La distinta suerte de los refugiados a su llegada y durante su estancia en nuestro país

Acogimiento a largo plazo y voluntarios, necesidades ante la acogida de refugiados en CLM / Fotografía: Reuters
photo_camera La distinta suerte de los refugiados a su llegada y durante su estacón en España / Fotografía: Reuters

Ser refugiado no significa tener un mismo recorrido de acogida, ni las mismas oportunidades de comenzar de nuevo cuando consiguen llegar a España; hay refugiados ingenieros o catedráticos que hablan varios idiomas, pero también analfabetos que sólo conocen dialectos como el tigriña, en el caso de los eritreos.

"Todos los refugiados dan prioridad al aprendizaje del idioma; para los que no hablan el castellano lo más importante es poder hablarlo lo antes posible, por su propia integración y sobre todo porque es imprescindible para encontrar un trabajo", explica la responsable de migraciones de Cruz Roja, Raquel Rodríguez.

El itinerario de acogida español prevé una cobertura de 18 meses, que se prolonga hasta los dos años en caso de personas vulnerables y familias. Durante los primeros seis a nueve meses se cubren alojamiento, comidas y formación; a partir de ahí, ya con autorización de trabajo, reciben ayudas, hasta que ya entran en una etapa de autonomía total.

¿Pero es suficiente para encaminar una nueva vida?

La experta de Cruz Roja explica que no hay un perfil de refugiado. "Viene gente diversa, desde personas que no saben escribir ni leer, hasta universitarios y catedráticos".

En España, no hay datos que saber, por ejemplo, cuánto tiempo permanecen en España una vez conseguido el asilo. "Ellos tiene libertad de movimientos una vez que tiene el estatuto de refugiado reconocido", aclara.

En los últimos meses ha habido un cambio de tendencia en la estancia de los refugiados de nacionalidad siria principalmente, indica la directora de Programas de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, Mónica López.

"En los últimos meses de 2015 y a principios de 2016 hubo un perfil mayoritario de sirios que habían pasado por el CETI de Melilla, cuyo proyecto migratorio no contemplaba quedarse a vivir en España", sino seguir hacia Alemania u otro país europeo donde tenían familiares o amigos.

"Muchos de ellos abandonaban los centros en la primera semana", apunta López, aunque esta situación ha cambiado con las llegadas sobre todo de los refugiados que proceden de reasentamientos como Líbano y Turquía o de reubicaciones desde Grecia e Italia, que tienen proyecto de quedarse en España.

A la hora de abordar el nuevo rumbo, muchos de los refugiados priorizan el hecho de tener conocidos o parientes a esa cobertura y apoyo que ofrece el sistema, a través de los centros y pisos gestionados por el Gobierno y por las ONG.

Es el caso de dos jóvenes eritreos que llegaron el pasado mes de noviembre dentro del programa de reubicación y que fueron traslados a pisos de acogida de la Asociación Comisión Católica de Migraciones (Accem) en Valladolid.

El responsable de Accem en esa comunidad, Daniel Duque, relata que los jóvenes asistieron a clases de castellano y a cursos de formación, pero a los tres meses "han decidido irse con unos conocidos y prescindir del sistema de acogida".

"La realidad de las personas refugiadas es complicada, pero en el caso de algunas nacionalidades como la eritrea todavía más, porque proceden de zonas rurales, tienen escasa escolarización y hablan solo su dialecto, el tigriña", añade.

Pero, en general, Duque opina que el porcentaje de incorporación laboral de los refugiados es muy alto: antes de la crisis en torno al 40 por ciento conseguía reinsertarse laboralmente.

"En los años que llevamos de acogida no ha costado encontrarles trabajo, porque hay un proyecto específico para refugiados que está enfocado en itinerarios de reinserción laboral", donde se ayuda a homologar títulos y se orienta sobre cursos puentes o de formación específica, de acuerdo con una bolsa de trabajo con empresarios de la zona.

A la hora de valorar la integración, para la responsable de CEAR "si el éxito es tener un trabajo para poder pagarse el alquiler y vivir en condiciones buenas, eso cuesta, porque en España las condiciones laborales no son las mejores y el generar tus propios ingresos pasa por un trabajo por cuenta ajena".

El perfil de los 15.000 refugiados que solicitaron en 2015 protección internacional es variopinto, empezando por las nacionalidades: más de la mitad de esas solicitudes procedían de Siria -5.724- y Ucrania -3.420- (Palestina 809, Argelia 675, Venezuela 596 y Marruecos 409). Respecto al sexo, los hombres casi duplican el número al de mujeres.

Pero una cosa son los solicitantes y otra los que realmente obtienen esa protección. En 2015, el Gobierno concedió el estatuto de refugiado a 220 personas y la protección subsidiaria (que dura cinco años y luego se evalúa de nuevo la situación) a 800; siete de cada diez solicitantes tienen que abandonar el país.

Los expertos consultados por Efe coinciden en que España tiene capacidad de acoger a un número superior de refugiados.

"España tiene margen para acoger a un número mayor (su compromiso es de 17.337 antes de septiembre de 2017); en Suecia son 150 refugiados cada 10.000 habitantes, en España 1,5", dice la técnico de Cruz Roja.

Para el responsable de Accem, 17.000 no es "un número desorbitante; no va a descolocar la sanidad, los servicios sociales, ni la educación, todo seguirá igual".

"Es un impacto mínimo, España tiene una población de 46 millones de habitantes; toda la sociedad debe estar abierta porque es una deuda histórica y dice mucho de una sociedad", añade la directora de CEAR.

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