Según recoge en exclusiva Informalia, sábado 12 de diciembre. Siete de la mañana. Un bar de Castilleja de la Cuesta, uno de los pueblos de la comarca sevillana del Aljarafe. Kiko Rivera entra a esas horas, aún noche cerrada, en el establecimiento. Una de las parroquianas le mira de arriba a abajo. Le nota "algo alterado". ¿Producto de los nervios por su enfrentamiento con su mediática mamá?
Uno de nuestros confidentes asegura que "iba muy contentito". Otro coincide y añade que "estaba solo". El tercero confirma las informaciones anteriores y las completa: "Llegó en su moto". El bar se encuentra cerca del domicilio del ex pequeño del alma de Isabel Pantoja. ¿Habría salido a por churros? "La verdad es que no tenía pintas de acabar de levantarse de la cama. Pero no bebió alcohol. Se tomó un café y se marchó. No mantuvo la menor conversación con nadie", nos cuentan. Otra persona presente en el local explica que Kiko "solía ir bastante por allí en tiempos de juergas". ¿A horas tan tempranas?, preguntamos. La respuesta es esclarecedora: "Todo es relativo: las siete de la mañana es muy temprano si te acabas de levantar o muy tarde si aún no te has acostado".
¿Tenía insomnio y los problemas le impedían dormir? La incógnita no encuentra contestación. Pero el presente del marido de Irene Rosales en el plano personal es muy complicado. Le esperan una o varias batallas en los tribunales con Isabel Pantoja y con Ramón Calderón, unas fiestas navideñas alejado de su madre y esa abuela a la que se siente tan unido. En lo profesional parece que ha fichado por Universal, la misma compañía discográfica en la que ya no tiene cabida Isabel Pantoja. ¿Estaría celebrando?
37 años y tres hijos
Kiko Rivera es padre de tres hijos y cumplirá 37 años en febrero. El hijo de Isabel Pantoja ya no es aquel niño que la viuda de Paquirri asomaba cogido en sus brazos a los escenarios, dicen que cobrando un suplemento en su caché. Tras las desgarradoras declaraciones contra su madre en Telecinco dijo que quería olvidarse de aquellas noches en las que podía hacer que Melendi y El Cigala parecieran dos monjas de clausura. Juró que para él se habían acabado las noches de drogas y adicciones, las infidelidades a su mujer, Irene Rosales, y que se había acabado salir a tumba abierta olvidando que tiene tres churumbeles.
Una vez dio por finalizada su relación con su madre, Isabel Pantoja, el DJ retomó las riendas de su vida y les dijo a su millón de seguidores de Instagram que se acabaron otras mujeres que no sean la suya, que quiere centrarse en su mujer, en sus tres hijos y sus amigos, la familia que él ha elegido, además de querer comenzar a conocer a la familia Rivera.
"No voy a perdonar a mi madre nunca", "Yo he sido para ella su tarjeta de crédito. Antepone el dinero a sus hijos", "No quiero llevarle a los tribunales pero sino me queda más remedio lo haré. No voy a dejar de buscar la verdad", decía por los platós a cambio de una pequeña fortuna que tal vez le permita paliar al menos de momento sus deudas con Hacienda y las carencias materiales de una época, la del confinamiento y el Covid, que le han apartado de sus giras y han puesto a trabajar de contertulia a su mujer y a él a vender su alma y la de su madre en revistas y televisiones.
"Viene nueva música en muy poquito tiempo. Os quiero y gracias", dijo en sus Stories. "Nueva vida Nuevos retos. Intentaré que cero lagrimas Y sobre todo mucha música que viene en camino Que tengáis un bonito día os quiero muushooo ", escribió junto a una imagen en la que hacía una de las cosas que más le gustan: pinchar y disfrutar con el público en directo.
