Desprotegidas y sin alternativas: la nueva normalidad de las víctimas de trata

La trata de mujeres con fines de explotación sexual “no sólo no ha cesado, sino que ha aumentado” haciéndolas más invisibles que nunca, con más miedo y sin alternativas reales ante la nueva normalidad
El horror de la trata en España: vudú, palizas, encierros, hambre y violaciones grupales
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Mientras la vida se paraba por la COVID-19, la trata de mujeres con fines de explotación sexual “no sólo no ha cesado, sino que ha aumentado” haciéndolas más invisibles que nunca, con más miedo y sin alternativas reales ante la nueva normalidad.

Una situación de "desamparo total" que han denunciado desde las organizaciones especializadas, como la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp) o la ONG Médicos del Mundo (MdM) con motivo del Día Mundial contra la Trata de Personas que se conmemora el 30 de julio.

Fecha en la que, además, han recordado la urgencia de aprobar la ley integral contra todas las formas de trata de seres humanos.

Según el último Informe Global sobre Trata de Personas de Naciones Unidas (2018), de todos los tipos, la trata con fines de explotación sexual  fue el delito más frecuente, y el 94 % de las víctimas son mujeres y niñas.

España es el primer consumidor de prostitución de Europa y el tercero del mundo, según la ONU, algo que no debería pasar desapercibido porque, según ha puntualizado a Efe la presidenta de Apramp, Rocío Mora, “la trata se lucra de la demanda de prostitución” y en España entre un 20 y un 40 % de los hombres reconoce haber pagado por sexo.

El Ministerio del Interior tiene contabilizadas unas 12.000  víctimas de trata en España, aunque reconoce que la cifra real es muy superior, un negocio que mueve unos cuatro millones de euros al día.

MÁS VIOLENCIA DURANTE LA COVID-19

“¿Cómo es posible que en pleno estado de alarma cuando creemos que han cerrado todos los lugares, de repente, nos hayamos encontrado con que la actividad continuaba y que las mujeres sufrían más violencia?”, se ha preguntado la presidenta de Apramp.

Al comenzar el confinamiento en Apramp perdieron el  rastro del  70 % de las mujeres con las que habitualmente trabajaban porque, relata, “no sabíamos dónde las habían llevado. Fue horrible”.

Tuvieron que pasar semanas, y un intenso trabajo de mapeo llevado a cabo por las supervivientes de trata que trabajan en esta asociación, para dar con ellas.

Como ha explicado también a Efe la portavoz estatal de Médicos del Mundo para la Prostitución y Trata, Celia López, durante el confinamiento muchas mujeres se quedaron encerradas en los clubes o pisos, viendo como cada día aumentaba la supuesta deuda con sus victimarios. 

Otras fueron directamente expulsadas a la calle y algunas se vieron obligadas a convivir con sus explotadores.

SIN ALTERNATIVAS DE FUTURO

El futuro de estas mujeres preocupa a las organizaciones, ya que la crisis generada por la COVID puede empujarlas a volver a caer en redes de trata.

Por un lado, "hay mujeres que ya han saldado su supuesta deuda y que quieren salir pero, al no tener papeles, no pueden trabajar y no pueden enviar dinero a su país", explica la portavoz de MdM.

A ellas se suman, advierte, “las mujeres que salieron en su día de la prostitución y ahora se ven obligadas a volver porque no tienen otra salida".

Una realidad que también denuncian desde Apramp, que ven cómo en sus centros de acogida aumentan las peticiones de mujeres que se han quedado sin recursos.

Por eso, para puedan tener el derecho a elegir sobre sus propias vidas, las organizaciones están a la espera del reglamento que desarrolla el Real Decreto 20/2020, que regula el Ingreso Mínimo Vital (IMV).

"Es urgente ese reglamento y que incluya, como se ha prometido, a las mujeres en contextos de prostitución especialmente vulnerables", subraya la portavoz de MdM.

RIESGO EXTREMO DE CONTAGIO

Además, alerta, estas mujeres tienen un "riesgo extremo de contagio” ya que, son situaciones en las que no hay distancia de seguridad "y los puteros se niegan a ponerse mascarilla".

"Negociar el preservativo es duro, pero negociar la mascarilla es imposible", comentaba a MdM una de las mujeres con las que trabajan.

"Yo prefiero casi contagiarme, que igual me muero del coronavirus, que no tener dinero y morirme de hambre", aseguraba otra.

"Los puteros -asevera López- aprovechan la situación de debilidad y de indefensión de ellas para ser más exigentes en sus demandas y pedir prácticas de mucho más riesgo por un menor precio".

Algo que, añade, esta provocando "sintomatología de ansiedad y depresión” en muchas mujeres a las que a su situación aquí se les une el miedo de que el virus afecte a sus familiares en su país de origen.

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