Castilla-La Mancha cierra el segundo verano más cálido en 65 años y prevé un otoño cálido y seco

En la imagen turistas en Toledo se protegen del sol durante una de las olas de calor de este verano - Archivo/EFE/Ángeles Visdómine
El verano de 2025 deja en la región una temperatura media de 25,8 ºC, con anomalías de hasta 2,5 ºC en las máximas y mínimas récord, lo que lo sitúa al nivel del de 2022 como el más extremo en 65 años; Aemet advierte de que el otoño traerá más calor de lo habitual y precipitaciones por debajo de lo normal, sin descartar episodios de danas de difícil predicción.

Castilla-La Mancha ha vivido un verano excepcionalmente cálido y seco, con registros que vuelven a poner en evidencia la tendencia de los últimos años. Según el balance estacional presentado por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), el periodo comprendido entre el 1 de junio y el 31 de agosto de 2025 ha tenido en la región un carácter extremadamente cálido, con una temperatura media de 25,8 ºC, lo que supone 2,3 ºC por encima de lo habitual. Con este dato, el verano se convierte en el segundo más cálido de la serie histórica de 65 años, junto al de 2022, y sólo superado en algunos parámetros por los de 2022 y 2024.

El delegado territorial de Aemet en Castilla-La Mancha, Luis María Bañón, lo resumió con contundencia: “Parece como si el clima realmente hubiera cambiado. Viendo las gráficas de los últimos años, cuesta pensar que esos valores correspondan a nuestra región. Llama la atención lo anómalo de estos registros”.

Récords de temperatura en todas las provincias

El análisis provincial confirma que la ola de calor no fue un fenómeno aislado, sino un patrón generalizado. En Albacete y Ciudad Real, la temperatura media mensual alcanzó el valor más alto de toda su serie histórica, mientras que en Cuenca, Guadalajara y Toledo fue el segundo más elevado, únicamente superado por el registrado en 2022.

La temperatura media de las máximas se situó en 34,2 ºC (anomalía de +2,5 ºC), el segundo valor más alto desde que hay registros, mientras que la media de las mínimas alcanzó los 17,4 ºC (anomalía de +2 ºC), el valor más alto en 65 años. Esto significa que las noches fueron especialmente cálidas, impidiendo el descanso y acentuando los efectos del calor prolongado.

Por meses, el contraste fue también notable: junio se convirtió en el más cálido desde 1961, julio se clasificó como cálido y agosto fue el segundo más cálido de la serie, empatado con el de 2003 y sólo superado por el de 2024.

Los episodios más extremos se vivieron los días 16 y 17 de agosto, cuando se superaron los 43 ºC en Almadén y Puebla de Don Rodrigo (Ciudad Real) y en Oropesa y Talavera de la Reina (Toledo). En el extremo contrario, los días 3 y 4 de junio se registraron mínimas de 3,4 ºC en Nerpio (Albacete), mientras que el 29 de agosto se anotaron 5 ºC en Salvacañete (Cuenca).

Olas de calor prolongadas

El verano estuvo jalonado por largos episodios de calor extremo, con olas de calor en todas las provincias:

  • Toledo: 15 días con máximas por encima de los 39,4 ºC entre finales de junio y mediados de agosto.

  • Ciudad Real: 15 días por encima de 39 ºC, repartidos entre junio, julio y agosto.

  • Albacete: varios episodios entre junio y agosto con máximas superiores a 37,4 ºC.

  • Cuenca: hasta 16 días con valores por encima de 35,6 ºC.

  • Guadalajara: superó los 39,1 ºC en dos episodios, entre el 7 y el 11 y entre el 15 y 17 de agosto.

Estos episodios prolongados consolidan la percepción de un verano más largo y más intenso que el habitual, con consecuencias directas sobre la salud, la agricultura y la gestión del agua.

Déficit de precipitaciones y tormentas eléctricas

El balance pluviométrico fue también desfavorable. El verano de 2025 se catalogó como seco, con una precipitación media regional de 35,8 litros por metro cuadrado, lo que representa apenas el 76 % de lo normal.

En Guadalajara y Albacete, el trimestre se consideró “normal”, mientras que en Ciudad Real, Cuenca y Toledo se situó claramente en el rango seco. Las diferencias locales fueron notables: El Pedregal (Guadalajara) acumuló 126,4 l/m² y Zaorejas (Guadalajara) 119,2 l/m², frente a los menos de 5 l/m² en Fuencaliente y Abenojar (Ciudad Real) o en Oropesa y Talavera de la Reina (Toledo).

A pesar del déficit hídrico, la actividad tormentosa fue intensa. En el conjunto del verano se contabilizaron 22.000 rayos en la región, con un máximo de 2.127 descargas en un solo día, el 11 de junio.

Primeros compases de septiembre

Los primeros 15 días de septiembre prolongaron el carácter anómalo del verano. Se registraron máximas superiores a los 36 ºC en Toledo y Ciudad Real, mientras que las mínimas superaron los 20 ºC en varios días, dificultando el descanso nocturno. En paralelo, se anotaron valores muy bajos en zonas altas de Albacete, Cuenca y Guadalajara, con mínimas por debajo de los 4 ºC.

La lluvia, de nuevo, fue escasa: apenas 9,6 l/m² en Nerpio (Albacete), casi toda en un solo episodio el día 8.

Un otoño con más calor y menos lluvias

De cara al trimestre septiembre-octubre-noviembre, Aemet prevé una alta probabilidad de que las temperaturas se sitúen en el tercil cálido en toda Castilla-La Mancha, con mayor incidencia en el noreste de Guadalajara y el este de Cuenca y Albacete.

En lo que respecta a las lluvias, la previsión apunta a un otoño más seco de lo normal, con la precipitación acumulada en el tercil seco en gran parte de la región.

Preguntado por la posibilidad de danas, el delegado territorial advirtió que se trata de fenómenos muy difíciles de anticipar a corto plazo. “No hay ningún indicio ahora mismo que apunte a que se vayan a producir, aunque en otoño es posible que aparezcan. Pero sólo pueden preverse con dos o tres días de antelación”, puntualizó.

Señales del cambio climático

El balance del verano de 2025 refuerza la tendencia de los últimos años en Castilla-La Mancha: veranos cada vez más largos, más cálidos y más secos, con episodios extremos de calor y tormentas puntuales muy intensas. Según la Aemet, estos registros encajan en el escenario de cambio climático que anticipa un aumento de las temperaturas medias y una mayor irregularidad en las precipitaciones, con impactos directos en sectores clave como la agricultura, la gestión del agua, la energía y la salud pública.

El delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Castilla-La Mancha, Luis María Bañón, durante la rueda de prensa