Kiko Rivera en el punto de mira: los vecinos hablan de sus "adicciones y fiestas"
La mudanza de Kiko Rivera a una exclusiva urbanización sevillana tras su reciente divorcio no ha pasado desapercibida. Según publican EsDiario y Telecinco, algunos residentes de la zona han expresado preocupación por la llegada del hijo de Isabel Pantoja, temiendo que su historial de adicciones y fiestas pueda alterar la tranquilidad del vecindario.
El DJ e hijo de la tonadillera se ha instalado en la urbanización La Juliana, en Bollullos de la Mitación (Sevilla), tras poner fin a su matrimonio con Irene Rosales. La zona, caracterizada por su discreción y alto nivel de seguridad, se ha visto en los últimos días alterada por la presencia de paparazzi y medios de comunicación que siguen de cerca cada movimiento del artista.
De acuerdo con EsDiario, algunos vecinos han mostrado rechazo ante la idea de compartir comunidad con Rivera. Frases como “no queremos personas conflictivas” o “tememos que vuelva a sus viejas costumbres” reflejan la inquietud generada por su llegada. La sombra de su pasado mediático y sus problemas de adicciones siguen pesando en la percepción pública, pese a que el artista asegura haber dado pasos hacia una vida más estable.
Por su parte, Telecinco recoge que varios residentes se sienten “asustados” por lo que pueda ocurrir en el futuro, aunque reconocen que hasta la fecha no se han registrado fiestas ni episodios ruidosos en la urbanización. Algunos incluso admiten que la presión mediática en torno a Rivera —con cámaras apostadas en los accesos a la zona— resulta más molesta que el propio comportamiento del nuevo vecino.
No obstante, hay voces que llaman a la calma. Según la misma cadena, ciertos residentes creen que el DJ podría haber cambiado sus hábitos gracias a su papel de padre y piden dar un margen antes de juzgarlo. Aun así, la sensación de incertidumbre persiste en un entorno acostumbrado a la discreción.
La llegada de Kiko Rivera, en pleno proceso de reordenar su vida personal y profesional tras la separación, vuelve a situarlo en el centro del debate mediático. Sus nuevos vecinos, entre la desconfianza y la cautela, aguardan a ver si la convivencia se convierte en un problema real o si los temores se quedan en simples especulaciones alimentadas por su fama.
Su separación de Irene Rosales
El traslado a La Juliana llega pocas semanas después de que Kiko Rivera e Irene Rosales confirmaran el fin de su matrimonio. Tras más de una década juntos y dos hijas en común, la pareja anunció una ruptura que, según Rosales, se produjo de manera “meditada y consensuada”. Ambos insistieron en que su prioridad es mantener una relación cordial por el bien de sus hijas y preservar la estabilidad familiar.
Durante años, Irene Rosales fue un apoyo fundamental para Kiko en sus etapas más complicadas, incluyendo sus problemas de salud y sus adicciones. La separación, no obstante, ha marcado un nuevo rumbo en sus vidas: mientras ella ha optado por alejarse del foco mediático, él ha decidido emprender una nueva etapa en solitario, con nuevos proyectos profesionales y personales.
Este cambio de vida coincide con un momento en el que Rivera intenta recuperar estabilidad, aunque la presión mediática y los recelos vecinales vuelven a ponerlo en el centro de la atención pública. El tiempo dirá si logra consolidar una convivencia tranquila en su nueva residencia o si los temores de los vecinos acaban por confirmarse.