Los toledanos en época de Cervantes sobre los clérigos: 'eran muchos y malos'

Los toledanos de la época de Miguel de Cervantes consideraban que los clérigos "eran muchos y malos" y esta "queja habitual" provocó que se tomaran medidas para intentar modificar determinadas costumbres y formas de vida de ese clero que no era visto con buenos ojos por la opinión pública.

El profesor de Historia Moderna de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) José Carlos Vizuete comenta que a los clérigos se les acusaba de vagos y de otros "pecados propios de la carne", como ser jugadores o estar amancebados, y matiza que "no todos los clérigos iban a estar amancebados, pero alguno habría".

Antes de pronunciar esta mañana una conferencia en la Real Fundación de Toledo, organizada por el Museo Sefardí dentro del ciclo 'Los lunes al sol', Vizuete ha explicado a los periodistas algunas claves de la vida cotidiana en Toledo hace cuatro siglos, dado que "este año estamos cervanteando", apunta el profesor.

"¿Los clérigos eran muchos? Es una de las cosas de las que se quejaban entonces", asegura. La "comparación sería como quejarse hoy de que hay muchos funcionarios; era una queja habitual".

Y más que del número se quejaban de que "eran malos" por lo que en sínodos y concilios provinciales se impusieron medidas para intentar, en ocasiones sin éxito, modificar esas costumbres.

"Había clérigos muy buenos y los había muy malos. Los malos nos llaman más la atención y de los buenos, sencillamente no nos acordamos", matiza Vizueta.

El Toledo de la época de Cervantes rondaba los 50.000 habitantes y, según los censos, había algo más de 700 clérigos y otras 1.500 personas ligadas a los conventos.

Tanto los eclesiásticos como los estudiantes estaban "estratificados" en base a su situación socioeconómica y ambos sectores de la población mantenían una relación buena y habitual porque, para empezar, muchos clérigos procedían del ámbito escolar.

El dibujo de este mapa social no era exclusivo de Toledo sino general en toda Castilla, según los estudios que se han realizado en otras ciudades como Córdoba, Granada, Cádiz y lugares en que "la fortuna" ha permitido encontrar la documentación que aporta esta información.

Porque, añade el profesor Vizueta, si se prevén unas sanciones para determinadas conductas "podremos pensar que estas conductas se realizan pero no significa que todo el mundo incumpla".

El profesor de Historia Moderna recalca que decir que Toledo no ha cambiado a lo largo del tiempo "está bien como eslogan para el turismo", pero la realidad es que la ciudad de hace cuatro siglos no es la misma que en 2016, ni en actividad económica -hoy sector servicios y antes actividad artesanal- ni en el número de eclesiásticos.

En aquel momento, los jesuitas eran los únicos religiosos que se dedicaban a la enseñanza en Toledo, en tanto la atención sanitaria se prestaba en el Hospital de San Juan de Dios.

El resto era clero secular, formado tanto por sacerdotes como por otras personas que se habían incorporado al estamento eclesiástico en las órdenes menores, dependiente del obispo.

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