La Castilla-La Mancha de Cervantes que quizá no conoces

Fue la vida de Miguel de Cervantes una aventura apasionante, intensa, no exenta de un halo de misterio, de años enigmáticos y oscuros. Esa experiencia vital, junto a una imaginación portentosa, se derrama en la historia de Don Quijote. Historias, la de autor y personaje, que impregnan un buen puñado de lugares en Castilla-La Mancha.

La región ofrece al viajero rincones y tesoros en pueblos, ciudades y espacios naturales que encierran todavía la facultad de asombrar, de enamorar y de descubrir. Facultades que no faltaron en la vida del propio Cervantes.

La celebración del cuarto centenario de la muerte del escritor de la obra más universal de las letras castellanas se ha convertido en una oportunidad fantástica para conocer su apasionante vida y visitar aquellos rincones que en Castilla-La Mancha marcaron su trayectoria vital y la de Don Quijote. Los lugares más emblemáticos de su vida y viajes por la región se han vestido de gala apara recibir a los viajeros ansiosos por descubrir los espacios en los que pasó largas temporadas y en los que se gestó buena parte de su obra.

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Parada obligada es la localidad de Esquivias, a tiro de pierda de Madrid, y muy cerca de Toledo. Allí llega Cervantes con 38 años para, el 12 de diciembre de 1584, casarse en el templo parroquial con doña Catalina de Salazar y Palacios, vecina de la localidad. En la iglesia se conserva el Libro de Matrimonios donde queda documentado el enlace. Catalina era sobrina del hidalgo Alonso Quijada Salazar, en quien algunos investigadores han visto inspiración para el inmortal héroe literario de Don Quijote.

Debe el viajero hacer parada en el típico caserón del siglo XVI donde abre sus puertas la Casa Museo de Cervantes. En un ambiente que evoca las dependencias de las casas de la época se detalle aquellos años en la vida del escritor y su relación con la población de la comarca de La Sagra. A poco menos de 10 kilómetros se levanta el núcleo urbano de Illescas, en cuya Plaza de Infanzones parece que nuestro protagonista llegó a pasar algunas jornadas a la sombra de su centenario olmo. Imprescindible acercarse al Hospital de la Caridad donde se encuentran cinco lienzos de El Greco.

La cercanía con Toledo conduce a Cervantes en numerosas ocasiones a la capital castellanomanchega. Llegaría a pasar allí algunas temporadas en una casa del barrio de Andaque, muy cerca de las aguas del Tajo. La bulliciosa vida de la ciudad imperial le permitió tratar con comerciantes, caballeros, soldadesca, clérigos y pícaros. De todos ellos tomó buena nota para sus obras, dejándonos retazos de ellos enLa ilustre fregona –ambientada en la famosa Posada del Sevillano, muy cerca de la toledana Plaza de Zocodover y hoy desaparecida, aunque en la fachada del actual edificio se conserva una placa que hace referencia a este episodio-, La GalateaRinconete y CortadilloLa fuerza de la sangreLos trabajos de Persiles y SegismundaViaje del Parnaso y, como no, en El Quijote.

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En las páginas de su novela más universal, Cervantes relata que paseando un día por el Alcaná toledano, barrio comercial en los alrededores de la Catedral, compró unos cartapacios escritos en caracteres arábigos en los que se narraba la historia del singular hidalgo manchego. Cuatro siglos después, la visita a Toledo es obligada. Es fácil comprender el atractivo de la ciudad para el Príncipe de los Ingenios. Hoy la ciudad sigue manteniendo un considerable bullicio y ambiente popular; y se ha convertido, por derecho propio, en uno de los destinos de turismo patrimonial más bellos y atractivos del mundo. El casco histórico está abrazado por el río Tajo del que Cervantes, en el Viaje del Parnaso, dijo que sus aguas en vez de arena llevaban granos de oro. Claro que eran otros tiempos mejores para este cauce fluvial que, pese a todo, permite un agradable paseo por sus riveras.

Hacia el sur, por la autovía de Los Viñedos -que nos deja bien claro que estamos en tierra de vinos- llegamos a Argamasilla de Alba. El viajero debe acercarse a la Casa de Medrano de esa localidad manchega, en la que estuvo preso el escritor, y donde comenzó a escribir las aventuras del ingenioso hidalgo. Una cueva que hizo las veces de celda, una sencilla mesa de madera, una pluma, papel y la tenue luz de un candil marcaron el inicio de todo: «: .un lugar de la Mancha,.o recrea la celda os a Argamasilla de Albaida en la fachada del actual edificio se conserva una placa En un lugar de la Mancha...».

Estamos en tierras quijotescas. Son estas planicies de viñedos, olivares y trigales, las sierras del sur, los cerros, castillos, ventas y lagunas de La Mancha los escenarios de las andanzas de Don Quijote y su fiel Sancho Panza. Casi todo en esta comarca rezuma sabor cervantino. Estamos en una geografía que encierra los más emblemáticos espacios quijotescos: blancos molinos, llanuras de horizontes infinitos, antiguas ventas salpicadas de añil, pueblos de silenciosas calles, sobrios caseríos, verdes viñedos sin fin y singulares lagunas. Localidades como Villanueva de los Infantes, Consuegra, Madridejos, Tembleque, Mota del Cuervo, Alcázar de San Juan, Manzanares, San Clemente, Puerto Lápice o Almagro no le dejarán indiferente. Indispensables en el universo cervantino son, además, la Casa Museo de Dulcinea en El Toboso, las espectaculares Lagunas de Ruidera y la muy quijotesca Cueva de Montesinos.

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Celebrando a Cervantes

La celebración del cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes ha inundado de actividad las plazas mayores, calles, teatros, bibliotecas y espacios escénicos de Castilla-La Mancha. Durante todo el año se han programado en toda la región actividades en las que no falta teatro, literatura, danza, exposiciones, cine, gastronomía, mercados, rutas, concursos, premios, festivales, conciertos, luz y sonido... Una amplia y variada programación que puede consultarse en www.cervantescuartocentenario.com. Grandes eventos, como grandes fueron los sueños e ideales del genial escritor, y pequeñas actividades abiertas a la participación de los ciudadanos de todo el mundo, en algunos casos, y de los vecinos y visitantes de los lugares cervantinos que jalonan la geografía de esta auténtica Tierra de Don Quijote.

Con pan y vino se anda el camino

Aunque Cervantes nos contara las penurias culinarias del hidalgo –más vaca que carnero, salpicón, duelos y quebrantos, lentejas y algún palomino– este viaje a la tierra de Don Quijote es una magnífica ocasión para degustar la rica gastronomía manchega, generosamente citada en las páginas de la novela. Si en sus desvaríos Don Quijote confundía los molinos con gigantes, las ventas en castillos y los rebaños de ovejas con ejércitos, nuestros maestros restauradores fantasean hoy fusionando en sus cocinas carnes de cordero o cerdo, liebres, perdices, bacalaos, quesos, escabeches, legumbres, hortalizas, berenjenas, ajos, azafrán, vinos, aceites y dulces de horno o de sartén elaborando exquisitos manjares que en nada desmerecen a las fabulosas viandas servidas en aquellas famosas Bodas de Camacho.

Pasaporte al universo cervantino

Viajar para seguir viajando. Bien puede ser ese el lema del Pasaporte Virtual Cervantes que permite ganar escapadas exclusivas por los rincones más bellos de la geografía castellanomanchega. Solo hay que consular la web: www.pasaportecervantes.com para hacerse con el pasaporte virtual y saber cómo conseguir los sellos y disfrutar de los premios. Una manera divertida de conocer lo lugares cervantinos.

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