El Senado excava en su propia historia para ser un recinto completamente accesible

El antiguo salón de plenos del Senado, donde estuvo la iglesia del Convento de doña María de Aragón, todavía esconde muchos tesoros sobre el pasado del inmueble
En la imagen el antiguo salón de plenos del Senado
photo_camera En la imagen el antiguo salón de plenos del Senado

Un equipo de arqueólogos especialistas en la "lectura" de restos de edificios históricos acaba de concluir unos trabajos de cata en el antiguo salón de plenos del Senado, donde estuvo la iglesia del Convento de doña María de Aragón y que todavía esconde muchos tesoros sobre el pasado del inmueble.

La exploración obedece a la necesidad de acometer unas obras para hacer completamente accesible el recinto, cuyo uso está reservado para actos de especial relevancia de la Cámara Alta, como la sesión constitutiva o las visitas de mandatarios, ya que sus plenos se celebran en el hemiciclo de la parte moderna de la institución.

Ya hay una rampa a lo largo del pasillo central que permite llegar en silla de ruedas hasta la parte inferior de la tribuna de oradores, pero el Senado quiere que la accesibilidad a la estancia sea completa, incluso hasta los puestos de la Mesa, situados en una plataforma de madera muy elevada.

También para la tribuna de público, cuya actual disposición impide por completo el acceso a cualquier persona con dificultades de movilidad.

La Mesa encomendó el proyecto al arquitecto conservador del Senado, Ignacio Moreno, quien entendió que antes de nada era preciso practicar unas calas para indagar en el subsuelo de la antigua iglesia del Convento de los Agustinos calzados fundado a finales del siglo XVI.

Y ello porque la futura obra de adaptación obligará a intervenir en la superficie para desplazar varios escaños de la zona sur y agrandar así un pasillo lateral hasta dejar un hueco de al menos 90 centímetros por el que pueda pasar una silla de ruedas.

También se han picado, con minuciosa precisión, algunas paredes y otros puntos "estratégicos" de un recinto que desde su construcción original como iglesia conventual ha sufrido numerosas transformaciones parejas a la evolución de la historia de España.

El convento de los frailes agustinos fue adaptado como Salón de Cortes en el Trienio Liberal (1820-1823) de Fernando VII, para después recuperar su función religiosa en la Década Ominosa (1823-1833) y volver a la vida parlamentaria a partir de 1835, ya como Cámara Alta en calidad de sede del Estamento de Próceres.

El arquitecto del Senado no oculta su entusiasmo ante la expectativa que han supuesto las catas para poder no ya reescribir, sino documentar lo más fielmente posible muchos aspectos desconocidos de la historia arquitectónica del monumento, muy incompleta en comparación con la de otros edificios institucionales.

La factura actual del salón, de gusto neoclásico, data de 1820 y se debe al arquitecto Isidro Velázquez, que no firmó los planos originales, si bien fue el ingeniero militar Antonio Prat quien en 1814 había acometido antes la primera adaptación de la iglesia para Salón de Cortes, dándole su característica forma ovalada.

Hay todavía muchas incógnitas sobre la ejecución de los proyectos de la decena de arquitectos que a lo largo de la historia han dejado su huella el edificio, y esta cirugía arqueológica a la que ha sido sometido puede dar pistas para recomponer el trazado a lo largo del tiempo, comenta Ignacio Moreno entre los escaños protegidos por plásticos mientras los arqueólogos culminan su intervención.

No se han encontrado con grandes sorpresas, pero sí han podido recabar una información que consideran extremadamente valiosa para recomponer la historia de este elegante espacio ovalado con asientos tapizados de rojo, que le dan cierto aire teatral, donde los senadores se sientan enfrentados, como en el Parlamento británico.

Un edificio por otra parte de gran relevancia arquitectónica. Su bóveda encamonada, esto es, cuyo armazón está sujeto con camones o listones curvos de madera, es única en Madrid, ya que solo tiene otra similar el Casón del Buen Retiro.

Sí se han hallado restos de las antiguas losetas de barro cocido que revestían la iglesia y sus capillas, detalla el arquitecto apuntando a uno de los boquetes abiertos en un rincón, así como las grandes lajas de sílex, el durísimo material que se utilizaba para conformar una base sólida sobre la que elevar la construcción.

Otro pequeño secreto desvelado gracias a las catas es el color que en otro tiempo tuvieron algunas paredes del salón.

Gracias a las calas se puede apreciar una antigua capa de revoco en tonos verdes que cubría los paramentos, si bien eso sería antes del inicio del siglo XX, época de la que datan los valiosos cuadros del pintor Asterior Mañanós que dejaron fiel testimonio del aspecto y colorido que tenía el salón de plenos, muy semejante al actual.

Incluso se han visto restos de tela de ese mismo color bajo el tapizado rojo de una zona del edificio donde hubo escaleras de madera y accesos hoy desaparecidos, en el ala oeste del edificio.

Esa zona estaba conectada con el contiguo Palacio del Almirantazgo o de Godoy, que ahora alberga el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y que ha recobrado actualidad porque los sótanos de la parte demolida en 1931 han aparecido magníficamente conservados en las excavaciones para prolongar del túnel de la calle Bailén.

Con los datos, el material y las imágenes obtenidas, los arqueólogos elaborarán ahora un informe a modo de "radiografía" temporal que servirá para preparar el futuro proyecto arquitectónico de adaptación del histórico salón de plenos y, también, para seguir desvelando los entresijos de su pasado.

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