Cronología de un apoyo parlamentario menguante y de una tensión creciente

La semana que viene comenzará previsiblemente con la convocatoria de un pleno para debatir y votar la cuarta petición de prórroga del estado de alarma; la cuarta desde el 14 de marzo, cuando el Gobierno decretó esta situación excepcional para contener el avance del coronavirus
Vista general del pleno extraordinario celebrado el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados para explicar la declaración del estado de alarma y las medidas para paliar las consecuencias de la pandemia del coronavirus
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La primera prórroga del estado de alarma fue autorizada por el Congreso sin votos en contra, pero la cuarta corre el riesgo de no salir adelante. Entre una y otra, mes y medio durante el que el apoyo parlamentario al Gobierno ha menguado casi a la misma velocidad a la que subía la tensión política.

La semana que viene comenzará previsiblemente con la convocatoria de un pleno para debatir y votar la cuarta petición de prórroga del estado de alarma; la cuarta desde el 14 de marzo, cuando el Gobierno decretó esta situación excepcional para contener el avance del coronavirus.

Comenzará la semana con el PP muy cerca de decir "no", o al menos de abstenerse; con el PNV a punto de desmarcarse del apoyo que ha ido dando hasta la fecha; y con ERC al borde de transformar su abstención en un rotundo rechazo.

En un contexto así, un partido como Ciudadanos (Cs), diez escaños, adquiere una relevancia inusual, ya que por ahora no ha dejado entrever que se aleje del apoyo. Sus críticas, no obstante, no han cesado.

La suma de los respaldos y los rechazos, cuando mayo empieza, y con él la "desescalada", ha situado la vigencia del estado de alarma en una tesitura cada vez más angosta. Los "síes" de PSOE y de Unidas Podemos, añadidos a los probables de Cs, Más País, Compromís y otros partidos minoritarios, se quedan a un palmo de la mayoría absoluta.

Las abstenciones serán determinantes porque en un escenario en el que el PP, ERC y PNV votaran "no", la prórroga pendería de un hilo muy fino.

A esta situación angustiosa para el Gobierno del PSOE y de Unidas Podemos, ya que el estado de alarma, por la restricción y regulación de movimientos que conlleva, se ha erigido en instrumento esencial para combatir la pandemia, ha llegado el Congreso tras un mes y medio marcado por cuatro debates históricos en otros tantos plenos sin apenas diputados, debido a las medidas de seguridad sanitaria.

El primero, el 18 de marzo, se celebró para que el presidente, Pedro Sánchez, informara sobre las razones que le convencieron de que el estado de alarma era el mejor recurso del sistema constitucional para frenar la ola de contagios.

Lo que la oposición le transmitió entonces se ha quedado sólo en el diario de sesiones. El líder del PP, Pablo Casado, destacó entonces que "tiempo habrá de dirimir responsabilidades, negligencias o retrasos" y Vox hasta se decantó por dar su apoyo.

Las votaciones, en su mayoría telemáticas, se produjeron el 25 de marzo, cuando el Congreso debió debatir si autorizaba la primera prórroga.

El resultado fue contundente porque la ampliación del estado de alarma hasta el 11 de abril se saldó con 321 "síes", 28 abstenciones y cero "noes".

Pero el tono crítico comenzó a asomarse por el hemiciclo, y aunque emitieron votos a favor, el PP, Vox y Cs clamaron ya por la tardanza en las primeras actuaciones, posteriores al 8 de marzo.

Entretanto, el PNV, ERC o EH Bildu empezaron a poner el acento en sus desacuerdos competenciales.

El 9 de abril, víspera de las festividades de una Semana Santa que la ciudadanía pasó confinada, se resquebrajó levemente la base de apoyo del Gobierno, ya que los 52 diputados de Vox se apearon de ella, al igual que los dos de la CUP. Este más de medio centenar de "noes" apenas inquietó al Gobierno porque el PP se mantenía en el sector del "sí", de ahí esos holgados 270 votos a favor.

Ahora bien, por el talante de Casado aquel jueves, quizá debieron sonar en el Ejecutivo algunas alarmas. El presidente de los populares fue mucho más duro con Sánchez al acusarle de mentir y de dar un portazo a la oposición, y se lo dijo a pesar de que el jefe del Gobierno puso sobre la mesa la opción de firmar un sucedáneo de Pactos de la Moncloa.

La distancia entre Sánchez y Casado era tan grande que incluso les costó concertar una reunión por videoconferencia. Cuando por fin la hicieron, pactaron la creación en el Congreso de una comisión para la reconstrucción.

Por entonces, ya sumidos en la segunda prórroga hasta el 26 de abril, los ánimos políticos se habían enervado también en el sector independentista. EH Bildu y ERC prosiguieron con sus apuestas por un confinamiento más extremo, mientras que el PNV repetía la necesidad de diálogo bilateral.

El ambiente en el que se fijó el debate y la votación de la tercera prórroga hasta el 10 de mayo no parecía el más idóneo para que deslumbrara el consenso, y efectivamente la tormenta no se hizo esperar.

El 22 de abril, Casado insistió en que el Gobierno se dirigía a un precipicio como consecuencia de sus medidas económicas y sociales, y advirtió de que hasta ese precipicio no llegaría el PP.

Más allá de las invectivas del líder de Vox, Santiago Abascal, los portavoces parlamentarios transmitieron a Sánchez una incomodidad cada vez mayor para continuar en el grupo de los votos a favor.

Gabriel Rufián (ERC) lo dijo claramente ("estamos más cerca del 'no' que nunca", espetó) y Aitor Esteban, del PNV, no perdió la ocasión para airear el malestar de su partido con el mando único, la supuesta merma competencial en Euskadi y con decisiones unilaterales como la de la flexibilización de las salidas de los niños a la calle.

JxCat no aguardó más tiempo para recalar en el "no", que se elevó en la votación hasta los 62 votos. Los "síes" se mantuvieron en la órbita de los 270.

Desde entonces, más que conciliación, lo que los partidos han mostrado han sido reproches. Casado ha asegurado que el PP no acompañará a Sánchez en su "ridículo" y el lehendakari, Iñigo Urkullu, ha abogado por acabar con los estados de alarma.

Previsiblemente, el debate de la cuarta prórroga tenga lugar el 6 de mayo. Será el primer pleno con el plan de "desescalada" ya en marcha.

Dice el Gobierno que queda lo más duro. Quizá también en el Congreso.

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