Una gran escultura de Cervantes es el símbolo del oficio y del relevo generacional

La escultura en hierro de la cabeza de Cervantes que el Museo del Ejército exhibe con orgullo este año del IV Centenario de la muerte del escritor es, al mismo tiempo, el símbolo de una historia que aúna tradición, oficio y relevo generacional

La escultura en hierro de la cabeza de Cervantes que el Museo del Ejército exhibe con orgullo este año del IV Centenario de la muerte del escritor es, al mismo tiempo, el símbolo de una historia que aúna tradición, oficio, sensibilidad y relevo generacional.

Los protagonistas de esta historia son Antonio Sánchez Gómez y Juan Antonio Sánchez García-Page, padre e hijo. Dos hombres que, por distintos avatares, han encontrado en la forja un destino de vida, en Guadamur (Toledo), cuando la vida parecía que iba por otros derroteros.

Al lado de la gran cabeza de Cervantes que Antonio (padre) forjó hace seis años, mucho antes de esta efervescencia del IV Centenario, y que el Museo del Ejército muestra en su sede del Alcázar de Toledo como homenaje al escritor, los dos herreros -así les gustan que les llamen- charlan con Efe.

Antonio (padre) quizá hubiera seguido la carrera militar de la familia de su madre, pero le atrajo más continuar en el taller de forja que había puesto en marcha un tío soltero que, a su vez, enseñó a su padre.

En este taller pasó su infancia Antonio y cuando tuvo que decidir optó por seguir ahí. Algo parecido a lo que le sucedió, hace apenas una década, a su hijo Juan Antonio: estudió Economía y Dirección de Empresas y el cuarto curso lo pasó en Londres, un año que fue "un punto de inflexión" en su vida, reconoce, porque se dio cuenta de lo que realmente quería hacer.

Cuando regresó a España, Juan Antonio trabajó en un banco pero muy pronto lo dejó porque vio "que lo que más alegría me daba" era la herrería familiar (su padre iba a jubilarse en breve) y aportar un grado de "sensibilidad y estética" a la empresa familiar, ya centenaria.

"No solo es un negocio, es tradición, es tu padre, tu abuelo. Y tú lo que haces es coger el guante", explica Juan Antonio, que ahora es "el primer espada" de este taller ubicado en el número 14 de la calle Polán de Guadamur.

Asegura que cada vez tienen encargos "más bonitos" y que en su etapa como herrero busca "la excelencia y la vanguardia" para completar un oficio en el que ha crecido y en el que, como taller, han recibido multitud de reconocimientos y encargos nacionales e internacionales.

Por su parte, el padre apunta que en Juan Antonio se produjo "el milagro" del relevo en el taller, un lugar en el que "vivimos y gozamos todos los días, porque nos gusta lo que hacemos", asegura.

"Yo podía haber sido castrense como la familia de mi madre y él trabajar en un banco, pero al final somos herreros", dice con una amplia sonrisa de satisfacción.

En cuanto al busto de Miguel de Cervantes, Antonio (padre) explica que el modelado inicial en barro carecía de algunos rasgos que él añadió para reflejar la "intensa" vida del escritor: "tienes que saber un poco cómo ha sido su vida para interpretarle y dar expresión al rostro", asegura.

La pieza tiene 1,20 metros de altura y el año pasado, recuerdan los herreros, estuvo en el madrileño Barrio de las Letras con "mucho éxito" y recabando multitud de selfis de quienes pasaban al lado.

En el Museo del Ejército, la escultura está situada junto a una vitrina que muestra algunos de los valiosos fondos bibliográficos de esta institución, todos relacionados con el escritor, que también fue militar de infantería, detalla a Efe Teresa Moneo, jefa del Centro Documental del Museo.

Se exponen, entre otros, un ejemplar de la Vida de Cervantes de Juan Antonio Pellicer (1800), un Quijote de 1915, dos medallas conmemorativas, de la batalla de Lepanto (1571) y la fundida en 1818 en el II Centenario de Cervantes, y una réplica de una carta de pago otorgada por Cervantes como comisario de abastos de la Armada Española en 1590 (el original está en los almacenes del Museo).

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