El Museo Nacional del Teatro, patrono de la Fundación Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, participa de nuevo este año en la cita teatral con la organización de dos grandes exposiciones, que son gratuitas.
La primera de ellas, 'Lighting for pandur. Fragmentos del alma', comisariada por Juan Gómez-Cornejo, podrá verse en el Museo Nacional del Teatro hasta el 31 de julio, mientras que el Espacio de Arte Contemporáneo acoge la exposición titulada 'Una fiesta de los sentidos. Autos sacramentales calderonianos', que permanecerá abierta del 14 de julio al 1 de noviembre.
La directora del museo, Beatriz Patiño Lara, es la comisaria de esta exposición junto a José Manuel Montero García, y en la muestra se pueden conocer las más importantes puestas en escena de los autos calderonianos, desde el siglo XX hasta las representaciones más recientes.
La directora del Museo Nacional de Teatro ha explicado que el objetivo es mostrar una aproximación contemporánea a este género en el que, sin perder el rigor académico que requiere, se pueda comprobar la modernidad del discurso calderoniano, a través de un conjunto extraordinario de obras originales procedentes del museo nacional.
Son muchos los autores, directores, escenógrafos y figurinistas reunidos en esta exposición, como José Tamayo, Miguel Narros, Andrea D'Odorico, Vicente Viudes, Sigfrido Burmann, Vitín Cortezo, Emilio Burgos, Francisco Nieva o Xavier Albertí, entre otros.
Del 1 de julio al 31 de junio de 2021, el Museo Nacional de Teatro acogerá la exposición 'Lighting for Pandur. Fragmentos del alma' de Juan Gómez-Cornejo, que es una pieza que tras su paso por la última edición de la Cuatrienal de Praga de Escenografía y Espacio Escénico ha sido donada al Museo Nacional del Teatro.
A través de esta pieza escultórica y lumínica, el Premio Nacional de Teatro en 2011 y máximo exponente del diseño de iluminación, Juan Gómez-Cornejo, rinde homenaje mediante los trabajos que realizaron juntos él y el director esloveno Tomaz Pandur.
Con ella, Juan Gómez-Cornejo reflexiona de forma poética sobre sus trabajos para el desaparecido director esloveno Toma Pandur, muy activo en España hasta su prematuro fallecimiento.
Esta pieza, con música de Mozart y expuesta a modo de cubo, como el teatro, juega con los espejos, la imagen y la luz con "una extremada elegancia".
Según sus propias palabras, "es una caja hecha del alma", que buscaba ser "hipnótica", y generar un sentimiento y, en último lugar, "buscar unos segundos, unos minutos de belleza".
