El rey emérito Juan Carlos I pierde los papeles con su chofer: le atiza y lo graban en vídeo

La escena que no habías visto del padre de Felipe VI
El rey Juan Carlos recibe el alta hospitalaria una semana después de su operación de corazón - EFE
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Según recoge Diario Gol, el rey emérito Juan Carlos I siempre ha sido considerado como un “monarca campechano”. Siempre se le ha asociado un carácter sencillo, simpático, bonachón, solidario y cercano al pueblo. Sin embargo, algunos allegados al ex Jefe de Estado no opinan lo mismo.

Jaime Peñafiel, por ejemplo, fue muy claro cuando en una entrevista le preguntaron sobre si ese carácter que desprende es real: “Bueno, no tanto, no tanto, písale un callo y verás…”.

O atención a cómo lo define el coronel Amadeo Martínez Inglés en su libro Juan Carlos I. El último Borbón. Los relatos del militar no tienen desperdicio.

La otra cara del emérito Juan Carlos I

“El rey Juan Carlos, a pesar del estereotipo que de él han fabricado durante tantos años los medios de comunicación nacionales, no es para nada un hombre campechano, simpático, jovial, educado y muy accesible para el común de sus súbditos”, opina Martínez Inglés.

Y sigue. “Y es que este hombre que no ha accedido al alto puesto que ocupa a través de oposición o promoción intelectual alguna, que vive muy bien como lo que es y no debería ser, y que tiene, y no debería tener, la jefatura del Estado español como patrimonio familiar hereditario… se cree el amo del mundo, el dueño de la finca, el salvador de este país, el rey providencial que trajo, bajo su manto, las libertades de todos los españoles, actuando como si sus alicaídos genes familiares provinieran directamente, y al alimón, de las gónadas del Cid, Carlomagno y el Rey Sol.

Bronca con el chófer

“Está absolutamente convencido que es rey de todos los españoles por la gracia de Dios y que, como lógica consecuencia de ello, sus súbditos deberían aplaudir a rabiar, incluso con las orejas, todas y cada una de las gracietas institucionales y personales que protagoniza, sean éstas políticas, militares, financieras, sexuales, cinegéticas, deportivas, viajeras, gastronómicas…”, continúa, mientras explica algunas anécdotas. Por ejemplo, cuando el padre de Felipe VI abroncó y atizó ligeramente a su chófer cuando este no aparcó dónde él quería. Atención al vídeo:

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