Las Luminarias, una tradición del patrimonio etnográfico con esencia y alma

Fontanarejo volvió a celebrar tras la pandemia esta fiesta singular donde se queman cientos de haces de romero verde
Las Luminarias de Fontanarejo (Ciudad Real), una tradición del patrimonio etnográfico con esencia y alma - EFE/Jesús Monroy
photo_camera Las Luminarias de Fontanarejo (Ciudad Real), una tradición del patrimonio etnográfico con esencia y alma - EFE/Jesús Monroy

Los vecinos de Fontanarejo no podían ocultar anoche su felicidad por volver a quemar, a las puertas de sus viviendas, el romero verde con el que cada 30 de abril celebran 'Las Luminarias", considerada como una de las tradiciones con más esencia y alma del patrimonio etnográfico de Castilla-La Mancha.

Esta fiesta de carácter exclusivo y distintivo, de la que no se celebra otra igual en ningún otro punto de la región, volvía a celebrarse tras dos años sin poder hacerlo por motivo de la pandemia.

Sus gentes volvieron a las calles de este pequeño y bello municipio para cumplir con el rito colectivo de quemar, todos a la vez, cientos de haces de romero verde, con los que se inunda de humo purificador cualquier rincón de este enclave situado en las proximidades del Parque Nacional de Cabañeros.

Se trata de una ancestral tradición cuyos orígenes no están concretados documentalmente, aunque este rito colectivo en el que participa desde los niños hasta los más longevos, se ha pasado de generación en generación como expresión de la tradición popular.

Durante cientos de años, esta costumbre hace que todo un pueblo salga a la calle para mantener viva una fiesta que comienza a primera hora de la mañana con la recogida de los cientos de haces de romero verde, que son recolectados en los montes próximos al municipio.

Mariano López explica que cuando despunta el primer sol del día 30 comienza el trabajo de coger el romero que luego se ha de quemar cuando llega el ocaso.

"Desde primera hora de la mañana, con la recogida de romero, se empieza a vivir una fiesta que cada año esperamos como la más importante de todas las que celebramos en Fontanarejo", dice.

El romero verde cogido se coloca a las puertas de las casas, y es entonces, cuando el sol se pierde por el horizonte, en torno a las nueve de la noche, cuando al toque de campana desde la iglesia, todos lo queman a la vez.

El pueblo entonces se inunda por completo de un intenso olor a romero y de un espeso humo que lo hace invisible, creando un momento mágico y misterioso.

Cuentan los vecinos que este ritual, que no tiene un origen claro, se basa en la creencia de que fue utilizado por sus antepasados para hacer frente a otra de las grandes pandemias que vivió España, la de la peste, que asoló en la edad media gran parte del país.

De hecho, hasta hace sólo unos años, los vecinos dejaban las puertas y ventanas de sus viviendas abiertas para que el denso humo circulara por ellas, purificando todo lo que encontraba a su alrededor.

Los mayores del municipio así lo recuerdan a Efe, como el tío Felipe y la tía Paulina, que a sus 91 y 86 años, ayer no quisieron perderse este día y a las puertas de su casa quemaron también su luminaria.

Felipe Martín Fernández y Paulina Muñoz Martín, junto a su hija y su yerno, vieron arder el romero, mientras no podían ocultar su alegría de hacerlo tras haber superado una pandemia como ya hicieron sus antepasados.

"¡Qué humo más bonito y claro!" decía sin ocultar para nada su alegría Paulina, que recordaba cómo desde pequeña había vivido esta tradición junto a sus padres.

"Lo pasábamos muy bien cada vez que llegaban Las Luminarias y cómo no, el día después, que celebramos la romería de San Felipe y Santiago".

Felipe y Paulina no lo dudan, mientras puedan seguirán siendo fieles a esta tradición, y el año que viene, asegura Paulina, "volveremos a salir a la puerta de la casa" para gritar con fuerza ¡Viva San Felipe y Santiago".

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