Cuando Buñuel, Lorca y Dalí visitaban Toledo y el sepulcro del cardenal Tavera

Luis Buñuel fundó en 1923 lo que él mismo denominó 'Orden de Toledo', de la que formaron parte como "caballeros fundadores" Federico García Lorca y su hermano Francisco, el poeta salmantino Pedro Garfias y el pintor vasco José María Ucelay, entre otros, y en la que también estuvieron Salvador Dalí, Rafael Alberti, Rafael Sánchez Ventura, Pepín Bello y otros amigos ligados, muchos, a la Residencia de Estudiantes
Cuando Buñuel, Lorca y Dalí visitaban Toledo y el sepulcro del cardenal Tavera
photo_camera Cuando Buñuel, Lorca y Dalí visitaban Toledo y el sepulcro del cardenal Tavera

Estos días de visitas a cementerios y prohibición de estar en la calle de noche invitan a recordar que un siglo atrás Buñuel, Lorca, Dalí, Alberti y otros amigos acudían con frecuencia a Toledo para vagar toda la noche por sus calles, beber en las tabernas y, muchas veces, visitar el sepulcro del cardenal Tavera, que les fascinaba.

Luis Buñuel fundó en 1923 lo que él mismo denominó 'Orden de Toledo', de la que formaron parte como "caballeros fundadores" Federico García Lorca y su hermano Francisco, el poeta salmantino Pedro Garfias y el pintor vasco José María Ucelay, entre otros, y en la que también estuvieron Salvador Dalí, Rafael Alberti, Rafael Sánchez Ventura, Pepín Bello y otros amigos ligados, muchos, a la Residencia de Estudiantes.

No era un grupo compacto que hacía actividades en común y, de hecho, ellos mismos no tenían conciencia de pertenecer a ese colectivo: solamente Buñuel los consideraba integrantes de su 'Orden de Toledo' como conocemos por un documento elaborado por el cineasta en su exilio mexicano y que conserva la Filmoteca Española en el archivo Buñuel.

El profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha Juan Carlos Pantoja Rivero es autor, entre otros libros, de 'La Orden de Toledo. Paseos imaginarios en tiempos de vanguardia', publicado en 2019, que recoge aquella "fantasía vanguardista" de Buñuel y donde propone algunos paseos que hicieron aquellos jóvenes un siglo atrás.

El tema de la muerte no les atrae de una manera especial, sino hacer el gamberro en cierto modo", ha señalado en una conversación con Efe este profesor de la Facultad de Educación del campus de Toledo y, también, del IES Alfonso X El Sabio de la misma ciudad, que resalta ese punto de provocación que buscaban los surrealistas.

La 'Orden de Toledo' no fue, obviamente, una institución registrada y convencional, pero con todos sus miembros Buñuel visitó Toledo alguna vez, ya fueran "caballeros fundadores", "escuderos" o "invitados", según el perfil que él mismo les había asignado.

Aquella invención de Luis Buñuel nos sitúa en un Toledo misterioso y nocturno, y tan próximo a Madrid que permitía volver a menudo, una ciudad muy atractiva para artistas e intelectuales desde finales del siglo XIX porque encarnaba, junto a Venecia o Brujas, el mito de la ciudad muerta, "esplendorosas en otro tiempo y decadentes entonces".

Qué hacían en Toledo aquellos jóvenes?. Hospedarse en la Posada de la Sangre (que dejó de existir en la guerra civil), beber vino en las tascas y, cuando salían extramuros, comer en Venta de Aires después de pasar por delante del cementerio de la Misericordia (después, centro cultural San Ildefonso) en cuya puerta se puede leer 'Teme la ora' entre dos calaveras.

Y después de comer continuaban hasta el hospital de Tavera para cumplir el rito de visitar el sepulcro del cardenal y "sobrecogerse" ante esta obra de Alonso de Berruguete, que esculpió la cara del difunto sobre la base de la máscara funeraria y aportó, de esta forma, su expresión cadavérica.

La obsesión de Buñuel por este sepulcro y por los obispos putrefactos, recuerda el profesor Pantoja Rivero, se ve en varias de sus películas, como 'La edad de oro' (1930), que muestra los cadáveres de varios obispos entre rocas, o 'Tristana' (1970), donde la actriz Catherine Deneuve acerca su rostro a la estatua yacente del cardenal.

En estos días de pandemia y calles solitarias, Toledo "puede parecerse a la ciudad vacía que ellos celebraban, y que además reforzaban el vacío porque gran parte de sus recorridos eran de noche", ha señalado este profesor que incluso en tiempos de mucho turismo "siempre" ha tenido la sensación de que a partir de una determinada hora de la tarde, cuando cae el sol, Toledo vuelve a ser aquella ciudad misteriosa "que evocan los artistas de la época".

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