Morante, Talavante, López Simón y una gran tarde de toros en Cuenca

Los diestros Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y López Simón, salen a hombros tras el tercer festejo de la Feria de San Julián - EFE/Santiago Torralba
photo_camera Los diestros Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y López Simón, salen a hombros tras el tercer festejo de la Feria de San Julián - EFE/Santiago Torralba

Los diestros José Antonio "Morante de la Puebla", Alejandro Talavante y Alberto López Simón ofrecieron una gran tarde de toros hoy en Cuenca, en el cuarto festejo de su feria taurina de San Julián, en el que los tres salieron a hombros después de repartirse un total de siete orejas.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Zalduendo, de correcta y desigual presencia, nobles y bravos en su conjunto, a excepción del deslucido sexto.

José Antonio "Morante de la Puebla", oreja y oreja tras aviso.

Alejandro Talavante, oreja con petición de la segunda y dos orejas.

Alberto López Simón, oreja y oreja.

La plaza registró tres cuartos de entrada en los tendidos.

DE LAS QUE HACEN AFICIÓN

La cuarta del abono conquense resultó una gran tarde de toros; porque hubo eso, toros -de presencia simplemente aceptable pero que resultaron bravos- que propiciaron aquello para lo que son criados: el toreo.

Hubo mucho, toreo, y brotó -en mayor o menor medida- de los engaños manejados por los tres espadas actuantes.

Morante de la Puebla cuajó no a uno, sino a sus dos toros. Y, como pueden imaginar, el goce fue esplendoroso. Desde su primero. ¿Para qué esperar más? El sevillano hilvanó una sucesión de series en redondo con ambas manos sobresalientes, intercalando de vez en cuando "kikirikís", molinetes y demás parafernalia torera de principios de siglo.

No fue faena larga, pues el toro, de tanta exigencia, se vino abajo transcurridos apenas cinco minutos, por lo que a la gente le supo a poco. ¿Poco?. Ese debe ser el motivo -no hay otra explicación- para que tan solo se le pidiera un trofeo después de matar de entera arriba al primer intento.

Su segundo no hizo cosas bonitas en los dos primeros tercios, en una lidia algo desordenada. Pero cuando el de Zalduendo se quedó a solas con Morante, empezó a repetir con cierta continuidad, y el sevillano, de muy buen talante toda la tarde, lo condujo con esa elegancia sin afectación tan suya para deleite de todos. ¡Incluso le tocaron un aviso!. Soberbio Morante.

No le fue a la zaga Talavante, quien consumó dos faenas de corte muy vertical en el que jugó la cintura acompañando las acometidas de su lote.

En el quinto abrió y cerró faena de muleta de la misma guisa: de rodillas. Entre medias hubo toreo de enjundia y gusto por los dos pitones. Mató de estocada algo trasera y las dos orejas fueron a sus manos, a pesar de que el palco en Cuenca, este año, no está por regalar trofeos.

López Simón no pudo rayar a la altura de sus compañeros de cartel; fundamentalmente porque su lote no ofreció tantas opciones.

El tercero acometió encastado pero punteando de manera incómoda. Le plantó cara el madrileño con mando y limpieza intermitente, destacando algunos pasajes por el pitón derecho.

El último de la tarde fue el garbanzo negro, por topar y no rebosarse en su viaje. En uno de los parones del "zalduendo", aguantado sin moverse por su matador, Simón resultó volteado de manera espectacular pero sin aparentes secuelas graves.

Culminó el trasteo con una gran estocada entera arriba que le abrió la puerta grande, que atravesó a hombros en triunfo junto a Morante y Talavante para regocijo de los tendidos de la capital manchega.

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