas" son recuerdo común de todas las exalumnas entrevistadas, independientemente de la generación a la que pertenezcan.

Reconoce la autora que al ser todas niñas "se establecían relaciones particulares entre ellas" y a las compañeras se las identificaba "de una manera natural" como la "lista de la clase, la artista, la empollona o la divertida", sin que esto "hubiese implicado discriminación", según se desprende de los testimonios recogidos en el libro.

También son recuerdo común el uniforme, que pasaba de hermana a hermana, el plinton y el potro de la clase de gimnasia como "instrumentos de tortura", o los encargos a las alumnas, entre los que se encuentran borrar la pizarra, vaciar la papelera o regar las plantas.

Cómo se elaboraban las chuletas, los juegos a la hora del patio, entre los que destacan saltar la cuerda y las gomas, o jugar a parejitas, "las carpetas forradas con fotografías de los ídolos del momento" o esperar a que los jueves saliese la revista "Super-Pop" son otros de los recuerdos comunes.

Los "trucos y estrategias" para "salir sana y salva" del comedor escolar, como "distribuir comida entre compañeras según los gustos de cada una" o "esconder comida en los bolsillos de la bata" huyendo de la "visión represora de la hermana vigilante", así como el momento de bendecir la mesa merecen un apunte en el libro.

Menciona la obra "momentos únicos" en la vida de estas escuelas como las ofrendas florales durante las celebraciones del mes de mayo, el Día del Domund o el de la Primera Comunión,

La vida después de la clase con gominolas compartidas, y los libros de lectura común, entre los que citan "Las aventuras de los Hollister", "Las Mellizas de Santa Clara" o "Los Cinco", son otros elementos comunes.

La autora reconoce que el sistema educativo de hoy es "muy diferente" al descrito, porque el actual contexto "no tiene nada que ver" con el referenciado, y explica que las experiencias plasmadas "difieren de los recuerdos a menudo negativos de los exalumnos de escuelas de curas".

El libro es el compendio de un "montón de anécdotas y recuerdos positivos de la etapa escolar", aquellos que "siempre habíamos querido recopilar para transmitirlos a nuestros hijos, o simplemente no olvidarlos", reconoce Judit Càlix.

Las autoras estudiaron en las escuelas religiosas Sant Josep Obrer de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona); y Sant Ramon Nonat de Esplugues de Llobregat (Barcelona), pertenecientes a la orden religiosa del Sagrado Corazón, donde coincidieron en la época de BUP y COU.

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