Ana Obregón estalla en el primer aniversario de la muerte de Aless y advierte con denunciarlo

Ana Obregón, en el aniversario de la muerte de Aless: "Me morí el día que se fue mi hijo, pero sé que voy a renacer"
Ana Obregón estalla en el primer aniversario de la muerte de Aless Lequio y advierte con denunciarlo
photo_camera Ana Obregón estalla en el primer aniversario de la muerte de Aless Lequio y advierte con denunciarlo

Según recoge Informalia, este jueves 13 de mayo se cumple un año desde que Aless Lequio falleciera víctima de un cáncer a los 27 años. Su madre, destrozada por la pérdida, ha lanzado un desgarrador mensaje en Instagram para agradecer el cariño recibido y también pedir respeto en un día tan doloroso para ella: "Lo he aguantado un año en silencio pero ya no puedo más, solamente quiero estar con mi hijo en paz".

Ana Obregón comienza el mensaje agradeciendo el apoyo de los últimos meses: "Hoy solamente tengo fuerzas para agradeceros de corazón a todos el cariño y amor que me habéis demostrado a lo largo de este año de duelo por mi hijo. Nunca lo olvidaré. Gracias". Pero después, denuncia el acoso de los paparazzi que tratan de captar imágenes suyas en el cementerio cuando va a visitar la tumba de Aless: "No puedo decir lo mismo de los paparazzi que me han acosado durante un año, cada día, cuando voy a ver a mi hijo al cementerio, que es la única salida que he hecho de casa en mi retiro de un año. Tengo que ir a escondidas tirada en el coche como si fuera una delincuente", se lamenta.

La actriz se muestra indignada: "Lo he aguantado un año en silencio pero ya no puedo más. Solamente quiero estar con mi hijo en paz!!!! Mi mayor repulsa a las revistas que se lucran con el dolor de una madre".

Por último, Ana advierte: "A partir de ahora denunciaré a cualquier medio de comunicación que publique imágenes mías en el cementerio visitando a mi hijo que, además, está totalmente prohibido por la ley. No entiendo esta falta de humanidad y respeto".

"ME MORI EL DÍA QUE SE FUE"

Además, coincidiendo con este trágico aniversario, la actriz concedió una entrevista a Vanity Fair en la que se sincera y expresa sus desgarradores sentimientos tras el peor año de su vida.

Como siempre, todo tiene un principio. Así fue el momento en el que su hijo le comunicó que le habían detectado la enfermedad. "El cáncer es una enfermedad muy cruel. Muy cruel. No se me olvidará cuando hicieron la biopsia y nos dijeron que era malo. Aless entró en mi cuarto y yo estaba sentada en la cama, con un cigarro. Me dijo: 'Mami, han llamado del hospital. Es malo. Es cáncer'. Y yo contesté: 'No pasa nada, hijo'. Me acuerdo que preguntó: '¿Me voy a morir?'. Le respondí: 'No'", recuerda.

En aquellos momentos, les ayudó el doctor Josep Baselga, el entonces director del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York y fallecido hace tan solo un mes, que les aconsejó que se fueran para allá. "Me dijo: 'Trae una biopsia', y en dos días organicé todo. Una madre no sé de dónde saca la adrenalina. Veía al padre, pobrecito, llorando por las esquinas. Yo no eché ni una lágrima. No podía. Tenía que salvar la vida de mi hijo. Fui al Ramón y Cajal y pedí la biopsia. Me decían que no se podía. ¡Me la dan! Me la llevé en el bolso, con una nota del médico porque pensé, a ver si se creen que es un arma biológica. Y allí estuvimos siete meses los dos solitos. El padre vino algunas veces porque estaba trabajando. Si no, él y yo. Éramos como un espejo que nos íbamos dando fuerza el uno al otro".

Tras dos meses allí, a Aless le hicieron los TAC, la resonancia y les dijeron que el tumor se había reducido un 90%. "Y ahí me puse a llorar. Entonces mi hijo me dijo: 'Oye, mamá, no dramatices'. Cuando volvimos a España aún le quedaban cuatro meses de quimio. En febrero de 2019, hicimos todas las pruebas y limpio".

Ana confiesa que fue la mayor felicidad de su vida. "Ahí es cuando conocí la verdadera felicidad. Le salió pelo, venga a dejarse barba. Estaba orgulloso. Yo fui tan feliz. Joe, madre mía, qué felicidad. Fueron los ocho meses más felices de mi vida". Sin embargo, todo cambió poco después: "Entonces cada tres meses le hacían pruebas. La ITV, lo llamaba él. Y desgraciadamente en septiembre descubrieron que el cáncer había vuelto", cuenta.

Su sufrimiento es tan fuerte que reconoce que ni siquiera se ha enterado de la pandemia del Covid-19: "Yo de la pandemia no me he enterado. Ahora la gente tiene miedo a la vacuna. Y yo pienso: '¡Madre mía!'. Que les digan a los enfermos de cáncer el veneno que les están metiendo en el cuerpo, que ni te lees los efectos secundarios. La muerte es lo de menos", señala.

Asimismo, la bióloga asegura que está muy unida a Alessandro Lequio, quien le visita a menudo. "A él no le tengo que explicar mi dolor. Viene todas las semanas y le preparo el plato favorito de Aless: albóndigas con tomate y arroz. El otro día se comió 24. ¡24! Le dije: 'Te vas a poner malo'", dice. Más allá de las visitas de sus hermanas, padres y de algunos amigos, Ana pasa mucho tiempo sola. Es lo que ella quiere: "No me quiero distraer con falsedades. Quiero vivir mi duelo dignamente y como se merece".

Preguntada sobre si ha pensado en acudir a profesionales, ella lo niega: "No, no. Ni psicólogo, ni pastillas, ni nada. El ejemplo de luchar por uno mismo me lo ha dado mi hijo", y da sus motivos para no medicarse: "Porque tengo que hacerlo sola y poco a poco sé que lo voy a conseguir. Es como cuando voy a casa de mis padres, bebo un poquito de vino en la comida y veo que estoy un poco mejor. Estoy en un momento muy vulnerable. Si yo empezara ahora con el vino o las pastillas, no me los quitaba nunca", explica.

"Mi dolor es su dolor, porque él quería vivir. Amaba la vida. No voy de víctima 'ay, pobrecita', no. Me duele su dolor de no estar aquí. La persona más vitalista que he visto nunca", añade Ana, que lanza una durísima afirmación: "Me morí el día que se fue mi hijo. Me morí. Sé que voy a renacer, pero estoy muerta. Aunque por otro lado, fíjate, me siento muy libre porque ahora no tengo miedo a nada".

En su charla con el medio, también cuenta cómo consiguió dar las campanadas de fin de año sin derrumbarse. "No entro en mi clóset desde hace 11 meses. Hay días que no tengo fuerzas ni para ducharme. Hasta que di las campanadas vivía como flotando en la nada", rememora.

Obregón desvela que fue sugerencia de su representante y amiga Susana Uribarri, que tardó varios meses en convencerla. "Me lo propuso a finales de agosto y pensé que sería imposible. A mediados de noviembre dije que sí. Encontré que había una forma de transformar mi dolor apoyando desde la Puerta del Sol a miles de corazones rotos por la pérdida de sus seres queridos no solo en esta pandemia, sino también por el maldito cáncer. Sabía que mi hijo me iba a mandar las fuerzas necesarias para transmitir un mensaje de esperanza a toda España. Y así lo hice. Cuando llegué a casa, me derrumbé", sentencia.

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