Albacete pone en valor su indumentaria tradicional como parte de su etnografía

En el Día de Exaltación del Traje Manchego en la jornada folclórica de la Feria de la ciudad
Albacete pone en valor su indumentaria tradicional como parte de su etnografía
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El Grupo de Folclore Abuela Santa Ana ha celebrado un año más el Día de Exaltación del Traje Manchego, con el que el Ayuntamiento de Albacete pretende dignificar la vestimenta manchega como parte de la etnografía albacetense.

Así lo ha explicado el vicealcalde y concejal de Feria, Vicente Casañ, quien, acompañado de la concejala de Economía y Hacienda, María José López, y del concejal de Sostenibilidad, Julián Ramón, ha participado en esta jornada folclórica, que ha consistido en un desfile desde la plaza de la Catedral hasta el parque de los Jardinillos de la Feria, donde se ha exaltado la vestimenta manchega, según ha informado el Consistorio albaceteño en nota de prensa.

Además, con esta actividad, además de disfrutar de música, baile e indumentaria, los numerosos asistentes han recibido unas nociones generales para poder peinarse de forma correcta cuando vistan su traje tradicional.

El Grupo de Folclore Abuela Santa Ana lleva realizando este acto desde los años noventa, enmarcado dentro de la programación de la Feria de Albacete, una iniciativa con la que se pretendía dar un impulso a la investigación y difusión de la indumentaria tradicional de la provincia de Albacete, y por ello este acto se convierte en una de las citas más importantes y esperadas dentro de la Feria, con lo que el Ayuntamiento quiere promover el cuidado de las tradiciones, a la vez que dignificar y darle valor a la vestimenta popular como parte de la etnografía albacetense.

Para llevar a cabo este trabajo, el Grupo de Folclore Abuela Santa Ana utiliza diferentes fuentes, como son los protocolos notariales, hijuelas y testamentos, boletines oficiales de la provincia, los grabados y fotografías, y sobre todo el trabajo de campo a través de la localización de prendas antiguas, lo que nos ha permitido realizar diversas exposiciones en la ciudad.

EVOLUCIÓN DE LA VESTIMENTA

Según ha explicado Abuela Santa Ana, durante la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX se impuso para la mujer un cierto lujo en el vestir popular, utilizando, quien podía permitírselo, tejidos nobles como la seda y lanas de calidad, bien tintadas y abatanadas. Estos tejidos convivieron con las indianas de algodón y lienzos caseros, evolucionando posteriormente a finales del siglo X hacia tejidos más ligeros y con menos volumen, pero en convivencia con prendas anteriores como los refajos.

En el hombre predominó el calzón corto hasta que llegaron las nuevas modas del pantalón largo, prenda que tardó mucho tiempo en implantarse de forma generalizada. Los chalecos de diferentes tipos y tejidos, fueron las piezas que marcaban las diferencias sociales, mostrando el mayor poderío del traje acompañado con las botonaduras muchas veces de plata.

A lo largo de estos años, el Grupo de Folclore Abuela Santa Ana ha dado a conocer la diversidad de prendas que vistieron sus antepasados en toda la provincia. Se han mostrado múltiples tipos de refajos, mantones, chalecos, prendas de interior absolutamente desconocidas, delantales, prendas de abrigos, así como la forma de utilizarlas y vestirlas correctamente. Para ello, durante el Día de Exaltación del Traje Manchego, cada año se suelen mostrar piezas originales en mayor medida, acompañadas de datos y explicaciones.

ESTE AÑO, EL PEINADO

En la edición de este año, Abuela Santa Ana se ha centrado en los peinados de la mujer, ya que el peinado debe considerarse como parte imprescindible en el traje tradicional. La sociedad de la época, y las modas imperantes, nunca permitieron que la mujer llevase el pelo suelto. Al igual que la indumentaria varía según la moda del momento y la clase social, el peinado iba en consonancia con ello. Estas modas en el peinado, se extienden con pequeñas matizaciones a lo largo y ancho del país.

Ha añadido el Grupo Folclórico que han encontrado recogidos con moño de picaporte, una especie de pleita trenzada que incluso se llegaba a hacer con 19 ramales de pelo. También fueron populares los rodetes, un peinado de estilo isabelino, consistente en una trenza enrollada sobre las sienes y que se combinaba con el moño de picaporte citado anteriormente. Otros tipos de moño que se impusieron con posterioridad fueron los moños bajo, realizado de diversas formas, como el llamado zorongo o de castaña.

Las mujeres más jóvenes tenían permitido lucir trenzas, que en ocasiones rodeaban la cabeza dando lugar al conocido peinado de corona. Incluso hasta mediados del siglo XX se podían observar a niñas de nuestra ciudad acudir al colegio con rodetes.

El tiempo que se utilizaba para peinarse y despeinarse era considerable y se conocen técnicas como mojar el pelo con agua con limón o cera para que fuese más fácil y duradero. Junto al peinado, para determinadas ocasiones, se lucían peinetas, agujones y horquillas, al igual que cintas de seda, algunas de ellas procedentes de la Real Fábrica de Seda de Talavera.

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