Malos tiempos para la economía por el coronavirus, buenos para los empeños

El retraso en el cobro de prestaciones de desempleo, cuando no el despido, más el pago de hipotecas, créditos o gastos corrientes en el caso de pymes y autónomos, forman una ecuación perversa que está empujando a quienes no tienen liquidez, algunos ni siquiera para comprar comida, a empeñar objetos de valor. No solo material, también sentimental
Malos tiempos para la economía por el coronavirus, buenos para los empeños
photo_camera Malos tiempos para la economía por el coronavirus, buenos para los empeños

Ocurrió en la crisis financiera desatada en 2008 y está sucediendo de nuevo con el parón económico global que ha traído a la pandemia del coronavirus: y el negocio de los empeños vuelve a cotizar al alza, aunque esta vez el bum está siendo abrupto y no progresivo.

El retraso en el cobro de prestaciones de desempleo, cuando no el despido, más el pago de hipotecas, créditos o gastos corrientes en el caso de pymes y autónomos, forman una ecuación perversa que está empujando a quienes no tienen liquidez, algunos ni siquiera para comprar comida, a empeñar objetos de valor. No solo material, también sentimental.

Y no solo en los montes de piedad, casas de empeño o en las tiendas de "compro-oro", sino también en internet, donde proliferan anuncios de venta de anillos, alianzas, sellos de oro, gargantillas, recuerdos de primera comunión y hasta piedras preciosas en webs como Milanuncios o Ebay.

De momento no se han registrado las imágenes vistas en Italia a principios de mes de largas colas ante los montes de piedad, pero el sector en España no descarta que acabe sucediendo algo parecido.

Santiago Gil, presidente de PRESEA, la asociación que aglutina a los montes de piedad de las fundaciones Bancaja, Fundos (Castilla y León), Ibercaja, La Caja de Canarias, Liberbank, MonteMadrid y Unicaja, señala a Efe que en comunidades que ya están en la fase 1 de la desescalada, como Baleares, ya ha habido acumulaciones de clientes.

Gil es también director general de MonteMadrid, el monte de piedad más antiguo de España, con sedes en la capital, en Móstoles, Granada, Alicante, Córdoba y Palma de Mallorca.

Excepto las dos últimas, las cuatro oficinas restantes vienen trabajando al 25% de su capacidad al estar ubicadas en comunidades autónomas o provincias que han estado en la fase 0 de la desescalada.

Pese a ello, en apenas cuatro días ha concedido 450.000 euros en créditos nuevos, la mitad de lo habitual.

Calcula Gil que en cuanto se reduzcan las actuales restricciones de aforo, la actividad ordinaria se disparará entre un 150 % y un 200 %, y será entonces cuando se podría generar una afluencia masiva de clientes.

Lo que ya se han disparado, hasta el 300 % desde la declaración del estado de alarma en España, son las consultas sobre préstamos concedidos, renovaciones, simulaciones y también cancelaciones, porque también hay quien durante el confinamiento ha podido ahorrar y recuperar el objeto que ha entregado como prenda.

No en vano, el 96 % de los clientes de los montes de piedad españoles rescataron su prenda en 2019, que el sector cerró con 270.000 préstamos en vigor por un valor superior a los 180 millones de euros y un importe medio por operación de 595 euros, según consta en la memoria anual de PRESEA.

José María Viejo, presidente de Fundos, la Fundación Obra Social de Castilla y León, cuantifica en un 600 % el aumento de la demanda que ha experimentado Montecyl, con oficinas en León, Valladolid y Salamanca, durante la pandemia, eso a pesar de que opera en una comunidad autónoma que hasta la fecha ha permanecido íntegramente en fase 0, y donde se trabaja con cita previa.

"Hay días que recibimos más de 700 llamadas", subraya Viejo, quien estima que los empeños -prefiere llamarlos créditos de tasación de un bien- han aumentado a nivel estatal en "algo más del doble y creciendo".

El presidente de Fundos incide en lo "súbito y concentrado en el tiempo" del actual repunte de la actividad de los montes de piedad españoles, en contraste con lo que ocurrió en la anterior crisis económica, cuando en un periodo de tres-cuatro años acumuló un crecimiento aproximado del 20 %.

"Esto es bastante más preocupante, hay mucha necesidad inmediata de liquidez", señala Viejo, quien subraya también el nuevo perfil de demandantes: empresarios, autónomos, taxistas, transportistas...

Los montes de piedad viven una situación paradójica. Cuanto peor pintan las cosas, mejor va su negocio. Son, por definición, un negocio anticíclico.

Por eso, tratan de combatir prejuicios, distinguirse de las casas de empeño o los compro-oro y predicar que son una opción de crédito válida también para los tiempos de bonanza. 
"Nos gustaría que nos fuera bien pero no porque al país le fuera mal, sino porque la gente entienda que es una opción más de conseguir un crédito en condiciones justas y razonables. Pero en estos momentos nos va bien muy a nuestro pesar", sostiene José María Viejo.

A medio plazo, los montes de piedad se replantean reorientar su actividad hacia otro tipo de bienes, como por ejemplo artículos de electrónica o incluso coches, como se hace en este tipo de negocios en otros países, sobre todo de Latinoamérica.

En ese caso entrarían a competir de lleno por una cuota de mercado con las casas de empeños, que no tienen tantos miramientos a la hora de velar por su cuenta de resultados.

Agustín Zubizarreta, encargado del Gigante de los Empeños, en Vigo, augura que a partir de junio la gente empezará a vender todo o casi todo lo que adquirió para pasar lo mejor posible la cuarentena, principalmente consolas, que en las primeras semanas del estado de alarma "se vendieron como churros".

Zubizarreta admite su sorpresa porque los clientes estén comprando más que vendiendo artículos de segunda mano -en los últimos días bicicletas, patinetes o aparatos de gimnasia son los productos estrella-, pero está convencido de que tarde o temprano se invertirá la tendencia.

"Junio será clave para ver por dónde respira la gente. Hasta ahora, han estado en casa, sin poder salir a la calle ni ir al bar, al cine o al teatro, sin gastos de guardería... hay mucho dinero arrimado que, en parte, se ha gastado en ocio y aficiones", sostiene.

"Por el momento la gente no es muy consciente de a qué nos enfrentamos. La hostia va a venir en unos quince días. Y habrá un repunte de empeños", pronostica el responsable de este negocio, que como los de la competencia "funciona fenomenal en las buenas, las malas y, sobre todo, en las malísimas".

"Este negocio va a ser un éxito en esta crisis, como lo fue en la anterior", cierra.

Héctor Morales, gerente de una tienda Cash Converters en Vigo, coincide en que los clientes acuden estos días más a comprar que a vender artículos de segunda mano, pero con una salvedad: van a tiro hecho, no a "curiosear" como era habitual antes de la pandemia.

También en los negocios de compraventa de oro la sensación generalizada es de tensa espera, con algunas excepciones.

En establecimientos como Masqueoro Vigo, clientes potenciales, solo eso, se acercan estos días para preguntar cuánto se paga el gramo de este preciado metal, más para comprar, como valor seguro, que para vender.

Esperaban una afluencia importante en los primeros días de desconfinamiento, en los que operaron con un servicio de cita previa, pero "la cosa no funcionó", señala su responsable, Susana Tielas, quien sospecha que "la gente aún está con miedo a salir" de sus casas.

Mejor han ido las cosas en Piedrajoya, donde no han parado de recibir clientes desde que reabrieron, los primeros días con cita previa. Tenían lista de espera de varios meses.

"Nos llama mucha gente para preguntar por precios, con la idea de vender oro y joyas", apunta su responsable, Eva María Santomé, quien habla de un bum que, según prevé, será aún mayor a partir de finales de mes. El tiempo dirá.

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