Las grullas, el reclamo para visitar estos meses Las Tablas de Daimiel y Cabañeros

Las grullas, el reclamo para visitar estos meses Las Tablas de Daimiel y Cabañeros - EFE/Mariano Cieza
photo_camera Las grullas, el reclamo para visitar estos meses Las Tablas de Daimiel y Cabañeros - EFE/Mariano Cieza

La grullas comunes convierten a los parques nacionales de Las Tablas de Daimiel y Cabañeros en lugares con encanto donde en estos meses de otoño e invierno es irresistible acercarse para disfrutar de estas grandes aves migratorias.

La llegada de la grulla común a Castilla-La Mancha, una de las regiones de la península ibérica que acoge a miles que llegan para pasar el periodo invernal, se ha convertido en los últimos años en uno de los grandes atractivos del turismo de naturaleza.

Los parques nacionales castellanomanchegos, junto a otros espacios que forman parte de la Red Natura 2000, como el Valle de Alcudia y las lagunas de Alcázar de San Juan, también en la provincia de Ciudad Real, o los embalses de Rosarito, Navalcán y Castrejón, y las lagunas de Villacañas y Miguel Esteban, en la provincia de Toledo; y la laguna de Manjavacas y del Hito, en Cuenca, llegan a cobijar a miles de estos ejemplares.

Alejandro del Moral, gerente de la empresa 'Caminos del Guadiana, especializada en Ecoturismo', con amplia experiencia en la interpretación de espacios protegidos y en especial en el entorno del Río Guadiana, ha explicado hoy a Efe que las Tablas de Daimiel reciben cada año entre 4.000 y 5.000 grullas.

Las tablas fluviales de este espacio protegido, que presentan una inundación entre 30 o 40 centímetros, se convierten en un lugar ideal para el descanso y reposo de estas aves viajeras.

Las grullas, comenta, "buscan el interior del agua porque les ofrecen seguridad ante la presencia de cualquier depredador, pues el agua actúa como alarma natural en caso de que alguno de ellos intente acercarse a ellas".

Esta es una de las razones principales por las que las grullas deciden quedarse en Las Tablas de Daimiel durante la época invernal, pero otra, no menos importante, refiere, es que el parque nacional está rodeado de encinares y campos de cereal donde estas aves encuentran los alimentos que más les gusta.

Del Moral, que acompaña a un grupo de turistas en un recorrido por Las Tablas de Daimiel para observar las grullas, explica que llegan desde el norte de Europa, donde crían, no tanto huyendo del frío sino del poco alimento que les queda como consecuencia de la llegada de las nieves que cubren este territorio. "Las grullas soportarían el frío en el norte de Europa, pero no la falta de alimento, por eso que cada año hagan estos viajes tan largos", dice.

Del Moral explica a los turistas que existen varias especies de grullas, además de la común, que es la que llega a la península ibérica para invernar, y que tienen algunos récord curiosos, en el caso de una grulla siberiana el haber vivido 83 años, lo que para una ave es una "longevidad altísima".

La grulla común, asegura ante la atenta mirada de los turistas, también tiene el récord de ser el ave a la que se le ha visto volar más alto, al llegar a alcanzar los 1.800 metros de altitud.

De esta especie, asegura, es muy especial su compartimiento durante el cortejo, "algo que no se puede disfrutar en España puesto que aquí no cría, pero cuya singularidad, plagado de danzas y juegos hacia su pareja, se dice que ha llegado a inspirar las danzas ceremoniales de algunas civilizaciones".

Del Moral recuerda que el nombre científico de la grulla común, 'Grus grus', es casi el más fácil de recordar de todos los de las aves, porque es similar al sonido que emiten cuando van volando y que tiene la peculiaridad de poder ser escuchado casi a dos kilómetros de distancia.

Este sonido, asegura, se produce cuando el viento pasa a través de un hueso que tiene este ave en el cuello y que se reproduce con tanta fuerza que se puede escuchar a grandes distancias.

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