El comisario Manuel Laguna: tesón y serenidad para ganar la batalla a la COVID-19

El comisario ha superado el coronavirus tras estar ingresado 77 días y, de ellos, más de dos meses en estado crítico
El comisario Manuel Laguna: tesón y serenidad para ganar la batalla a la COVID-19
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La lucha frente a duras batallas durante 40 años en la Policía Nacional han contribuido a que Manuel Laguna, actual jefe la Comisaria provincial de Cuenca, haya podido contar con la entereza necesaria para hacer frente al peor trance de su vida y ganar la batalla a la COVID-19 tras 63 días en la UCI.

Esa es la principal reflexión que comparte Laguna con la Agencia Efe, en la primera conversación mantenida con un medio de comunicación tras salir el 5 de junio del Hospital “Virgen de la Luz” de Cuenca, donde ha estado ingresado 77 días y, de ellos, más de dos meses en estado crítico.

Laguna, de 58 años y natural de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), ha combatido en diferentes puestos de la Policía Nacional a lo largo de su trayectoria a la banda terrorista ETA o el yihadismo, donde ha conocido de cerca la muerte.

Crudeza que cree que le ha dotado de la entereza suficiente ante la adversidad para poder estar preparado “psicológicamente” y afrontar, esta vez con él como superviviente, la batalla de su vida.

Durante más media hora, Laguna rememora en un detallado relato cada uno de los momentos que ha vivido desde que el pasado 20 de marzo, tras pasar un constipado “sin más” pero sentirse “algo flojo” aunque “sin fiebre”, acudió a su médico de cabecera, quien le remitió directamente al Hospital Virgen de la Luz de la capital conquense.

Recuerda que el último acto público en el que participó presencialmente fue el 9 de marzo y once días después se encontraba en el centro hospitalario, donde acudió por su propio pie y donde acabó ingresado dos noches en una habitación compartida con otro paciente de Barajas de Melo, hasta que sufrió “la crisis”.

Con esa palabra Laguna define el momento el que cambió todo, “de repente”; le bajaron al área de Quirófanos habilitada para pacientes críticos, dado que la UCI del complejo hospitalario conquense estaba al completo en esos momentos.

La enfermedad empezaba a azotar en Cuenca, donde hasta ahora se ha cobrado al menos 313 vidas, según los datos oficiales de la Consejería Sanidad.

Dos meses ha estado en la Unidad de Cuidados Intensivos (el paciente que más tiempo ha permanecido allí durante esta pandemia en Cuenca según el Sescam), 32 de esos días en coma inducido.

La enorme bajada de defensas que tuvo, cuenta Laguna, se agravó después con problemas renales, que lo dejaron con un halo de vida, la suficiente como para remontar y recordar incluso con nitidez “algunas pesadillas”, además de su primer despertar y la extraña sensación de no poder hablar por la traqueotomía. 

Sin poder recibir visitas, desvela que un pequeño aparato de radio ha sido su principal compañero durante todo este tiempo; voces con las que ha podido seguir la evolución de la pandemia mientras él recuperaba poco a poco la suya.

Salió del Hospital en silla de ruedas y sabe que le costará semanas e incluso meses recuperarse al 100 por ciento, pero cumple a rajatabla la batería de ejercicios que le ha marcado su fisioterapeuta, al que ha expresado su enorme gratitud como al resto de personal sanitario que le ha atendido con esmero todo este tiempo en el centro hospitalario.

También agradece todas las muestras de afecto que ha recibido de todos los ámbitos, sobre todo a través de “cientos de mensajes” en su teléfono móvil.

Principalmente desde la Dirección General de la Policía y la Jefatura Superior de Castilla-La Mancha, además del resto de España, de sus compañeros de la Comisaría de Cuenca, amigos, familiares y ciudadanos anónimos que se han preocupado por su estado.

Incluso las Carmelitas, que sabe que han rezado por él cada día, según señala emocionado, igual que los capellanes del Hospital, que le acompañaron en los duros momentos de soledad.

También a todos los que participaron, entre aplausos, el pasado viernes cuando recibió el alta, tanto en el hospital, como a las puertas de la Comisaría Provincial.

La enfermedad le ha hecho perder en este tiempo unos quince kilos, pero no el apetito, reconoce con humor, mientras resalta que ahora, ya en casa, los guisos caseros que le preparan "con mimo" contribuyen a seguir adelante, igual que volver al hogar familiar que comparte con su mujer, su hijo y su madre de 90 años, quienes también han pasado la COVID-19 pero de forma más leve.

Una dura experiencia y tres meses de angustia familiar que, no obstante, insiste Laguna, quiere que ayude a mandar un mensaje de esperanza a todos los que padecen la enfermedad, para que tengan fuerza, para que sigan adelante, “para que no tiren la toalla”, y piensen que es posible salir de cuatro paredes, volver a respirar al aire libre y ver el mar, uno de sus deseos a día de hoy.

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