Varios expertos en opinión pública certifican la muerte del bipartidismo en España

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Varios expertos en opinión pública han debatido en el marco del XII Congreso Español de Sociología sobre el nuevo escenario político, con una conclusión principal, pese a la recuperación del PP y la resistencia del PSOE el 26J, el "colapso" del bipartidismo no es coyuntural ni pasajero.

En sus intervenciones en las sesiones del congreso celebrado en Gijón y en varias conversaciones con Efe a lo largo de estos días, diversos sociólogos han ido desgranando las razones que justifican su convencimiento de que la nueva estructura política no es fruto de un "calentón electoral".

La crisis económica, detrás de la que todos coinciden en ver unos cambios tecnológicos muy profundos y que se han producido más rápido que nunca en la historia; las nuevas formas de comunicación; la propia estructura de los viejos partidos y, por encima de todo, una brecha generacional cada vez más evidente en muchos países, son factores que explican que difícilmente las cosas vayan a volver a ser como antes, al menos a corto plazo.

El presidente de GAD3, Narciso Michavila, enmarca este proceso en todo lo que está ocurriendo en los países occidentales y explica que deberemos acostumbrarnos a ciclos electorales más cortos, a grandes variaciones en un corto espacio de tiempo, a que lo que ocurre en países de nuestro entorno tenga más influencia que la experiencia de 30 años de voto en España; en definitiva a un mundo cada vez más pequeño.

En medio de ese mundo cambiante resulta difícil imaginar que el binomio PP-PSOE pudiera salir indemne, máxime cuando se trata de partidos que responden a los intereses de un determinado segmento de la población, frontalmente contrapuestos a los de otros.

En general, el sistema social europeo preserva muy bien los derechos de los mayores, explica Michavila, quien describe la situación en España:

En estos momentos, quienes llegan a la edad de jubilación tienen una pensión garantizada que ronda los 1.400 euros; la perciben los dos miembros del matrimonio; el 85 por ciento tiene vivienda en propiedad, transporte y sanidad gratuitos...

Esa situación permitió evitar un estallido social en España en los peores momentos de la crisis, ya que las familias se sostuvieron a costa de los mayores, pero a la vez ha generado una enorme brecha social.

Así, los hogares de personas mayores tienen por primera vez una renta per cápita superior a los de los jóvenes que están trabajando, por no decir a los de parados y estudiantes.

Varios expertos han coincidido en sus declaraciones a Efe: los partidos políticos tradicionales (PP y PSOE) no están preparados para defender intereses tan dispares y, cuando las diferencias se han hecho más visibles, han optado, por lo más fácil, por los mayores.

Otro elemento que pone de manifiesto esa brecha es, según los expertos consultados, la manera de acceder a la comunicación; mientras los mayores de 55 años se informan a través de la televisión generalista, los jóvenes lo hacen sobre todo en internet.

La televisión generalista fomenta el bipartidismo, una forma estable de ver las cosas, sostiene Michavila apoyado por varios de sus colegas, mientras que internet y los nuevos canales de TDT son multipartidistas por definición.

José Antonio Gómez Yáñez, de la Universidad Carlos III de Madrid y coordinador del grupo de trabajo sobre opinión pública y demoscopia del congreso, pone fecha al momento en que empezó a romperse el bipartidismo.

En la primavera de 2009 "se desbordó el vaso del PSOE", importantes colectivos de votantes empezaron a pensar que su partido les había abandonado; los socialistas pierden 4 millones de votos en 2011, de los que, según Gómez Yáñez, un millón fue al PP -recuperables-, cerca de medio millón a UPyD -potencialmente recuperables- pero el resto abandonaron el partido camino de la abstención a la espera de mejores ofertas.

Esa bolsa de votantes socialistas que se abstuvieron en 2011, junto a la de los "abstencionistas crónicos" explican el éxito fulgurante de Podemos en las elecciones europeas de 2014, municipales, autonómicas y generales de 2015.

Los expertos coinciden en que ese voto joven y urbano que se ha ido del PSOE a Podemos, haciendo escala muchos de ellos en la abstención, no va a volver a los socialistas, al menos de momento.

Quien quiera ver una contradicción a ello en la resistencia ofrecida por el PSOE al "sorpasso" en las elecciones del 26J debe tener en cuenta, según Gómez Yáñez, que lo que está volviendo es "la reserva emocional del PSOE" compuesta por jubilados, obreros no cualificados y amas de casa.

Aunque recuerda que "toda sociedad tiende al bipartidismo", entiende que ha de pasar un largo de período con más de dos opciones electorales.

Este sociólogo augura que la dura batalla entre los socialistas y Podemos por ese espacio electoral tardará en resolverse y en ambos frentes ve debilidades:

En su opinión, el PSOE "vive del pasado" como lo prueba que su logotipo y el lema elegido para esta campaña -Un sí por el cambio- son prácticamente idénticos a los de 1982.

En cuanto a Podemos, su principal problema es la dificultad de mantener cohesionada una base social muy heterogénea y territorialmente dispersa.

Pablo Ferrándiz, vicepresidente de Metroscopia, coincide básicamente con estos análisis y en su informe sobre "Perfil del votante y transformación del sistema de partidos" señala que en 2010 empezaron a darse una serie de circunstancias que crearon el caldo de cultivo para que lo aprovecharan nuevas fuerzas políticas.

PP y PSOE empiezan a aparecer en las encuestas como "problema" y no como solución; los ciudadanos dejan de diferenciar entre unos y otros; las estructuras de los dos partidos no permiten cauces de participación; la corrupción, que no es nueva, comienza a percibirse como un problema para el bolsillo de la gente.

Dado que IU y UPyD no lograban recoger ese éxodo de votantes de los dos grandes partidos, surgieron dos nuevas opciones y se produjo en 2015 el colapso del bipartidismo: por primera vez en España había cuatro partidos con un porcentaje de entre el 10 y 30 por ciento de los votos.

Los nuevos partidos habían logrado 109 diputados y nueve millones de votos.

El multipartidismo "está aquí para quedarse", según Ferrándiz, quien destaca como una de las conclusiones del 26J que, al margen del estancamiento de Podemos y la recuperación del PP, después de seis meses de dificultades y sin gobierno, los españoles "no han echado de menos el bipartidismo".

Es cierto que el panorama ha cambiado y que, en lugar del dos "viejos" frente a dos "nuevos", el reciente resultado electoral ofrece un panorama más parecido a un 1-2-1, con PSOE y Podemos disputándose el segundo lugar tras el PP y con C's subiendo y bajando más coyunturalmente, según han dicho a Efe varios expertos.

Francisco Camas, también de Metroscopia, insiste en que el arraigo del voto en los partidos nuevos en términos sociales es muy importante como para pensar que puedan esfumarse en los próximos años, sino que, al contrario, esas opciones, o incluso otras que puedan surgir, tenderán a ir consolidando su respaldo electoral.

La razón es simple: en 1981, un 35,4 por ciento del censo estaba formado por personas de entre 18 y 34 años, frente a un 30,3 por ciento de mayores de 55. Ahora, en el último censo, el 21,5 por ciento son potenciales votantes de menos de 35 años y el 40,1 por ciento tienen más de 55.

La radiografía del voto que apunta el citado informe de Metroscopia señala que, además de entre jóvenes y viejos, el voto empieza a estar dividido en España por otros parámetros:

Así, Podemos y Ciudadanos absorberían el voto de trabajadores por cuenta ajena y estudiantes -estos últimos, sobre todo Podemos- y tendrían sus apoyos en las ciudades más que en los pueblos, en el norte y la periferia, más que en el centro y sur del país -con la excepción de Madrid, donde también se concentra el voto de los nuevos-.

Los partidos tradicionales no pueden renunciar al voto de los mayores, que además suponen la mayoría de los votantes, pero con esas propuestas tendrán cada vez más difícil captar el de los jóvenes, por tanto, el multipartidismo está servido.

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