Filtran quién es la mejor amiga de Leonor: rumores sobre su secreta vida social

Poco, o nada, sabemos de los aspectos más íntimos de la heredera. Ni siquiera conocemos detalles sobre sus amistades. La realidad contrasta con lo que ocurría con el entonces Príncipe Felipe a los 20 años.
La Infanta Sofía y la Princesa Leonor en el Palacio Real el 21 de noviembre
Filtran quién es la mejor amiga de Leonor: rumores sobre su secreta vida social

Según recoge EsDiario, a sus 20 años, cumplidos en octubre pasado, la Princesa Leonor encarna el deber con una disciplina que roza lo impecable. Discursos solemnes, uniforme militar impecable, presencia institucional calculada al milímetro. Pero más allá de la cadete, la hija devota o la futura Reina, ¿dónde queda la joven de su edad? La mayoría de edad, que llegó en 2023 con juramento a la Constitución incluido, prometía un velo menos opaco sobre su vida privada. Sin embargo, la Casa Real mantiene el hermetismo: ni stories en Instagram, ni confidencias filtradas, ni una foto casual que revele cómo ríe con amigas o qué hace en sus ratos libres.

Se intuye que Leonor disfruta de una juventud lo más normal posible, fruto del empeño de la Reina Letizia por blindarla sin aislarla del todo. Sus raíces están en el colegio Santa María de los Rosales, en Madrid, donde cursó hasta 4º de ESO entre compañeros de clase media-alta, pero sin el foco que hoy la persigue. Dicen que su mejor amiga sale del colegio madrileño, pero poco más se sabe.

Cuenta el portal MujerHoy que de allí salió un núcleo de amistades que aún perdura, discretas y lejanas a los flashes. Luego vino el Bachillerato internacional en el UWC Atlantic College de Gales, un internado progresista que reunió a alumnos de todo el mundo. Allí, su pandilla se volvió cosmopolita: conversaciones en inglés, salidas veraniegas a Palma donde el grupo se mezcla con acentos extranjeros y planes relajados bajo el sol mallorquín.

En sus etapas militares –primero la Academia General Militar de Zaragoza, luego la Escuela Naval de Marín y ahora la Academia General del Aire en San Javier– ha tejido lazos con compañeras españolas, mujeres de su quinta y procedencias variadas que comparten guardias, clases y el rigor del uniforme. Pero incluso aquí, la selección es quirúrgica: no todas las cadetes han compartido mesa o confidencias con la heredera. La Zarzuela vela porque su entorno sea seguro, leal y, sobre todo, silencioso.

Contrastemos con su padre. El Rey Felipe, a los 20, era un libro abierto comparado con los estándares actuales. Sus amistades eran públicas: los hermanos Fuster, los primos Gómez-Acebo, los 

Príncipes búlgaros Kyril Kubrat. Las noches madrileñas en Pachá, Archy o Joy Eslava formaban parte del anecdotario. Sus noviazgos –oficiales como Isabel SartoriusGigi Howard Eva Sannum; más discretos como Victoria de Carvajal– alimentaban portadas. Y él hablaba: entrevistas desde los 15 años, como aquella en ABC, o la extensa con Luis María Ansón al cumplir la mayoría. En 1989, a las páginas de Tiempo confesaba planes veraniegos en Marivent –"desayunamos siempre juntos"– y desmentía prejuicios nobiliarios para su futura esposa: "¡En absoluto!".

Hoy, identificar-se con Leonor exige imaginarla. Una foto en una terraza zaragozana con compañeros, otra en Palma rodeada de risas: son los escasos destellos de naturalidad que hemos visto. Rumores hay, claro –círculos cerrados, salidas controladas–, pero nada concreto sobre esa "mejor amiga" que toda veinteañera tiene como confidente. En una era donde la generación Z comparte hasta el café mañanero, la princesa representa lo opuesto: una juventud blindada, quizá para protegerla, quizá para preservar el misterio monárquico.

Al final, esa distancia genera curiosidad, pero también empatía. Leonor avanza hacia el trono con paso firme, pero sin el colchón de lo cotidiano que humaniza a los poderosos. Quizás un día, cuando el peso de la Corona sea pleno, echemos de menos esta opacidad. Por ahora, nos quedamos con la heredera perfecta... y con la esperanza de conocer, algún día, a la amiga que la hace reír de verdad.

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