El director teatral Lluís Pasqual: "Los clásicos no tienen fecha de caducidad"

Pasqual recogerá el próximo jueves el Premio Corral de Comedias del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro
El director teatral Lluís Pasqual: "Los clásicos no tienen fecha de caducidad"
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Lluís Pasqual recogerá el próximo jueves el Premio Corral de Comedias del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, un galardón con el que se siente honrado porque se lo otorgan sus compañeros, "una profesión en la que se supone que vamos todos con el revólver en la mano y no es del todo cierto".

Sonriente, satisfecho de la labor cumplida, pero aún con mucho por hacer, así se siente Lluís Pasqual (Reus, 1951) que aunque la jubilación no está entre sus proyectos tampoco tiene intención de morir en el escenario. "Un muerto en el escenario es muy difícil de sacar", dice con sorna, en una entrevista con Efe.

Dos óperas y una obra de teatro están en su agenda el próximo año, y continúa con su dedicación a la pedagogía a través de cursos y coloquios. "No sé si el teatro se puede enseñar, pero sí sé que se puede aprender con él".

También escribe esos conocimientos que desea transmitir para que otros, como hizo él, aprendan de sus mayores. "Los directores somos seres que observamos desde la sombra y aparentemente no tenemos gran cosa que decir".

Asegura que ha hecho muchas cosas en su vida, "empecé muy joven, pero hay que ceder el paso a los que por energía, juventud y mirada distinta tienen derecho a formar parte de otro eslabón de la cadena".

Con 25 años Pasqual era fundador y director del Teatre Lluire, con poco más de treinta llevaba las riendas del Centro Dramático Nacional y durante seis años se hizo cargo del Teatro L'Odeon de París. Ha conseguido el Premio Nacional de Teatro en dos ocasiones, 1984 y 1991, y la Medalla de Bellas Artes en 2018.

Ahora el director teatral recibe el Premio Corral de Comedias una distinción a su "trayectoria y su importancia como transformador de los lenguajes escénicos", según señaló el patronato del festival, así como por aportar a los clásicos una mirada contemporánea y vanguardista.

"Los clásicos no tienen fecha de caducidad, siempre tienen cosas que decirnos y en cada individuo resuenan de una manera distinta". Y como ejemplo recuerda las palabras de Laurencia en "Fuenteovejuna", "reto a las feministas a que descubran un texto tan enorme, un mitin tan brillante y esplendoroso".

Advierte que el corral de comedias nos habla de la importancia que tenía el teatro y los actores en el siglo XVII en la sociedad, un espacio de "libertad".

Señala, con cierto orgullo, que en un país "tan católico como este", cuando en la mayoría de los teatros europeos los papeles de mujeres estaban interpretados por hombres, "aquí, muchas actrices eran empresarias y los papeles de mujeres los interpretaban mujeres".

Pasqual apunta que en el albor del teatro clásico los actores "eran menos que una prostituta y, sin embargo, interpretaban a Dios, en el corral de comedias", que en su arquitectura es lo que representaban los bufones de Shakespeare "un sitio de pecado al que acudía el rey y se podían poner en cuestión todas las reglas de la sociedad".

Licenciado en Filosofía y Letras y en Arte Dramático por el Institut del Teatre, Pasqual ha puesto en marcha más de 150 espectáculos y ha diseccionado la obra de Lorca hasta fundirse con el poeta granadino.

Para el director el teatro es "artesanía, un refugio de pensamiento", un lugar de colectividad en el que "compartir inquietudes comunes".

Asegura que las personas necesitan encontrarse con otras porque "nos afecta lo mismo", y subraya que la pandemia ha traído una saturación de pantallas que deforman la realidad, mientras que en el teatro "cuando veo a un actor reír o llorar lo hace como yo. El teatro nos devuelve nuestra propia imagen" e ironiza al señalar que ahora se reseña que es en vivo "cuando siempre ha sido así".

En Almagro presentó dos espectáculos: "La hija del aire", de Calderón de la Barca, en 1981, protagonizada por Ana Belén, "mi primer clásico", y "El caballero de Olmedo", de Lope de Vega, en 2014 y siempre recordará el compromiso de la ciudad con el festival y su gusto por acudir a las representaciones. "Se respira teatro clásico por todos lados".

Pasqual reconoce que ha tenido "la suerte de hacer un trabajo maravillo y además me han pagado por ello".

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