Estalla Zarzuela con la grave pelea entre Felipe y su padre: "No tiene escrúpulos"
Según recoge EsDiario, después de unos meses de calma tensa en Palacio, una nueva tormenta ha estallado en Zarzuela. Las recientes declaraciones de Juan Carlos I, anunciando la inminente publicación de sus memorias y reivindicando su legado sin un atisbo de autocrítica, han detonado un conflicto que devuelve a la Familia Real a su estado natural: la guerra soterrada.
Lo que parecía un periodo de estabilidad tras años de tensiones se ha visto abruptamente interrumpido por unas palabras que han caído como una bomba en el entorno de Felipe VI. Según confirman fuentes muy próximas al monarca, la irritación en Palacio es máxima. El Rey no solo habría recibido con disgusto las declaraciones de su padre, sino que las considera “una falta absoluta de responsabilidad institucional”, una nueva muestra de que el Emérito “actúa a su aire, sin medir las consecuencias”.
En Zarzuela nadie disimula el malestar. Después de varios meses de perfil bajo, el regreso mediático del Rey Juan Carlos ha reabierto viejas heridas. "El Emérito no tiene escrúpulos ni sentido del momento", se escucha en los pasillos del entorno del actual jefe del Estado, donde subrayan que el Rey se ha marcado como prioridad la defensa de la Corona, incluso por encima de los lazos familiares.
Desde su proclamación en 2014, Felipe VI ha mantenido una estrategia de distancia calculada con su padre. Transparencia, regeneración y ejemplaridad son los tres pilares que han guiado su reinado, frente a una figura paterna que parece empeñada en sabotear, incluso sin quererlo, esa nueva imagen institucional.
“El Rey está dispuesto a soportar el coste personal que haga falta si con ello garantiza la continuidad de la institución”, asegura el portal Monarquía Confidencial citando una fuente de absoluta solvencia en Palacio.
Las relaciones entre Felipe VI y su padre atraviesan su momento más gélido en años. Desde que el Emérito se instaló en Abu Dabi, los contactos son esporádicos, prudentes y siempre bajo control. Zarzuela ha insistido en que el padre del Rey mantenga un perfil bajo, especialmente en sus visitas a Sanxenxo o en apariciones públicas que acaban monopolizando titulares. Pero los últimos gestos de Don Juan Carlos, lejos de contribuir a la calma, han tensado de nuevo la cuerda hasta límites desconocidos.
Sus recientes declaraciones, reivindicando su papel histórico y mostrando cero disposición a pedir disculpas por los escándalos que empañaron su legado, han terminado de dinamitar cualquier intento de reconciliación institucional.
El punto de no retorno
El contexto no puede ser más delicado: la Casa Real prepara el 50º aniversario de la monarquía parlamentaria, previsto para noviembre, una cita cargada de simbolismo para la continuidad de la institución. Según cuenta MC, Zarzuela ha descartado por completo la asistencia de Juan Carlos I a los actos conmemorativos.
“La posibilidad de que estuviera sobre la mesa ha desaparecido por completo”, reconocen fuentes de Palacio. La decisión, aunque previsible, marca un punto de no retorno.
La prioridad de Felipe VI es clara: proteger la institución incluso si ello supone romper definitivamente con el pasado. En Zarzuela ya no se habla de desavenencias, sino de una “ruptura emocional inevitable”.
El monarca mantiene su hoja de ruta centrada en modernizar la Corona, fortalecer la confianza ciudadana y preservar la estabilidad constitucional.
Pero el golpe es fuerte. En Palacio hay sensación de desgaste, de que cada gesto del Emérito se convierte en una emboscada, y de que la tregua familiar ha terminado.
Como reconocen fuentes cercanas, “la calma ha durado lo que tardó en hablar Don Juan Carlos”. Y cuando el Emérito habla, retumba en los muros de Zarzuela como un trueno.