Mujer y ciencia, un binomio de éxito que lucha por romper el techo de cristal

Este martes, 11, se conmemora el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha señalada para reivindicar que, pese a los avances, aún hace falta un "empujón" en los últimos escalafones para reconocer la contribución de la mujer a la ciencia y la investigación con puestos de alta dirección en los que puedan demostrar su capacidad y valía
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La ciencia también tiene nombre de mujer y el papel de ellas en la investigación científica es incuestionable, pero a pesar de haber experimentado una evolución positiva desde hace años, la igualdad sigue siendo una asignatura pendiente que les obliga a continuar en la lucha por romper el techo de cristal.

Este martes, 11, se conmemora el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha señalada para reivindicar que, pese a los avances, aún hace falta un "empujón" en los últimos escalafones para reconocer la contribución de la mujer a la ciencia y la investigación con puestos de alta dirección en los que puedan demostrar su capacidad y valía.

Ésta es la opinión de Rosario Serrano, vicedecana de Bioquímica -en un equipo de hombres- en la Facultad de Ciencias Ambientales y Bioquímica del Campus de la Fábrica de Armas en Toledo de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) que, en entrevista concedida a Efe, repasa la situación y el papel de la mujer en la ciencia.

Serrano tiene un contrato de profesora doctora interina, un puesto al que, según los datos del Observatorio de la Mujer en la Ciencia, acceden por igual hombres y mujeres, pues se doctoran en igual número y la cifra es similar cuando empiezan a trabajar.

Sin embargo, afirma, la brecha se abre en el momento de acceder al nivel de funcionario para ejercer de profesor titular en alguna de las universidades públicas españolas y se agrava aún más si el objetivo es ser catedrática.

Esa diferencia de género en este punto de la carrera profesional se debe, según Serrano, a que en muchos casos las mujeres toman la elección personal de tener familia y dedicar tiempo a otras cosas que no son estrictamente la ciencia, mientras que ellos, aunque sean padres en la misma franja de edad, "hacen más currículo y avanzan más rápido".

Por tanto, procede de una "brecha familiar" que impide a las mujeres científicas acceder a plazas en la Universidad pero no significa, resalta, que las mujeres no estén preparadas para ello porque la tasa de éxito en las acreditaciones para profesor son muy similares en ambos sexos.

A esto suma que en las instituciones todavía se potencia más el liderazgo de los hombres y basta con comparar el número de rectoras frente al de rectores o el de vicerrectoras, decanas o directoras de centro, lamenta.

No obstante, Serrano señala que en los equipos de investigación en los que ha trabajado no ha notado esa brecha, aunque "casi siempre el director o jefe de grupo ha sido un hombre", y tampoco se ha mostrado partidaria de una "discriminación positiva" hacia las mujeres porque "los mejores equipos de investigación son aquellos en los que hay equilibrio y cada uno aporta su manera de trabajar", opina.

Con todo, incide en que en los últimos años ha habido algunas mejoras que pasan por puntuar favorablemente los equipos de investigación equilibrados en cuanto la presencia de mujeres y hombres o que en estos equipos la investigadora principal sea una mujer, así como descontar el tiempo de maternidad de los plazos para solicitar proyectos.

A su juicio, romper el techo de cristal al que se enfrentan las mujeres en el mundo de la ciencia requiere de un cambio "social y global" que provenga de las familias, educación, colegios, institutos, y que también se vea reflejado en las convocatorias de proyectos y en las instituciones.

También cree "absolutamente necesario" que en las instituciones públicas y privadas haya unidades, departamentos y comisiones que vigilen el cumplimiento de las políticas de igualdad y potencien el papel de la mujer.

En su caso, Rosario Serrano asegura que su dedicación a la ciencia es "totalmente vocacional" y que "era de Ciencias desde pequeñita" porque desde muy temprana edad se sentía atraída por la investigación en enfermedades del ser humano y la biomedicina.

De hecho, trabaja en un grupo de investigación oncológica formado por profesores jóvenes que analizan por qué las células tumorales se vuelven resistentes a algunos tratamientos convencionales, como la quimioterapia, para buscar alternativas terapéuticas.

Esta pasión y vocación por la ciencia se traslada a las niñas con actividades de divulgación en los centros educativos y, en este sentido, Serrano pone el acento en que las niñas "necesitan referentes" para querer ser futuras científicas y que resulta más complicado entre las adolescentes porque "tienen un proceso de maduración más complejo que los chicos" y se vuelven más inseguras.

"Hay que hacer un trabajo muy intenso, más en Secundaria que en Primaria, para decirles que ese esfuerzo no va a ser mayor en ellas que en ellos, que son igualmente capaces y que la recompensa será enorme", concluye.

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