Escalofriantes datos del asalto a la vivienda de Marisa Martín Blázquez y Antonio Montero
Según recoge Informalia, avanzábamos en primicia este lunes una exclusiva que no hubiéramos querido contar: unos ladrones asaltaron la casa de Marisa Martín-Blázquez y Antonio Montero, en la tranquila localidad de Torrelodones. Más escalofriante fue aún conocer el relato que los propios afectador ha hecho del suceso contando la violación de su refugio, de su santuario. Un lugar donde la familia ha construido recuerdos entre paredes que parecían invulnerables. Hasta que una noche de diciembre, el 31 para ser exactos, esas paredes se convirtieron en testigos mudos de una intrusión.
Fue Marisa quien, con palabras cargadas de dolor y vulnerabilidad, dejó entrever lo sucedido en un balance de final de año: "A veces la vida te lleva por caminos raros, y vas y… ¡Boom! Peto. Del verbo petar". Una confesión escrita desde el alma, un intento de procesar lo que ocurrió esa tarde de invierno en la que todo su mundo, cuidadosamente ordenado, quedó patas arriba. La familia había salido a celebrar el cumpleaños de su hija mayor. Era un día de celebración, de risas y brindis. Pero la alegría duró poco. Cuando regresaron, fue su primogénita quien abrió la puerta de su hogar. Lo que vio dentro fue una escena de desolación: muebles volcados, cajones vaciados, y el eco de una presencia intrusa aún viva en el aire.
"Lo más desagradable es que los ladrones estaban aún dentro", relató Marisa con una serenidad que solo quienes han enfrentado el abismo pueden invocar. "Intento sacar algo positivo, y es que no nos pasó nada a nosotros, porque en otros casos sí hemos visto violencia". Pero el peso de lo intangible, de lo robado más allá de lo material, era evidente en sus palabras. Entre los objetos sustraídos, Marisa lamentó especialmente la pérdida de aquellos con valor sentimental. "No son solo joyas o relojes. Son pedazos de nuestra historia, de nuestra vida", dijo, con la mirada fija en un punto invisible, como buscando lo que ya no está.
Un toque de humor en medio de la tormenta
Antonio Montero, el otro pilar de este matrimonio televisivo, intentó enfrentar la situación con humor, una táctica defensiva ante el caos. "La próxima vez voy a dejar mi teléfono apuntado para que me llamen y les diga dónde están las cosas de valor, así no destrozan todo", bromeó. Pero detrás de las palabras ligeras se adivinaba una mezcla de rabia e impotencia. Montero también reveló un detalle que mostraba la meticulosidad de los ladrones. "A Marisa le han dejado la bisutería, pero las joyas buenas se las han llevado. Eran bastante expertos", señaló, mientras hacía hincapié en la profesionalidad de la banda. La pareja llegó a pensar inicialmente que el asalto podría estar relacionado con su actividad profesional. Como periodistas, ambos han tratado temas delicados y polémicos. Pero la llegada de la Guardia Civil disipó esa teoría. "Ellos son muy expertos y nos dijeron que no, que parece un robo común, aunque organizado", explicó Montero.
Los ladrones aún dentro: un peligro latente
Uno de los detalles más inquietantes del relato es que los ladrones no solo irrumpieron en la casa, sino que permanecieron allí mientras la familia regresaba. "Debieron seguirnos hasta el restaurante y estuvieron vigilando que no saliéramos. Cuando volvimos, huyeron con tanta prisa que se les cayó uno de mis gemelos", recordó Montero. El periodista habló con resignación sobre los días posteriores, en los que la familia intentó devolver a la normalidad un hogar que ya no se sentía como tal. "Nos ha costado mucho trabajo volver a poner las cosas donde estaban", dijo, antes de añadir, con una mezcla de humor y tristeza: "Me da mucha rabia que se hayan llevado mis broches, mis relojes y mis gemelos".
El asalto no solo ha dejado huellas en las paredes de la casa, sino también en las emociones de la familia. Su hija mayor, quien descubrió la escena, ha tenido problemas para dormir desde entonces. "Nuestra hija lleva varios días durmiendo con nosotros, a pesar de que es mayor", compartió Montero, mostrando cómo el trauma se extiende más allá del momento del robo. Marisa, por su parte, reflexionó sobre la suerte de no haber estado en casa durante el asalto. "En la mayoría de los casos, cuando pasa algo así, siempre se dice: ojalá se hubiesen llevado todo, con tal de que nosotros estemos bien", comentó, agradeciendo que la situación no haya tenido un desenlace más violento.
Un caso en manos de las autoridades
Actualmente, la Guardia Civil investiga lo sucedido. Según la familia, los días previos al asalto vieron personas sospechosas rondando la urbanización, lo que refuerza la teoría de que se trata de una banda organizada. Marisa y Antonio han querido agradecer la labor de los cuerpos policiales de Torrelodones y Hoyo de Manzanares. "Han sido encomiables, tanto en su rapidez como en su trato", aseguró Marisa, dejando claro que confían en que las investigaciones arrojen resultados. El asalto a la casa de Marisa Martín-Blázquez y Antonio Montero es más que un robo; es una invasión a su privacidad, un ataque al espacio donde se construye la vida familiar. Las heridas físicas de un hogar desordenado pueden sanarse, pero las emocionales tardarán mucho más. Esa casa de Torrelodones, que antes era un refugio, ahora lleva la marca de una noche de diciembre que ninguno de ellos olvidará. Como en los grandes relatos de terror, lo que más duele no es lo que se ve, sino lo que se siente.