Libros sin lector: una segunda vida entre la solidaridad y la destrucción

Hay, sin embargo, quien niega la sobreproducción y contempla la abundancia de libros como un rasgo favorable
Libros sin lector: una segunda vida entre la solidaridad y la destrucción
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En España miles de libros son devueltos cada año a las editoriales por no haber encontrado quienes los eligieran como lectura, ejemplares que, debido a modelos de venta cortoplacistas, entre otros motivos, cuentan con finales que van desde una improbable vida en librerías de segunda mano o proyectos solidarios hasta su destrucción.

Así lo considera Enrique Redel, editor de Impedimenta, quien afirma a EFE que esto es el resultado de un modelo comercial basado en "inundar el mercado" de novedades cuya vida comercial es, "como mucho", de un mes. "Si tienes suerte se mantiene un poco más o pasa a la colección local", añade.

Hay, sin embargo, quien niega la sobreproducción y contempla la abundancia de libros como un rasgo favorable.

"Producir menos libros es un error", opina a EFE Aldo García, encargado de la librería madrileña Antonio Machado, para quien una menor tirada encarecería el transporte y matiza que hay "bosques preparados" para la producción de papel.

Frente a este escenario, el sino de los libros depende de la políticas de cada editorial. Así, en el caso de Impedimenta, su protocolo de "no destrucción" y el aumento de precio del papel les ha hecho almacenar los excedentes de los últimos 15 años, apostar por la mayor permanencia del libro en las estanterías y disminuir el número de novedades anuales.

Una línea similar mantienen desde la editorial Páginas de Espuma, cuyo editor, Juan Casamayor, confiesa a EFE encontrarse en una "situación privilegiada" al contar con un gran espacio de almacenamiento: "Nunca hemos destruido libros salvo los que han vuelto defectuosos".

Añade que la redistribución de los libros en castellano puede también encontrar una segunda vida en el mercado latinoamericano.

No obstante, la no destrucción dista de ser lo habitual por parte de los grandes grupos editoriales, que ocupan una mayor parte del mercado y, a menudo, apuestan por la "decapitación" de los excedentes para su conversión en pasta de papel.

Es el caso de Planeta, desde donde afirman que apuestan por un "esquema circular" que "reposiciona" los libros devueltos para estar disponibles nuevamente y los excedentes son convertidos "en materia prima para nuevos libros".

De la misma manera, señalan que los excedentes son "cada vez más escasos", algo que ha permitido el avance tecnológico aplicado en favor de una mayor regulación de las tiradas.

Ante este tipo de políticas, Casamayor se reafirma en su postura de no destruir ejemplares aunque descarta la venta o donación a la segunda mano por poder afectar negativamente a su prestigio al mostrar a los lectores que "hay parte de la editorial que no ha funcionado".

Así lo corroboran desde RecicLibros, ONG que vende libros usados a bajo precio para financiar proyectos solidarios de alfabetización y que obtiene la mayoría de donaciones por parte de particulares pese a haber intentado establecer convenios con editoriales. "Hemos llamado y siempre era una negativa", lamentan.

Iniciativas similares acogen proyectos como TuuuLibreria, que cuenta con dos locales en Madrid regentados por voluntarios en los que el precio del libro es decidido por el comprador y en los que se realizan campañas como la venta de libros sorpresa, la creación de un "Tinder de libros" o el regalo de libros a estudiantes y personas en paro.

De entre todas estas plataformas, una de las que mayor repercusión guarda a nivel nacional es AIDA, que cuenta con trece librerías solidarias en España en las que se aceptan libros de segunda mano y cuya venta financia proyectos solidarios en Guinea-Bisáu, Bangladesh, Senegal o Líbano.

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