Las estrategias de innovación se han convertido en claves para el futuro de las ciudades castellano-manchegas, sumadas al tamaño de las mismas que también es relevante para determinar el potencial de crecimiento.
Así se desprende de un estudio que ha dado a conocer este jueves, a través de un comunicado de prensa, el grupo financiero BBVA Research sobre el Observatorio "Tendencias en la urbanización: riesgos y oportunidades".
Un estudio que revela también que la gestión de la contaminación, la cooperación entre ciudades y la aplicación de tecnologías "big data" en la actividad urbana, son algunos de algunos de los retos a los que se enfrentan las grandes urbes.
El Observatorio ha concluido que las ciudades de un tamaño intermedio pueden llegar a ser más dinámicas o dar lugar a una mejor calidad de vida que las "megaciudades".
Asimismo, ha indicado que la concentración urbana favorece las economías de escala, lo que permite un uso más eficiente de los recursos y se refleja en la generación de empleo y de riqueza, y en el consumo y en el gasto de los hogares.
En este punto, se ha detenido en el conjunto de las áreas urbanas castellano-manchegas, que está compuesto por las capitales de provincia con sus áreas de influencia además de Puertollano y Talavera de la Reina.
Las áreas urbanas ocupan un 5,3 por ciento de la superficie total de la comunidad, y concentran a menos de la mitad de los afiliados a la Seguridad Social (47,2 %), casi treinta puntos por debajo de la media nacional (75,4 %).
En cuanto al conjunto de la población, el 36,1 % vive en las áreas urbanas, las cuales en Castilla-La Mancha concentran más riqueza que en el resto del país, ya que la renta per cápita de las grandes áreas urbanas de la región es de un 117,8 % con respecto a la media de la comunidad, mientras en el conjunto de España alcanza el 107,4 %.
Por último, en relación a los retos de las ciudades, BBVA Research ha puesto el acento en el contexto cambiante, en el que se debe compatibilizar el incremento de la demanda y de la movilidad con la necesidad de reducir los costes asociados a ellas, el cambio tecnológico y los cambios demográficos.
Para ello, la cooperación entre ciudades y áreas urbanas aparece como un instrumento útil, sobre todo para las ciudades pequeñas y medianas que, a través de la formación de redes, pueden formar mercados conjuntos o encontrar las economías de escala inherentes al tamaño, sin tener que sufrir los costes del mismo.