Mila Ximénez: su vida secreta de lujo, ruina, pasiones y broncas que ha acabado con un cáncer

Mila Ximénez anunció esta semana que sufre cáncer de pulmón. Una mujer de carácter fuerte, luchadora, que plantará cara a la enfermedad.
Mila Ximénez: su vida secreta de lujo, ruina, pasiones y broncas que ha acabado con un cáncer
photo_camera Mila Ximénez: su vida secreta de lujo, ruina, pasiones y broncas que ha acabado con un cáncer

Un artículo de Manuel Román publicado en CHIC

Me permito transcribir estos hermosos versos del gran poeta Ángel González, de "Palabra sobre palabra": "Añorar el futuro que no existe / es aceptar la vida despojada de sus días mejores, / y vivir es igual que haber vivido ya, / sin que ese haber vivido / suponga - por desgracia - estar ya muerto". Fragmentos de un poema que Mila Ximénez incluyó al comienzo de su libro autobiográfico "Perdón, si no hablo de mí".

Si los traigo a colación no es caprichosamente. Me empuja a ello la dolorosa noticia que ella misma dio a conocer el pasado martes, día 16, en el transcurso del programa Sálvame, anunciando que padece cáncer. Inicia ahora una larga travesía para someterse a los cuidados médicos: duras sesiones de quimioterapia y radioterapia. "Tengo miedo", ha confesado, apoyándose en sus compañeros. Su hija Alba, de treinta y seis años, se reúne con ella, viajando desde Amsterdam, donde reside junto a su marido, Aviv, con quien tiene dos retoños, Alexander y Victoria. Amigos de la colaboradora del programa de Telecinco le han enviado mensajes de ánimo. Y a través de su sobrina Anabel, Isabel Pantoja, que en otros tiempos tuvo sonados enfrentamientos con ella, también le muestra su apoyo. Digo de resaltar ese gesto. También la creadora de "Se me enamora el alma" tiene su corazoncito; que ella ha sufrido lo suyo y tampoco se han solidarizado mucho con ellas en el pasado.

Milagros Ximénez de Cisneros Rebollo, Mila, es un personaje bien conocido en toda España por sus apariciones televisivas en un montón de programas. Su modo de actuar en esas tertulias de chismes e historias sobre los habituales de la prensa del corazón resalta que es mujer temperamental, directa, que no vacila en adjetivar conductas, peleándose verbalmente en directo con quienes no comulgan con sus predicamentos. Visceral siempre. Encaja a la perfección con el argumentario de Sálvame, como antes lo fuera en otros espacios de similar factura; de ahí que su ausencia por unos meses a causa de su enfermedad (siempre ha sido fumadora impulsiva) ha de sentirla la audiencia.

Pero ¿quién es Mila Ximénez, y cómo llegó a conseguir esa popularidad, a veces revestida de signos negativos? Nació en Sevilla hace sesenta y ocho años, cumplidos el pasado 21 de mayo. Su primer amor, que ella definía como alto, rubio, de ojos azules (o sea, el ideal de toda fémina, en el aspecto físico) se llamaba Ramón. De porte aristocrático, además. Una especie de príncipe azul. Él acabó dejándola, con la excusa de que "era aún muy niña". Primera desilusión, de unas cuantas que iba a sufrir en adelante. Por lo visto Mila no pertenecía a una familia pudiente. Pasados los años, se reencontraron y ella le dijo: "Algún día seré portada de ¡Hola! ¡Y vaya si lo consiguió! Y en Diez Minutos, Semana, Lecturas…

Antes de conseguirlo, se convirtió en enfermera. En el hospital Nuestra Señora del Rocío, en Sevilla, gracias a una gestión de su padre con el entonces gobernador civil, luego Ministro, Utrera Molina. Y de su trabajo con bata sanitaria a las órdenes del jefe del departamento, doctor Roberto Pastrana, paso a convivir con éste, que era un señor casado. En consecuencia, las amistades del médico le dieron la espalda, razón por la no tuvo más remedio que dejar la capital de la Giralda e instalarse en Madrid. Mila, loca por el facultativo, lo siguió de la mano. Y acabaron en el Departamento de Rehabilitación de un macrohospital que dirigía el "yernísimo" del General, Cristóbal Martínez-Bordiú, con el que la pareja hizo buenas migas y hasta jugaron al "padel".

Nueve años, que ya duró su amor prohibido, fue el tiempo de las relaciones extraconyugales de Roberto con Mila. No podían casarse, aún el divorcio estaba lejos, vivía Franco. Y en esas que Mila Ximénez conoció a Manolo Santana, que gozaba de un prestigio internacional como campeón de tenis. La sevillana de aire pizpireto y ojillos vivaces "se coló" por el as de las pelotitas. ¡Entró, entró!, que jaleaba aquel locutor catalán de las retransmisiones tenísticas. Y el doctor se quedó compuesto… y si novia, en tanto ésta se casaba civilmente con Manolo Santana en año 1983 con un padrino de excepción: Adolfo Suárez, Presidente del Gobierno, que era muy amigo del novio, quien lo había instruido en el arte de la raqueta y jugaban a menudo en La Moncloa. Al tenis, se entiende, no a otras cosas. Para las partidas de mus ya estaban Sancho Gracia y el director teatral Gustavo Pérez Puig.

Pero aquella impetuosa pasión de Mila y Manolo se fue apagando. Por culpa de éste, quien con sus continuos desplazamientos, dejando sola en casa a su mujer en el apartamento que vivían frente a las Salesas, tuvo buena culpa de la ruptura final de la pareja. Antes de separarse, el tenista, un seductor a tiempo completo, coronó a Mila cuantas veces tuvo a tiro algunas de las muchas admiradoras que lo asediaban. Una de ellas, con nombre festivalero, Otti, fue quien desencadenó sin ella saberlo el divorcio del matrimonio. Cuando Mila se enteró de esos tejemanejes de su marido, gracias a Alexandra Fierro, que le chivó haberlos visto "metiéndose mano" en una "boÎte" de París, ya no tuvo dudas de que era una cornuda. Manolo terminó celebrando su tercera boda con la susodicha, y luego hasta festejó una cuarta. Entre tanto, Mila Santana, que es como se hacía llamar en ese periodo de su vida, soltera y sola en la vida como rezaba aquel viejo cuplé, lamentó haberse casado con Manolo, aunque lo mejor, dentro de su desgracia, fue haber sido madre de una preciosa criatura, Alba, que hace unos años la convirtió en joven abuela. Mila nunca se desentendió de su hija, aunque hizo de tripas, corazón, cuando por falta de dinero, hubo de recurrir a Manolo para que se hiciera cargo un tiempo de Alba. Y él, dígamoslo en su honor, aceptó. Semanas, meses, años en los que Mila, como madre, sufrió lo suyo al verse lejos del fruto de sus entrañas. No tenía medios para pagar sus estudios, para alimentarla. Quizás su época más dura.

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