Bruselas propone definitivamente que nuclear y gas se consideren "verdes"

- La Comisión Europea incluye a ambas fuentes en la taxonomía que clasifica las actividades sostenibles a efectos de inversión.

- Partidos políticos y organizaciones ecologistas califican esta decisión de la Comisión Europea (CE) como "greenwashing".

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, en rueda de prensa
photo_camera La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, en rueda de prensa - Archivo

La Comisión Europea (CE) clasificó este miércoles como sostenibles las centrales nucleares y ciertas plantas de generación eléctrica a partir de gas, una interpretación que difiere de la opinión de los expertos consultados por Bruselas pero que satisface en gran medida las demandas de Francia y Alemania.

"Hemos encontrado un equilibrio entre opiniones fundamentalmente diferentes a la hora de apoyar el camino hacia la descarbonización", dijo la comisaria de Servicios Financieros, Mairead McGuinnes, al presentar en rueda de prensa una propuesta muy criticada.

La comisaria defendió que la Unión Europea debe "actuar con todos los medios a su disposición" para lograr este objetivo y "abandonar cuanto antes" las energías altas en emisiones, aunque para hacer la transición haya que "aceptar soluciones imperfectas".

El Ejecutivo comunitario considera sostenibles las centrales nucleares con permiso de construcción en la Unión Europea antes de 2045 y las plantas de gas que emitan menos de 270 gramos de CO2 por kilovatio hora hasta 2031 o menos de 100 gramos en el conjunto de su vida útil.

Tras enviar el pasado 31 de diciembre un primer borrador a los países, el Parlamento Europeo y a una plataforma de expertos que asesora a la Comisión Europea en el diseño de esta clasificación de inversiones sostenibles, Bruselas ha incluido algunos "ajustes técnicos" menores.

Pero ha dejado inalterado el grueso de la propuesta pese a que la citada plataforma, donde la propia Comisión dice haber reunido a "los principales expertos mundiales en sostenibilidad" desde el sector empresarial a las ONG y la sociedad civil o la academia, rechazó la semana pasada que esas fuentes de generación queden al mismo nivel de que las renovables.

La taxonomía de la Comisión -que se desplegará también por otros sectores económicos como el forestal, el manufacturero, el transporte o la agricultura- no tiene efectos prácticos todavía, pero pretende convertirse en una herramienta de vanguardia para orientar las inversiones hacia la transición ecológica porque "el dinero público no será suficiente".

Reposa sobre el principio de "no hacer daño significativo al medio ambiente" y el Ejecutivo, que se define como tecnológicamente neutral, se agarra a la prioridad de desprenderse del carbón en la generación eléctrica, muy presente aún en países como Polonia, República Checa o Alemania.

Se tata esencialmente, dicen fuentes comunitarias, de alinearse con la declaración de la conferencia climática COP26 celebrada en Glasgow el pasado noviembre y asumir un mal menor para despedirse cuanto antes del carbón, gran emisor de gases de efecto invernadero.

"El acto delegado de hoy podría ser imperfecto, pero es una solución real que nos acerca a la neutralidad climática", defendió McGuinness.

Bruselas quiere hacer de la taxonomía la guía de cabecera para las inversiones sostenibles y prevé utilizarla como base para otorgar el futuro sello de "bono verde" europeo, pero la regulación de momento no afecta a la concesión de fondos comunitarios o ayudas públicas.

Sin embargo, advierten desde el grupo de los Verdes en la Eurocámara, podría ser el caso en el futuro si, por ejemplo, se decide que las inversiones sostenibles no computen en el cálculo europeo del déficit y se usa la taxonomía como criterio para identificarlas.

McGuinness insistió en que la taxonomía solo busca dar claridad a los inversores, pero no condiciona las políticas energéticas de los Estados miembros ni obliga a instituciones públicas o privadas a financiar proyectos gasísticos o nucleares.

Bruselas quiere que la taxonomía sirva como palanca para alcanzar el objetivo de reducir las emisiones de CO2 en la UE en un 55 % para 2030 respecto a 1990 como senda para descarbonizar la economía a mitad de siglo.

Organizaciones ecologistas critican que con esta propuesta de "ecopostureo" la Comisión se arriesga a que se desvirtúe toda la taxonomía y el sistema quede en el olvido. Greenpeace lo ha definido como un "intento de robo", mientras que WWF ha pedido a la Eurocámara que lo bloquee.

Más allá de las definiciones técnicas, subyace un profundo debate político que divide a los países de la UE a propósito del controvertido texto, que lleva años de discusión interna en el seno de las instituciones comunitarias.

El "acto delegado" adoptado por la Comisión entrará en vigor en 2023 si en cuatro meses, ampliables a seis, no se reúne una mayoría de bloqueo.

Para ello sería necesario que se opongan el 72 % de los Estados miembros en el Consejo (20 países), que representen, a su vez, al menos el 65 % de la población de la UE, o que lo rechace la mitad del pleno de la Eurocámara (353 diputados).

Los eurodiputados ecologistas creen tener por ahora 250 votos en contra de un texto que tampoco ha gozado de unanimidad en el seno de la Comisión: el español Josep Borrell, la portuguesa Elisa Ferreira y el austríaco Johannes Hahn han votado en contra, indicaron a Efe fuentes comunitarias.

En cuanto a los países, Dinamarca, España, Austria y Luxemburgo rechazan abiertamente otorgar al gas y nuclear el mismo sello "verde" de las renovables y los dos últimos han amenazado con llevar la norma ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

Francia, potencia atómica que celebra elecciones presidenciales en abril, lidera el bloque que respalda la energía nuclear, que apenas genera CO2 pero conlleva otros problemas como la seguridad o los residuos radiactivos. Cuenta con el apoyo de países como República Checa, Hungría o Finlandia.

Alemania tampoco cree que la energía atómica deba considerarse sostenible, pero sí apuesta por el gas para transitar hacia una economía descarbonizada a mitad de siglo.

UN LAVADO DE IMAGEN VERDE

Partidos y organizaciones ecologistas se han manifestado en contra de esta propuesta final presentada por la Comisión Europea ya que la consideran "greenwashing": un lavado de imagen verde a energías contaminantes.

El coportavoz de Verdes Equo y exdiputado europeo Florent Marcellesi ha asegurado que la decisión de clasificar las energías sucias como sostenibles por parte de Bruselas es "puro greenwashing" de la Comisión Europea y contradice el Green Deal europeo y el Acuerdo de París.

Según Marcellesi, "la energía nuclear y el gas fósil no son energías verdes. Los residuos nucleares son un riesgo para las personas y el medio ambiente durante siglos. Y el gas crea cambio climático emitiendo CO2 y metano".

Por ello, ha asegurado el coportavoz de Verdes Equo que los Verdes europeos "plantearemos cara dentro del Consejo y dentro del Parlamento para revertir esta propuesta tóxica e incoherente".

El coordinador federal de Alianza Verde y presidente de la Comisión para la Transición Energética del Congreso de los Diputados, Juantxo López de Uralde, ha asegurado que la decisión, que es "errónea sin matices" perjudica a España, ya que detrae recursos de las renovables para dedicarlos a energías convencionales, por lo que desde su agrupación seguirán luchando en el Parlamento europeo y en otras instituciones para darle la vuelta.

"Definitivamente ganan los lobbies de las grandes corporaciones energéticas, de la nuclear y el gas, y pierde la transición verde, según ha señalado en un comunicado.

La propuesta retrasará la transición energética al apostar por un combustible fósil como el gas, y que ignora los problemas asociados a la energía nuclear como la generación de residuos radiactivos, como si eso no fueran problemas de sostenibilidad, ha subrayado.

La portavoz de energía de Ecologistas en Acción, Sara Pourehiyi, ha coincido en calificar la decisión, a la que se oponen, de ecoimpostura, y ha asegurado que "es contradictoria" e "impide el cumplimiento de los compromisos climáticos".

Además, "no tiene ningún fundamento científico" porque los científicos consultados como grupo de apoyo para la elaboración del texto finalmente se opusieron al mismo "porque no tiene nada que ver con la propuesta inicial".

Desde WWF piden al Parlamento Europeo que rechace la nueva propuesta de "falsa taxonomía verde" y llaman a la CE a "recapacitar y mantener el gas natural y la energía nuclear fuera de la taxonomía”.

Según un comunicado de la organización, la CE ha cedido a la presión de Francia -que preside la entidad- y de otros países para la inclusión de las dos energías como sostenibles, una decisión que desviará miles de millones de euros hacia estas industrias dañinas.

Mar Asunción, responsable del Programa de Clima y Energía de WWF España, ha manifestado que "la enorme presión de las industrias y algunos gobiernos europeos ha llevado a esta propuesta" que "situará al sistema financiero de Europa contra el planeta".

Según un comunicado de Greenpeace Europa, esta decisión incentiva inversiones privadas de miles de millones de euros que se alejarán de las energías verdes como las renovables hacia otras como el gas y la nuclear que acelerarán la crisis climática.

Además, la energía nuclear produce residuos peligroso y no reciclables y la construcción de reactores nucleares necesita de tanto tiempo que no pueden alinearse inmediatamente con los compromisos cilmáticos de la Unión Europea para 2030.

La representante de la campaña para finanzas sostenibles de Greenpeace, Ariadna Rodrigo, ha señalado que es el "mayor ejercicio de greenwashing" nunca visto. La decisión convierte en "una burla " el liderazgo mundial de la UE en materia de clima y ambiente y solo se puede explicar como "un obsequio a dos industrias desesperadas por poderosos amigos políticos".

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