El "peso" de cuidar a personas dependientes

Son cinco cuidadoras de domicilio que llevan casi una semana acampadas frente a la sede central del Ministerio de Trabajo para reivindicar mejores condiciones laborales y que se reconozca su trabajo en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales
El "peso" de cuidar a personas dependientes
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No trabajan en la construcción, pero cargan con más de 600 kilos al día y están contratadas por "empresas del ladrillo". Dicen que sus brazos y sus manos son como grúas mecánicas: levantan con su propio peso a personas y las desplazan dentro de sus hogares.

Son cinco cuidadoras de domicilio que llevan casi una semana acampadas frente a la sede central del Ministerio de Trabajo para reivindicar mejores condiciones laborales y que se reconozca su trabajo en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.

Eva Miguel, de Gijón, es una de las "acampadas". Trabaja para el Servicio de Ayuda al Domicilio del ayuntamiento de esa ciudad y puede enumerar con los dedos de las manos las casas en las que presta sus servicios y los achaques que le ha provocado.

Desde el inicio de su jornada laboral, a las siete de la mañana, hasta que concluye, a las tres, la gijonesa acude a siete hogares diferentes: "Imagina que en cada uno coges en brazos a una persona que pesa 75 kilos, multiplícalo por seis más, y así todos los días", explica a Efe esta veterana del sector, en el que lleva 32 años.

Para Eva ponerse los calcetines por la mañana es un triunfo. "Tengo dos hernias discales, una cervical y la espalda llena de contracturas", lamenta.

TRABAJAR EN CUIDADOS SIN PROTECCIÓN

"Pasa, pasa, aquí está el salón", bromea Petri García, una mujer de Chiclana (Cádiz) que cambió el calor del sur en noviembre por los 10 grados de la capital que marcan la parada de autobús frente el ministerio de Yolanda Díaz.

Pero las trabajadoras no están para bromas: "Estamos hartas", asegura a Efe Carmen Diego, también asturiana, quien denuncia que llevan "años" reclamando que se las incluya en esta ley.

Desde la administración -explica- se argumenta que existe un choque entre dos derechos fundamentales: el derecho a la inviolabilidad de los domicilios (recogido en el artículo 18 de la Constitución) y el derecho a la protección, integridad salud e higiene (recogido en el 15).

Para las trabajadoras la evaluación de riesgos que se hace no es "eficaz" ya que son "evaluaciones imaginarias" que realizan los técnicos sin visitar el propio lugar del trabajo.

Si algo comparten, además de ejercer el mismo trabajo y dormir desde hace seis días juntas en la calle, son los achaques; los dolores en el cuerpo, las alergias provocadas por los productos con los que trabajan y las secuelas psicológicas.

"Cuando vas a la mutua te dicen que los dolores son normales, por la edad y por ser mujer", denuncia Carmen.

Aún así, ella y sus compañeras reconocen que hay mujeres que se encuentran en situaciones peores como trabajadoras que han tenido que acudir a su empleo incluso con muletas.

Destacan que es una profesión en la que, además, se carga con el peso psicológico de las situaciones que se encuentran en las casas.

"HE USADO MIS VACACIONES PARA ACAMPAR EN EL MINISTERIO"

De las cinco, cuatro han utilizado sus días de vacaciones y asuntos propios para acampar frente al Ministerio, la restante está ya jubilada. "Como no nos dejan traer tiendas de campaña alguna ha comprado un pequeño colchón para dormir aquí", explica la gaditana.

La reivindicación de incluir esta profesión en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales no es la única que las trabajadoras reclaman al Gobierno, que también proponen que se "internalice" un trabajo que, según indican debería ser un servicio "esencial" que no esté en manos de empresas privadas.

De la reunión que mantuvieron en diciembre del pasado año con el Secretario de Estado de Empleo y Economía Social, Joaquín Pérez Rey, explican que recibieron el compromiso de cumplir sus reivindicaciones, un compromiso que no se ha cumplido.

Por ese motivo, las trabajadoras han decidido quedarse de manera ininterrumpida a las puertas del Ministerio.

Cuando acaben los días de vacaciones de unas y los asuntos propios de otras, se quedará frente al Ministerio de Trabajo Teresa Villar, la quinta de las acampadas ya jubilada: "Ellas se irán pero yo me quedo, porque levantar esto sólo dos semanas es ser muy cómoda para el poder, mientras no demos un golpe en la mesa esto no cambiará", denuncia.

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