Lo que Mario Vargas Llosa calló sobre su vida en Villa Meona: la condena del Viagra

El Nobel, en cuyo polémico cuento degrada sus sentimientos hacia Isabel y da a entender que vivía agobiado, tenía un mayordomo, usaba cremas y disfrutaba de menús especiales a diario
A la luz las “fotografías prohibidas” de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa tras su ruptura
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Según recoge Informalia, muchos cantantes han confesado que sus canciones están inspiradas en situaciones que les ocurren en la vida real, y sino que se lo digan a Shakira y su Session 53 en la que habla de la ruptura con Piqué. De la misma forma, se entiende que su propia biografía influye en los escritores. En este contexto, Los vientos, un cuento de Mario Vargas Llosa, se ha interpretado como una confesión del autor sobre cómo era su romance con Isabel Preysler.

Cabe recordar que el premio Nobel y la madre de Tamara Falcó rompieron su relación el pasado mes de diciembre en medio de rumores de celos por parte de él y un supuesto deseo de su entorno de desprestigiar a Preysler. 

En Los vientos, que se publicó en la revista literaria Letras libres en 2021, y por entonces pasó desapercibido para el público en general, el protagonista es un hombre de avanzada edad que vive en el mismo barrio del centro de Madrid donde el escritor tiene su ático, y que añora el siglo XX y sus convicciones: la religión, la cultura, la elevación intelectual.

Además, hace una confesión sobre el sentimiento de culpa que tiene por "abandonar" a Carmencita, la que era su mujer, y que curiosamente comparte el primer nombre con la madre de sus hijos, Patricia: "De Carmencita, mi mujer por muchos años, me acuerdo muy bien (...). Todas las noches, parece mentira, desde que cometí la locura de abandonarla pienso en ella y me asaltan los remordimientos. Creo que solo una cosa hice mal en la vida: abandonar a Carmencita por una mujer que no valía la pena". 

El día a día del protagonista con su chica en la mansión que comparten no era nada apetecible para él. "Por lo pronto, no tengo 'una casa' sino un cuartito diminuto con su baño, y, en segundo lugar, mi ordenador es casi tan pequeñito como un libro antiguo. Su argumento no vale para mí". Villa Meona no parecía ser un sitio cómodo para Vargas Llosa y eso que tenía un mayordomo a su disposición, tal y como asegura Pilar Vidal en ABC.

En el escrito, no faltan tampoco referencias a su vida sexual: "La última vez que hice el amor sin ayuda química fue hace unos diez años, creo, o por ahí, me parece. (...) No hablo por mí, claro, pero mucha gente que debe de tener mi edad, más o menos, disfruta todavía haciendo el amor, aunque yo no forme parte de ella".

El hombre del cuento se sorprende también de la gran preocupación de su novia por cuidar su piel con cosméticos: "Cuando yo les pregunté por qué se preocupaban tanto por las cremas, los ungüentos, los afeites, los noté incómodos, como si hubiera violado un terreno íntimo. Luego de una larguísima pausa, uno de ellos murmuró: 'Nuestro cuerpo es sagrado y hay que cuidarlo'. Para ellos, en verdad, lo sagrado son las perfumerías y las farmacias". No se entienden sus críticas cuando el peruano usa cremas cada día antes de acostarse. "Lo que no lleva es perfume porque dice tener alergia y un cutis muy delicado", cuenta Vidal.

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