La cerveza no es buena para la salud: éstas son sus cuatro grandes mentiras

Alrededor de una de las bebidas alcohólicas más consumidas en todo el mundo se han creado una serie de mitos que poco o nada tienen que ver con la realidad

Según informa José Andrés Gómez en EL ESPAÑOL, la cerveza es, junto con el vino, una de las bebidas alcohólicas más consumidas en todo el mundo. En torno a ella se han ido gestando toda una serie de mitos sobre sus presuntos beneficios para la salud que poco o nada tienen que ver con la realidad. Así, cada cierto tiempo nos encontramos con titulares en los que se asegura que un "consumo moderado" puede ayudar a proteger el sistema cardiovascular, que es buena para la diabetes o, incluso, que tiene propiedades analgésicas comparables a las del paracetamol. ¿Qué hay de cierto en todo ello? Pues, en realidad, poco o -más bien- nada.

"Todo esto es una campaña finamente orquestada, no ya en España, sino en todo el mundo, por los lobbies de la cerveza y la industria del alcohol", explica el dietista y nutricionista Juan Revenga. "Es muy triste. Solemos cargar las tintas contra los medios que publican estas informaciones, pero también hay que cargarlas contra los investigadores que asalarian su profesionalidad en pos de un resultado que interesa", añade el también profesor de la Universidad San Jorge.

¿Por qué entonces venden tanto los hipotéticos beneficios de las bebidas alcohólicas de baja gradación en los medios? Revenga responde tajante: "El buenrollismo y el sensacionalismo vende más que el realismo y el rigor científico. Si yo ahora publico un tema con un titular que dice que el cáncer se cura con espárragos va a tener muchísimas más visitas que uno que lo desmienta". En nuestro país, hay al menos cuatro grandes mitos que han echado raíces en el imaginario colectivo alrededor de la cerveza y cuyas evidencias científicas son, cuando menos, cuestionables.

El mito de la cerveza como bebida hidratante

Para muchos aficionados al running o al ciclismo no hay mayor placer que compartir unas cervezas con amigos después de una extenuante jornada de entrenamiento. Este acto suele ir precedido de un "venga, que el zumo de cebada sirve para hidratarse, que está comprobado". Nada más lejos de la realidad.

La cerveza es una bebida que tiene un alto porcentaje de agua y que, además, contiene sodio y potasio, componentes que podemos encontrar también en las bebidas isotónicas que utilizan muchos deportistas después del ejercicio. Siguiendo esta lógica, ¿por qué no deberíamos recurrir a ella? El principal inconveniente, como ya explicamos, proviene de la cantidad de alcohol que posee (entre un 4% y un 5% de media). Los efectos diuréticos que tiene en nuestro organismo hacen que buena parte de la cerveza que ingerimos sea eliminada a través de la orina y contribuyamos de esta forma a una mayor deshidratación.

Así lo demostró en 2014 un estudio del Centro de Investigación de Ciencias del Movimiento Humano de la Universidad de Costa Rica, que determinó que la cerveza carece de potencial hidratante. La Sociedad Española de Medicina del Deporte también alertó sobre ello en 2016, después de que se promocionase en los medios las virtudes de una "cerveza isotónica" como bebida creada para cuidar al deportista.

"El consumo moderado de cerveza puede proteger el sistema cardiovascular"

Éste es otro de los mitos más extendidos entre el común de los mortales. Algunos investigadores han llegado a afirmar que la ingesta moderada de cerveza puede favorecer la "función cardíaca global". ¿Hay algún estudio científico riguroso que demuestre esto? "No. Absolutamente ninguno. Todos los estudios que así lo ponen de relieve están avalados por un lobby o por voluntades científicas vinculadas a la cerveza", asegura Revenga.

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