El avistamiento de animales ¿circo mediático para el turismo de naturaleza?

El avistamiento de lobos, linces y osos, uno de los mayores reclamos turísticos de naturaleza en España, es ejecutado en numerosas ocasiones con métodos poco éticos que desvirtúan el fin último del ecoturismo: conservar las especies y mejorar el desarrollo de la población local.

El auge de la instalación de cebaderos para observar lobos o de visitas guiadas durante la suelta de linces, comida y bebida incluidos en el precio, obligan a regular esta práctica antes de que se convierta en un circo, ha explicado a Efe Juan Hernández, de la Asociación de Ecoturismo de Castilla-La Mancha.

En el ecoturismo, la naturaleza es la protagonista y es quien pone las reglas, no es un medio para aventuras o retos personales, ha asegurado Hernández, quien ha insistido en evitar la "intrusión" en los espacios naturales.

A su juicio, el ecoturismo se puede convertir en un "fenómeno masificado" en el que una parte de la sociedad lo identifique con hacerse un selfi con animales, la mayoría de ellos especies en peligro, y no debería ser así, ha lamentado.

Sin embargo, si el turismo en el que se ven implicados animales se realizara con practicas sostenibles, que contribuyeran a conservar los mismos recursos que utilizan, sería uno de los mejores ejercicios para la educación medioambiental y para observar la fragilidad de los hábitats, ha detallado Hernández.

En este punto, ha alertado sobre el intrusismo que a veces se genera en este sector y que puede causar malas prácticas en la gestión del medio natural.

Esta actividad, de gran importancia para impulsar el desarrollo de numerosas comarcas rurales españolas, supone casi el 6 por ciento de los ingresos y de las pernoctaciones del conjunto del mercado turístico español, según datos del Plan Nacional e Integral de Turismo.

A nivel internacional existe también una tendencia mayoritaria hacia el ecoturismo: un estudio de la Universidad de Cambrigde, publicado en 2015, revela que los parques nacionales y reservas naturales del planeta reciben unos 8.000 millones de visitas al año que generan unos 520.000 millones de euros anuales.

Amanda Guzmán, gerente de Turebe (Club de Ecoturismo en España) ha señalado que actualmente en la sociedad se detecta cierta confusión entre los términos turismo de naturaleza y ecoturismo generando equívocos en la sociedad.

En esta línea, ha explicado que el concepto de ecoturismo va ligado, entre otros aspectos, a respetar el medioambiente, ofrecer beneficios directos para la conservación, dinero para la población local, minimizar los impactos ambientales y sociales y promover la sensibilización de los turistas hacia el lugar y el medioambiente.

En ecoturismo no sólo es importante el qué se hace sino el cómo se hace de forma que se minimicen los impactos y se contribuya a la conservación de la naturaleza y al desarrollo local, y esto segundo- ha apuntado- es "difícil de garantizar" para poder llamar a un viaje o experiencia ecoturismo.

Para Guzmán, el turismo lobero realizado bajo unos "estrictos" criterios de sostenibilidad es una de las formas más genuinas de ecoturismo, aunque un turismo sostenible al 100 por 100 es imposible de alcanzar: siempre hay un consumo de recursos (por mínimo que sea), desplazamientos y usos que generan impactos.

Las empresas que ofrecen observación de especies están formadas por profesionales del ámbito de la conservación que conocen perfectamente el funcionamiento de la especie, su distribución en el territorio y sus costumbres y son los primeros interesados en no alterar su comportamiento natural.

"Suelen ser viajes que se preparan con mucha antelación para saber donde esta el lince y nunca se asegura al cliente el avistamiento del animal".

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