De triunfar en OT con Bisbal y Bustamante a vivir en la más absoluta miseria y ruina
Según recoge EsDiario, en 2001, millones de españoles cantaban, soñaban y votaban cada semana frente a Operación Triunfo en La 1 de TVE. El fenómeno televisivo que cambió la historia del entretenimiento también transformó la vida de quienes pasaron por él. Algunos nombres, como David Bisbal, Rosa de España, David Bustamante o Chenoa, siguen vivos en la memoria colectiva. Pero otros, que fueron piezas clave en aquel engranaje, cayeron en el olvido.
Uno de ellos es Lawrence De Maeyer, el profesor de danza de las dos primeras ediciones del concurso, un coreógrafo belga que enseñó a aquellos jóvenes a moverse con soltura sobre el escenario y que hoy atraviesa uno de los momentos más difíciles de su vida.
Según ha contado él mismo en una entrevista concedida a La Vanguardia, De Maeyer y su esposa, Tatiana Kovshova, han sido desalojados del terreno donde habían construido su hogar improvisado, un solar municipal en el barrio barcelonés de la Sagrada Família.
Con un retrete portátil, unas placas solares y un puñado de tablas, habían levantado una casa humilde entre el pasaje Boné y la calle Lepant. Allí habían conseguido mantener una cierta estabilidad hasta el pasado 30 de octubre, cuando agentes de la Guardia Urbana ejecutaron el desalojo. En ese mismo espacio, el Ayuntamiento proyecta construir un ambulatorio.
“Nos ofrecieron una noche de alojamiento, pero preferimos ir a casa de unos amigos”, explica Tatiana. “Sabíamos que nos iban a echar, pero esperábamos más tiempo, algo de margen”.
Hoy, Lawrence y su mujer viven con la ayuda de conocidos, mientras intentan rehacer su vida. Él trabaja como jardinero en municipios del área metropolitana, encadenando contratos temporales. “Me encantaría poder pagar un alquiler modesto y reformar la casa yo mismo”, asegura. “Pero con los precios actuales y sin estabilidad laboral, es casi imposible”.
De la fama a la ruina
El destino parece haberse ensañado con quien fue parte de Operación Triunfo, uno de los grandes éxitos televisivos de España. De Maeyer recuerda con cariño su paso por el programa:
“Tengo muy buenos recuerdos de aquellos chicos. Tenían tantas ganas de aprender… El ambiente era maravilloso. En la segunda edición fui coreógrafo, y fue una experiencia preciosa”.
Pero también reconoce cierta ingenuidad: “Quizás debí haber sido más espabilado. Quise seguir mi carrera en la danza, y no supe ver lo efímero que era aquello”.
Con la crisis económica, los alumnos dejaron de pagar, las academias de baile fueron cerrando, y él pasó de ser un rostro habitual en televisión a quedarse sin trabajo. “De repente nadie podía pagar clases. Dejé de salir hasta en el New York Times. Me hice mayor, me decían que no podían contratarme… y hace cinco años terminamos en la calle”.
El golpe fue tan duro que tuvo que reinventarse por completo. “Descubrí las plantas”, cuenta con serenidad. “Estudié tres años jardinería, acepté que tenía que empezar de cero. En 2023 empecé a trabajar de esto y, aunque es duro, me ha devuelto la dignidad”.
A sus más de 60 años, Lawrence De Maeyer encarna la historia de tantos artistas que fueron iconos de una época y que hoy sobreviven como pueden, fuera del foco, con la misma entereza con la que un día enseñaron a bailar a los futuros ídolos de España.
La suya es una historia que conmueve y retrata una realidad incómoda: la de un país donde el talento que un día fue celebrado puede acabar durmiendo a la intemperie.