Miles de personas juegan a Las Caras, una peculiar tradición de Semana Santa

Miles de personas juegan a Las Caras, una peculiar tradición de Semana Santa - EFE/Mariano Cieza
photo_camera Miles de personas juegan a Las Caras, una peculiar tradición de Semana Santa - EFE/Mariano Cieza

Miles de personas han tomado las calles de Calzada de Calatrava (Ciudad Real), el pueblo natal de Pedro Almodóvar, para participar en 'Las Caras', un juego de azar en el que se apuestan importantes cantidades de dinero al que se juega en Semana Santa.

Esta costumbre, que se ha convertido en una peculiar tradición de la Semana Santa y está declarada como fiesta de Interés Regional, ha atraído hasta Calzada a gentes de numerosos lugares de Castilla-La Mancha y de otras comunidades autónomas, para asistir a uno de los eventos más importantes de la Ruta de la Pasión Calatrava.

El alcalde de Calzada de Calatrava, Félix Martín, ha explicado a Efe que el municipio se ha volcado, una vez más, para recibir "un aluvión importante" de gente que año se acerca al municipio, bien a apostar en 'Las Caras' o bien atraídos por conocer un tradición que es "única y muy singular" y que se lleva practicando sin interrupción desde épocas muy lejana.

Martín ha comentado que el juego, que se celebrará hasta momentos antes de comenzar la procesión del Viernes Santo, se está desarrollando con total normalidad.

Las Caras parecen tener su origen en el primer Viernes Santo, pues los romanos despojaron a Jesús de sus vestiduras y se las jugaron a los dados.

Una segunda hipótesis es que Judas se jugó las treinta monedas con las que entregó a Cristo, mientras que una tercera apunta a que los soldados romanos pagaron monedas por la túnica de Jesús que habría sido subastada, por lo que solo se juega en Semana Santa.

En el juego, que se desarrolla entorno a un corro, hay una persona que tiene la banca y alrededor se colocan los apostantes, que reciben el nombre de puntos, no existiendo más límites para las apuestas que el fondo del que disponga la banca que, situada en el medio del círculo y cubre las apuestas depositadas en el suelo.

El baratero es quien organiza y cuida que el juego se haga con normalidad.

Para jugar, se utilizan dos monedas de cobre del reinado de Alfonso XII, con la cabeza del rey y el escudo bien visibles.

El que tiene la banca junta las piezas, quedando a la vista la cara de las monedas.

La gente del corro, los llamados puntos, apuesta su dinero, y la banca pone en el suelo la misma cantidad, tras lo cual se tiran al aire las monedas.

Si al caer al suelo y botar salen las dos caras hacia arriba, el baratero grita ¡Caras!, y la banca recoge todo el dinero de las apuestas.

Si, por el contrario, después de caer y botar quedan visibles los escudos, entonces se grita ¡Cruces! y son los puntos quienes recogen el dinero de sus respectivas apuestas, pues resultan los ganadores del juego.

Si las piezas al caer, quedan cada una posición diferente, se grita ¡Cara y Cruz!, con lo que no gana nadie y se vuelve a iniciar el juego.

Los organizadores de esta fiesta aseguran que es muy difícil calcular el dinero que se mueve en esta fecha, pero no resulta exagerado cifrar en miles de euros la cantidad que se juegan y cambia de bolsillo este día. 

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