'Tierra de leche y miel', el drama de los refugiados que anhelan un hogar

La película es un retrato colectivo del desplazamiento y las cicatrices de la guerra, centrada en las consecuencias de los conflictos armados en la antigua Yugoslavia y Abjasia, así como en la reciente situación de los refugiados sirios en Grecia
El abuelo de Dani, Gio y Vika, que fue leñador en Abjasia, les habla de los árboles que crecen en un parque de Tblisi
photo_camera El abuelo de Dani, Gio y Vika, que fue leñador en Abjasia, les habla de los árboles que crecen en un parque de Tblisi

'Tierra de leche y miel', una obra con sello toledano sobre el drama de los refugiados que huyen de los conflictos bélicos y que anhelan reconstruir su hogar, ha sido galardonada recientemente en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), un reconocimiento que ha hecho "mucha ilusión" a sus directores, quienes confían en que, de este modo, se dé un impulso a su distribución.

La película es un retrato colectivo del desplazamiento y las cicatrices de la guerra, centrada en las consecuencias de los conflictos armados en la antigua Yugoslavia y Abjasia, así como en la reciente situación de los refugiados sirios en Grecia.

Con una duración de 88 minutos, la cinta propone un acercamiento íntimo a unos personajes principales que, en su día a día, hacen frente al desarraigo y buscan un lugar donde asentarse para reconstruir su vida.

Lo cuenta, en una entrevista con la Agencia Efe, el toledano Gonzalo Recio, quien, junto a Héctor Domínguez-Viguera y Carlos Mora, ha dirigido esta producción, que ha logrado el premio al mejor documental en DOC_España en la 65 edición de la Seminci.

La idea surgió después de un viaje de trabajo y de una primera toma de contacto en los campos de refugiados del norte de Grecia, donde realizaron varias entrevistas y, tras analizar el material, vieron que el tema tenía el suficiente peso como para darle un tratamiento más amplio y no quedarse solo "en la inmediatez de la noticia" que prima en los medios de comunicación, explica Recio.

Y añade que fue entonces cuando decidieron "ampliar el horizonte creativo y tratar el problema del desplazamiento y la falta de vivienda, pero en países diferentes", de manera que grabaron a refugiados en Bosnia, Georgia y el norte de Grecia "en diferentes situaciones" para aproximarse de forma "más reflexiva" a su situación.

Nos planteamos el documental porque, partiendo de las entrevistas y documentos que teníamos, pensamos que, a veces, era difícil acceder a los sentimientos de estas personas mediante ese formato", continúa el director, y aclara que la película "es un retrato de su día a día, de sus esperanzas y anhelos".

Por tanto, "no es un documental de denuncia al uso, sino que intenta mostrar la historia personal de los protagonistas, más que el análisis político y social de los refugiados", agrega.

De un lado, en Sarajevo, relata la situación de Mirsada y su hija Vanesa, que sobreviven, después de 25 años, en un centro colectivo; en viviendas que, en principio, iban a ser provisionales, para personas que perdieron su residencia durante la guerra de los Balcanes, y donde esperan una solución habitacional definitiva que nunca llega.

En Grecia, los protagonistas son Alia y Hussein, una pareja de kurdos que huyó de la guerra en Siria y que espera la reunificación familiar, tras conseguir que sus hijos llegaran a Alemania.

Es una historia de esperanza, mezclada con tedio, porque viven en una especie de limbo legal", y a la que da dinamismo el reencuentro con su hija Zozan, indica Recio.

En Georgia está Bela, una mujer que, a sus 78 años, lucha cada día por recuperar los cuerpos de los desaparecidos en las guerras de Abjasia, a raíz de que, durante un bombardeo a un avión por parte de la artillería rusa, murieran sus dos hijos y sus dos hermanos, que viajaban en la aeronave.

A su vez, cientos de desplazados como consecuencia de este conflicto comienzan a adquirir en Tblisi viviendas gubernamentales que les fueron prometidas, pero a Dani, Gio y Vika, de 11 años, les cuesta asumir que tendrán que separarse de sus amigos y abandonar el barrio en el que han crecido, lo que contrasta con la visión adulta.

Tierra de leche y miel’ debe este título a un pasaje de La Biblia que hace referencia a la tierra prometida y que a los directores de la cinta les parecía que “encajaba muy bien” porque “nuestros protagonistas están en un punto de su vida en el que toda su ambición es esa, llegar a un sitio donde puedan estar cómodos y desarrollarse”, asegura el director toledano.

También admite que el reconocimiento conseguido en la Seminci ha sido "una sorpresa" porque el documental acaba de empezar su andadura en este tipo de festivales, tras un "larguísimo" trabajo de cerca de dos años de rodaje, postproducción y edición para relacionar las historias entre sí.

Confiesa que comenzar y recibir un premio ha hecho "mucha ilusión" a sus directores y que están "muy contentos", al tiempo que esperan que este galardón ayude a promocionar la película, que se encuentra en fase de distribución por otros festivales.

Citas culturales a las que quizá "viaje un poco huérfana" como consecuencia de la pandemia, dadas las limitaciones de aforo y restricciones de horario y movimiento, aunque Recio afirma que, tras el "parón absoluto" en los meses de confinamiento, el sector audiovisual va retomando proyectos "poco a poco" y volviendo a la normalidad. 

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