Así rompió 'La Manada' de Azuqueca la relación con los musulmanes y enfrentó a dos pueblos

La violación grupal alteró la convivencia. El traslado ahora del centro de menores a la vecina localidad de Villanueva de la Torre dispara aquí las protestas

Así rompió 'La Manada' de Azuqueca la relación con los musulmanes y enfrentó a dos pueblos - El Español
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Según informa Marcos Ondarra en El Español, el 15 de marzo de 2018 un terrible suceso marcó la historia de Azuqueca de Henares (Guadalajara). Era la una del mediodía cuando una niña de 12 años jugaba con sus amigos en el parque del Lavadero de este municipio. Entonces, seis jóvenes de origen marroquí y nigeriano aparecieron para convertir lo que prometía ser una apacible tarde de juego  en un infierno que marcaría a la menor -y al pueblo- de por vida.

Los jóvenes, de entre 15 y 20 años, cogieron a la víctima y a su amiga y las llevaron en volandas a un edificio abandonado próximo al parque. En otra época, fue una residencia de ancianos. Ahí se cebaron con la niña de 12 años: la tumbaron boca abajo y la violaron anal y vaginalmente, por turnos, sujetando sus brazos y piernas a la vez que tapaban su boca para que no pudiera gritar. Los hechos no trascendieron a la prensa hasta un año después. Fue entonces cuando se apodó a los violadores: la Manada de Azuqueca.

Ha pasado casi un año y medio, pero los vecinos del pueblo no han pasado página. Las puertas de la antigua residencia están ahora tapiadas para evitar que nadie entre. De todos modos, es una zona poco transitada. “A mi se me pone la piel de gallina sólo con ver ese edificio”, confiesa una vecina.

La violación grupal, que terminó con la entrada en prisión del cabecilla, Osama Chabou, hizo explotar definitivamente la convivencia en Azuqueca con la población magrebí, notoria en el municipio, que ha sufrido en los últimos años una escalada de violencia. Los datos del padrón municipal muestran el peso de los inmigrantes: de los 34.195 habitantes de Azuqueca de Henares, 8.878 son extranjeros, es decir, el 25%. Entre ellos, destacan 3.383 rumanos (9,8% del total), 1.149 marroquíes (3,3%) y 853 nigerianos (2,5%). 

El choque cultural en Azuqueca es evidente tan sólo con dar un paseo por sus calles. En el parque de la Constitución, un padre grita en árabe a sus hijos, que juegan con la pelota. Ahí, sentado en un banco bajo la sombra de un árbol, pueden verse pasear numerosas mujeres con velo. 

Otros datos que hablan por sí solos son los referidos al índice de criminalidad, muy por encima de la media nacional. En 2018, Azuqueca registró dos denuncias por agresiones sexuales con penetración, 974 denuncias por hurtos, 321 por robos con fuerza en domicilios, establecimientos y otras instalaciones, 67 por sustracciones de vehículos… Hasta un total de 4.271 denuncias por infracciones penales el pasado año.

Tengo miedo a pasar por según qué calles”, confiesa una anciana que viene de la compra y posa sus bolsas sobre el rellano del portal. “Eso fue horrible. Le llega a pasar a mi nieta y me muero”, dice recordando la violación grupal.

El hombre que le acompaña, de unos 30 años, va más allá: "Los vecinos nos enteramos tarde (habla de la violación), pero esto viene de lejos. Hay un problema de integración de los jóvenes musulmanes y parece que nadie quiere hablar de ello. Muchos lo comentan en privado, pero no se atreven a decirlo en público".

Antes de meterse en el portal, el hombre señala uno de los motivos que, a su juicio, explican el alto nivel de criminalidad: "El centro de menores es un problema gordo. Por suerte, nos lo vamos a quitar de encima pronto".

El centro de la polémica

Muchos vecinos señalan al centro de menores de Azuqueca de Henares como una de las causas del deterioro de la convivencia. El centro tiene 15 plazas y está gestionado por la Fundación Internacional O'Belen. La fundación lo define como un "Centro de Atención terapéutica para niños y adolescentes con trastornos de conducta".

Los 15 internos son, en su mayoría, menores extranjeros no acompañados, menas. "Si eres mena, no hay condena", se lee en una papelera cercana al centro.

Cuando esos niños cumplen la mayoría de edad, el centro deja de hacerse cargo de ellos. "Como adultos, siguen teniendo graves problemas para integrarse y muchos de ellos terminan delinquiendo", asegura un vecino que vive cerca del centro regido por O'Belen.

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