Una opinión de Mayte Alcocer publicada en exclusiva en LA RAZÓN
Es el más sensible de la familia, quien más está sufriendo con todo lo que aparece en los medios de comunicación sobre la presunta separación matrimonial de su padre y su idolatrada Olga Moreno.
David Flores Carrasco ve a la esposa de su progenitor más como una segunda madre, casi una primera, que como una madrastra. Olga lleva años mimándolo, ofreciéndole un cariño ejemplar, un amor sin límites, y solamente de pensar que puede desaparecer de su vida ya es de por sí una tragedia.
Igual ocurre con su hermana Rocío, uña y carne con Olga. Ni el uno ni la otra se imaginan lejos de Moreno. No quieren vivir de nuevo el drama de una familia desestructurada.
Pero Olga tiene sus dudas, tantos rumores de infidelidad le queman el alma, le cuesta creer que su marido la engañe con otras, son más de veinte años al lado de Antonio, en lo bueno y en lo malo. Tirar todo por la borda no es fácil, está demasiado enamorada como para romper sin mirar atrás. Dicen que intentan salvar su matrimonio, que en los últimos días las largas charlas entre los dos se suceden. Causa extrañeza tanto secretismo, un silencio tan largo. Nadie sabe en qué punto se encuentra el matrimonio. Tiempo al tiempo.
