Las cartas de Juan Carlos a Felipe que hoy producen estupor: “Sé ejemplar, no des escándalos”

Felipe VI cumple 50 años: El rey emérito aconsejaba a su hijo sobre cómo ser buen monarca hace 33 años cuando este cursaba estudios preuniversitarios en Canadá. Tres décadas después, esas misivas cargadas de consejos causan asombro: "Ten unida a la familia"

Las cartas de Juan Carlos a Felipe que hoy producen estupor: “Sé ejemplar, no des escándalos”
photo_camera Las cartas de Juan Carlos a Felipe que hoy producen estupor: “Sé ejemplar, no des escándalos”

Según informa José García Abad en EL ESPAÑOL, Juan Carlos I de España, rey emérito y Felipe VI rey real con mando en plaza han recibido este mes sendos homenajes al cumplir el primero 80 años de edad y el segundo 50, cumplidos este martes 30 de enero. Ambos comparten tres años y medio en los que han cambiado sus vidas. El primero tras su abdicación y el segundo desde el momento de coronación.

Estas circunstancias propician las comparaciones que pueden ser odiosas pero también instructivas y producen una cierta melancolía cuando se constatan los profundos cambios que se han producido en los últimos años. Una peculiaridad que tienen las monarquías es que nos ayudan a percibir el paso del tiempo y sus avatares humanos, como bodas, divorcios, bautizos o comuniones, sirven de referencia a los acontecimientos de nuestra propia vida.

Felipe VI curso estudios universitarios en el Lakefield Collage School de Canadá

Son especialmente ilustrativas las cartas que en 1984 Y 1985, hace 33 años y medio, envió el rey Juan Carlos a su hijo que a los 16 años cursaba algo parecido al preuniversitario en el Lakefield Collage School de Canadá en el que explicaba a su heredero el oficio de rey.

Felipe González estaba entonces en la cúspide de popularidad; Juan Carlos había cumplido 46 años y 9 de reinado; y Felipe 16 de vida y de príncipe de Asturias, el primero en la línea de sucesión a la Corona.

Leídas hoy estas cartas que di a conocer en exclusiva como anexo a mi libro El Príncipe y el Rey uno duda de que Felipe VI a los tres años y medio de su reinado pueda aprovecharse de sus consejos. Quizás sea Don Juan Carlos quien podría beneficiarse de los consejos que le pudiera impartir su hijo sobre el oficio de rey emérito.

Carta enviada por el rey emérito a su hijo Felipe el 5 de septiembre de 1984

“HEMOS DE CONSTRUIR UNA FAMILIA ESTRECHAMENTE UNIDA”

Late a lo largo de las misivas del rey padre el cínico consejo del que se valen algunos curas: “Haz lo que te digo pero no lo que yo hago”. Es, por ejemplo lo que se deduce cuando Don Juan Carlos aconseja a su sucesor en su primera misiva fechada el 5 de septiembre de 1984: “Hemos de constituir una familia estrechamente unida”. Y añade que no debe haber “fisuras ni contradicciones, pues no podemos olvidar que en todos y en cada uno de nosotros están fijos siempre los ojos de los españoles a los que debemos servir con alma y vida”.

No hace falta que subraye como entiende Don Juan Carlos “una familia estrechamente unida” mientras que Felipe VI, tan casquivano de joven, aparece hoy en las fotos que distribuyó Zarzuela la semana pasada, mostrando una familia ejemplar.

Juan Carlos I se benefició inicialmente de la autocensura cómplice pero cuando la prensa recuperó la decencia crítica y el monarca no pudo beneficiarse del tabú, no se molestó en guardar las apariencias y, en los últimos años de su reinado llegó a hacer de su promiscuidad, virtud.

ELABORÓ LA TEORÍA DE QUE LO QUE LOS REYES DEBEN DAR EJEMPLO ES UNA ANTIGUALLA

Dejó el rey de predicar con el ejemplo, función tradicional de los monarcas, pues había llegado a la conclusión de que la monarquía en los tiempos modernos ni puede ni necesita ser ejemplo para nadie. “Don Juan Carlos – me confía una persona próxima al Emérito - había reflexionado hondamente sobre cómo debía conducirse ante la nueva situación y había acuñado una nueva filosofía: “Se dice que la primera obligación del rey es ser ejemplar pero la verdad es que hoy nadie puede ser ejemplar. Eso era antes cuando la gente no sabía lo que pasaba en palacio·. El rey entendía que en los tiempos que vivimos se debe valorar al monarca bajo dos parámetros; su utilidad y su cercanía. Y en consecuencia decide realizar más viajes empresariales: a Chile, a India, a Rusia, al Golfo, a Marruecos etc. Menos viajes políticos y más road show”.

Carta enviada por el rey emérito a su hijo Felipe el 5 de septiembre de 1984

“SOMOS ESCLAVOS DE LA PRENSA”

Los consejos que le da sobre la prensa siguen teniendo vigencia. Le advierte el rey que “la información ha llegado a convertirse en una necesidad y para producirla, los encargados de obtenerla y divulgarla llegan a los mayores extremos” Y le previene que algunas apariciones ante la prensa “pueden resultar molestas, pero en algunas - ocasiones son imprescindibles y en todas peligrosas”. Y añade: “Muchas veces no tiene nada de agradable verse poco menos que asaltado por quienes tienen como profesión ejercer esa actividad de información y de comunicación”.

“Los escándalos – le previene - serán en ti -valga la paradoja- más escandalosos que en otro muchacho de tu misma edad, pero que no fuera hijo de un Rey ni estuviera llamado a serlo en el futuro”. Le advierte que “la cadena de la indiscreción es como un reguero de pólvora que se extiende irrefrenablemente” y le recomienda “no permanecer siempre callado -porque pronto se diría que no sabes hablar- ni proceder con excesiva locuacidad. Tienes, pues, que ir acostumbrándote al término medio, a decidir acertadamente cuando puedes hablar y cuan do debes callarte” y a hacerlo “con sencillez y sentido del humor”.

Muchos de los consejos que Juan Carlos I daba a su hijo hace décadas siguen teniendo vigencia

Añade una consideración que Don Juan Carlos manejó con maestría: “Saber callar es tan difícil como saber hablar. !Y hay tantas maneras de callar mientras otro habla!. Al que ha encontrado una buena manera de callar, cuando las circunstancias lo aconsejan, casi todo el mundo le entiende”. Y le advierte: “La prensa tiene una importancia inusitada en el día de hoy. Todos somos un poco esclavos de la prensa, porque maneja unas armas que pueden encumbrar o derribar a una persona o a una Institución, aumentar su fama o destruirla y llevarla a la vulgaridad y al ridículo. Pero esa sensación, que a todos confunde y condiciona, tampoco debe inspirarnos un temor exagerado, que se traduzca en una servidumbre ciega e irreflexiva. Hay que respetar a la prensa, pero hay que hacerse respetar por ella manteniendo en todo caso una actitud equidistan te entre ambos extremos: el miedo y el desprecio a la ignorancia.

“TIENES QUE SER, AMABLE AUNQUE NO TE APETEZCA”

El Rey trata de inculcar al joven príncipe que ejerza su simpatía: “Has de mostrarte animoso – le ordena - aunque estés cansado; amable, aunque no te apetezca; atento, aunque carezcas de interés; servicial, aunque te cueste trabajo; entregado por completo a tu misión, aunque esto signifique privaciones y sacrificios.

Tienes que ser ejemplar y acertar a establecer la graduación necesaria para que tu simpatía no caiga en excesiva confianza; para que tu prudencia no se interprete como indiferencia o evasión; para que aunque tengas el orgullo de ser quien eres, no aparezcas como orgulloso; para que sepas tender la mano a todo el mundo, pero cuando la tiendas, sea la mano de un Príncipe o de un Rey. Piensa que te juzgarán todos de una manera especial y por eso has de mostrarte natural, pero no vulgar; culto y enterado de los problemas, pero no pedante ni presumido.”

El Rey remata la faena en la última carta fechada el 6 de junio de 1985 cuando el príncipe estaba a punto de concluir sus estudios en Lakefield: “No olvides jamás quien eres y el alto destino al que estás llamado; no dejes de pensar en que los ojos de los españoles están constantemente fijos en ti y que todas tus acciones serán comentadas y juzgadas con detalle”.

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