Según recoge Lecturas, Laura Matamoros ha acudido hoy al oftalmólogo y ha compartido su visita con sus seguidores. En los stories que ha publicado no ha explicado la razón de la consulta médica que ha tenido, así que sus fans han empezado a preguntarle el motivo por el que ha tenido que asistir a revisarse la vista. La sorpresa ha llegado cuando la hija de Kiko Matamoros ha aprovechado la ocasión para hacer una confesión sobre algo que le sucedió hace ahora un año y que se convirtió en el momento más complicado de su vida. La ‘influencer’ ahora lo relata con templanza, pero para ella el final del año 2019 y el comienzo de 2020 fue de lo más duro.
Laura Matamoros ha explicado que hace un año acudió al oftalmólogo porque “me daban muchas vibraciones en el ojo y en los aviones tenía mucha presión. Además tenía unos pinchazos muy profundos”.
La sorpresa llegó cuando en diciembre de 2019, nada más verla, le derivaron a que le hicieran un TAC de urgencia. Tal fue el susto que se llevó, que la ‘influencer’ asegura que “fue el peor día de mi vida”. Hasta que conoció el resultado de la prueba pensaba “en qué podía tener y qué podía pasar”.
Y si algo le preocupaba era “descartar un tumor en la cabeza y después de descartarlo, descartar la esclerosis múltiple”.
Con todo eso, Laura Matamoros recuerda aquel momento como “un mes angustioso, estuve mal, triste, me sobrepasó”. Finalmente no fue ni un tumor ni esclerosis múltiple. Los resultados de las pruebas dijeron otra cosa que está muy relacionada con su padre Kiko Matamoros.
“A raíz de todo esto me diagnostican que tengo un glaucoma de tensión baja, y aparte tengo dañado el nervio óptico, lo cual veo muy poquito y de la mitad del ojo para abajo apenas tengo visión”, ha contado Laura de una forma muy natural y relajada.
