No existe impacto de la central nuclear de Trillo en el río Tajo, según un estudio

El estudio ha llegado a esta conclusión basándose en datos recogidos durante 17 años, de 1992 a 2008, con la recogida de muestras de agua, sedimentos, algas y peces de cuatro puntos diferentes del río situados tanto aguas arriba de la instalación nuclear como aguas abajo
La central nuclear de Trillo simula un terremoto que provoca un incidente importante
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Una tesis doctoral de la Unidad de Cultura Científica e Innovación (UCO) ha determinado que los vertidos de aguas provenientes de la central nuclear de Trillo (Guadalajara), ubicada cerca del cauce del río Tajo, no afectan a la calidad del ecosistema acuático de la zona.

Según ha informado la UCO este lunes en una nota de prensa, el estudio ha llegado a esta conclusión basándose en datos recogidos durante 17 años, de 1992 a 2008, con la recogida de muestras de agua, sedimentos, algas y peces de cuatro puntos diferentes del río situados tanto aguas arriba de la instalación nuclear como aguas abajo, incluyendo un punto, a diferentes profundidades, situado en el embalse de Entrepeñas.

La tesis ha sido defendida por la doctora Rosa Argüelles Sánchez, del grupo de investigación de la UCO “Bioingeniería de residuos, Ingeniería verde (RNM-271)” y dirigida por María de los Ángeles Martín Santos, catedrática de Ingeniería Química de la UCO, y por el investigador Manuel Toledo Padrón, que ha integrado varios de esos indicadores medioambientales para evaluar el impacto que las centrales nucleares producen sobre los ecosistemas acuáticos.

De cada muestra, los investigadores analizaron factores físicos (como el pH o la temperatura) y químicos, incluyendo, por un lado, metales como el hierro o el aluminio; y por otro lado, radionucleidos como el estroncio, el cobalto o el tritio, entre otros.

Los resultados han demostrado, ha afirmado Martín Santos en la nota, que la calidad de las aguas del río Tajo no ha resultado afectada como consecuencia de las aguas vertidas por la central nuclear, sino que se mantenía dentro de los parámetros marcados por la legislación europea, por lo que su uso era adecuado para actividades relacionadas con la agricultura y la ganadería.

Para la realización del estudio, parte del cual ha sido publicado en un artículo de investigación en la revista Chemosphere, también se han tenido en cuenta, además de la actividad de la central nuclear, otro tipo de perturbaciones, como pueden ser las variaciones de caudal del río durante períodos de sequía o de avenidas de caudal.

Las centrales nucleares necesitan agua para su funcionamiento, por eso se construyen cerca de ecosistemas acuáticos (río, lago, embalse o mar), porque requieren de agua, la cual se utiliza para enfriar el vapor encargado de mover las turbinas que producen electricidad.

Posteriormente, ese aporte de agua se devuelve al ecosistema acuático en un punto de vertido diferente al de la captación.

Para conocer el impacto del funcionamiento de la central en el ecosistema de su entorno, se realizan controles a través de programas de vigilancia ambiental que desarrollan empresas bajo la supervisión del Consejo de Seguridad Nuclear.

Estos controles se encargan de comprobar que todos los indicadores medio ambientales, bióticos y abióticos, estén dentro de unos rangos normales y, de esta forma, garantizar el correcto funcionamiento y la seguridad de la central, sobre todo teniendo en cuenta la controversia que genera la operación de las centrales nucleares.

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