Piden incluir ecosistemas singulares en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel

Científicos, investigadores, geógrafos y naturalistas han reclamado que ecosistemas singulares que se encuentran en el entorno del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel pasen a ser zonas protegidas por sus peculiaridades y su alto valor ambiental

Piden incluir ecosistemas singulares en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel
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Científicos, investigadores, geógrafos y naturalistas han reclamado que ecosistemas singulares que se encuentran en el entorno del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel pasen a ser zonas protegidas por sus peculiaridades y su alto valor ambiental.

El geógrafo Enrique Luengo, miembro de la Asociación Ojos del Guadiana Vivos, es autor de un trabajo de investigación en el que se pone de manifiesto los valores ambientales con los que cuenta estos espacios del entorno del parque nacional y que quedaron fuera de su última ampliación.

Luengo, que ha realizado un trabajo cartográfico y documental, ha asegurado que existen cuatro ecosistemas únicos, como son los arenales manchegos, los albardinales manchegos, los saladares del Guadiana y los encinares manchegos, que a su juicio deberían estar protegidos, como también reclamó la Asociación Ojos del Guadiana Vivos.

Ha explicado que en el caso de los saladares de interior, normalmente se asocia con las numerosas lagunas temporales manchegas; sin embargo, existen los que se denominan los saladares del Guadiana, que son ecosistemas que han quedado relegados en la última ampliación del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel.

Los saladares, ha dicho, “son una de las comunidades de vegetación especializadas y exclusivas, donde las plantas no solo tienen que bregar con suelos inestables y descarnados, sino que también tienen que adaptarse a una insolación que incluso les llega rebotada del suelo”.

A escasos límites del parque nacional se encuentran tres representaciones de vegetación halófila, la primera de ella en la misma llanura de inundación del Gigüela, y las otras dos, aguas abajo del parque nacional en la salada de Campomojado y en los Prados de Carrión.

En cada una de ellas, se puede encontrar una gama de casi todas las comunidades salobres, casi todas recogidas como hábitats de protección especial de la Unión Europea por su escasez y alto valor científico.

Luengo ha recordado que, junto al parque nacional de Las Tablas de Daimiel, en los ojuelos de Villarrubia de los Ojos, aparecen retazados de albardinales donde se encuentran especies catalogadas en peligro y que destacan por su belleza, rareza y extrema adaptación a estos medios, como es el caso del Senecio auricula y Lepidium cardamines.

Para el geógrafo, otro de los hábitats a proteger prioritariamente son los arenales manchegos, de los que existe una buena representación de “un par de decenas de kilómetros cuadrados” en el entorno oriental de las Tablas de Daimiel.

Este terreno, ha dicho, está ocupado por arenas de color rojizo que dibujan una gran y apuntada media luna y que tiene áreas con su vegetación natural característica.

Al igual que otros ecosistemas de importancia, por su rareza y biodiversidad, la asociación Ojos del Guadiana Vivos solicitó su conservación, como también ha pedido proteger el encinar manchego por su genuinidad.

Este ecosistema del entorno del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel tampoco ha sido incluido en su área de protección, a pesar de que, según ha argumentado Luengo, cuenta con representaciones tanto aguas abajo del parque nacional y en zona noroeste del parque, rodeando los iniciales Ojos del Guadiana.

Luengo ha asegurado que sería deseable que tanto el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel como el Organismo Autónomo Parques Nacionales y la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural tomaran en cuenta la propuesta presentada por la Asociación Ojos del Guadiana Vivos, que no tiene otro fin que el proteger “las últimas manifestaciones de una naturaleza que deberían preservarse para las nuevas generaciones”.

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