Grandes obras: claves para que su impacto ambiental sea el "más bajo posible"

Los expertos recomiendan alejar la valoración política del impacto ambiental que provoca la construcción de grandes proyectos en favor del criterio científico y de una mayor transparencia y participación pública
Grandes obras: claves para que su impacto ambiental sea el "más bajo posible"
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La ampliación del aeropuerto de El Prat en Barcelona ha abierto el dilema sobre la afectación de las grandes infraestructuras sobre los espacios naturales, ante lo cual los expertos recomiendan alejar la valoración política del impacto ambiental que provoca la construcción de grandes proyectos en favor del criterio científico y de una mayor transparencia y participación pública.

"El impacto cero es imposible", explica a Efe el responsable de Gobernanza Ambiental de SEO/BirdLife, Juan Carlos Atienza, quien aboga por "hacer las infraestructuras que se puedan hacer y de la forma en la que se puedan hacer".

Pero advierte, aquel daño que "no pueda ser evitado", que se conoce como residual, "debería ser compensado a la sociedad porque el medio ambiente es un patrimonio de todos los españoles y no puede ser lapidado por una persona o una administración".

El procedimiento de evaluación ambiental, explica, "tendría que tener más en cuenta a los científicos: personas que trabajan con especies, hábitats o zonas en las que se van a llevar a cabo los proyectos para que sea mucho más eficaz".

La evaluación ambiental es necesaria en todas las grandes obras, que en su mayoría pertenecen al ámbito público, pero a la hora de ser evaluadas, en algunos casos, "son los propios funcionarios quienes realizan ese estudio y en muchas ocasiones hasta sus propios jefes", por lo que "los proyectos no se rechazan, sino que se les ponen condicionamientos ambientales".

El estudio debe recoger los problemas existentes para su realización, por lo que se puede rechazar o condicionar su ejecución a "una serie de medidas que reduzcan su impacto o que lo compensen".

Según Atienza, entre los impactos "más graves" causados al medio ambiente figura la destrucción de hábitats, pues "todos los proyectos precisan una superficie y en función de los entornos naturales por los que discurra una determina obra puede tener esa amenaza".

Unos impactos que "dependen mucho de la tipología de la obra", ya que, por ejemplo, en el caso de las carreteras, además del daño de los hábitats, "generan ruido, causan atropellos de flora y fauna o pueden afectar a restos arqueológicos".

Según el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, solo la red de carreteras del Estado en España tiene una longitud de 26.466,34 kilómetros, con 432,69 kilómetros más en construcción en 50 macroproyectos.

La clave, asegura, pasa por "estudiar de forma específica cada proyecto según su tipología y lugar", pues "no es lo mismo construir un parque eólico en un espacio protegido que cuenta con grandes rapaces que en un lugar con bajo valor para la biodiversidad".

La normativa obliga a que el promotor de un proyecto "debe ofrecer distintas alternativas y realizar una valoración para ver cuál es la mejor" e incluso una de las opciones consiste en "no hacerlo".

En España el encargado de elaborar la evaluación de impacto ambiental es el "propio promotor" y, "por lo general, siempre intenta minimizar la aparente afectación que tiene el proyecto", aclara Atienza.

A continuación, el órgano ambiental de la comunidad autónoma en la mayoría de casos o el Ministerio para la Transición Ecológica revisa esa documentación y "puede solicitar" su ampliación o buscar información propia" y sobre todos esos papeles se "hace una declaración de impacto, que puede rechazar el proyecto o ponerle una serie de medidas que minimicen el impacto".

Evaluar desde el punto de vista medioambiental "es importante, pero como no se hace bien lo que no estamos evitando con los proyectos es que el medio ambiente se vea afectado", lamenta.

La prueba, declara, es que "seguimos con un grave declive de la mayoría de las especies de fauna, casi todos los hábitats están en mal estado de conservación y en prácticamente la totalidad de casos el principal de los impactos es la destrucción de hábitats, que estamos causando con nuestra actividad humana".

El decano del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas de Andalucía Oriental, Arturo Campos, asegura a Efe que "todas las infraestructuras o grandes obras van acompañadas de un proyecto medioambiental para estudiar y analizar los posibles impactos y buscar soluciones antes de la construcción".

Un impacto, añade Campos, "difícil de calcular" pues "cada obra tiene sus particularidades y su situación geográfica" por lo que "todo depende de dónde esté localizada la estructura, si es una zona de montaña, costera o urbana".

Algunas de las obras con una "mayor" afectación al medio ambiente son "viaductos, túneles, depuradoras de agua o desaladoras", enumera Campos, que reconoce que "el impacto cero ambiental en grandes infraestructuras es complicado de conseguir y se tiende a minimizarlo lo máximo posible".

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