Ciudadanos (Cs) cumple 15 años desfondado y con un negro futuro

Comenzó su carrera en Cataluña de la mano de Albert Rivera, que paso a paso llegó hasta la arena nacional con un empuje arrollador para luego caer estrepitosamente, romperse por dentro y acabar casi en la irrelevancia
La presidenta nacional de Ciudadanos, Inés Arrimadas (c), atiende a los medios de comunicación durante su visita este jueves a Toledo - EFE/Ismael Herrero
photo_camera La presidenta nacional de Ciudadanos, Inés Arrimadas (c), en una imagen de archivo en su última visita a Toledo - EFE/Ismael Herrero

Cs cumple 15 años con la espada de Damocles sobre su futuro. Comenzó su carrera en Cataluña de la mano de Albert Rivera, que paso a paso llegó hasta la arena nacional con un empuje arrollador para luego caer estrepitosamente, romperse por dentro y acabar casi en la irrelevancia.

Fue Rivera, que llegó al liderazgo de Cs por azar al ser elegido por orden alfabético, quien llevó al partido naranja a lo más alto al quedarse a menos de un punto del PP en las elecciones de abril de 2019 (57 escaños) y fue él también quien casi lo entierra en la repetición de noviembre, donde solo pudo sacar 10 escaños después de mantener hasta el final el "no" a Pedro Sánchez.

Entonces podrían haber formado un comodísimo gobierno con algunas de sus "líneas naranjas" y haberse evitado una derrota de la que el partido no solo no logra recuperarse sino que va haciéndose más grande en cada nueva cita electoral (Cataluña y Madrid), a lo que se suma decisiones estratégicas erradas, como la fallida moción en Murcia.

Ahora estas decisiones ya si que son atribuibles al liderazgo de Inés Arrimadas, que en este año largo que lleva al frente parece que no logra encontrar el camino para relanzar el partido y además tiene que lidiar con los ataques directos del PP para acabar de rematarles.

Fue el 9 de julio de 2006 cuando Ciutadans de Catalunya (C's) se convirtió en una fuerza política de origen socialdemócrata, redefinido después de centro, liberal, progresista y sin apóstrofe, que concurrió por primera vez a unas elecciones el 1 de noviembre de ese año, en las que obtuvo 89.840 votos y tres diputados en el Parlament, entre ellos Rivera.

Con esa puntuación de partida, Ciudadanos se fue consolidando y dio el salto nacional en las generales del 9 de marzo de 2008, pero solo logró el 0,18 por ciento de los sufragios (46.313 votos) y no se presentó a las de 2011 al decidir centrarse en ese momento en Cataluña.

Pero en los comicios de 2015 y tras intentar sin éxito un año antes un pacto electoral con UPyD, Rivera irrumpe en el Congreso con 40 escaños, que le dieron para acordar un gobierno con Pedro Sánchez, el llamado "pacto del abrazo", que no salió adelante por el rechazo de Podemos a respaldarlo.

Se tienen que repetir las elecciones en 2016 porque el PP aún siendo la lista más votada tampoco tenía mayoría suficiente, y Cs baja hasta los 33 diputados, pero los necesarios para suscribir un acuerdo de investidura con Mariano Rajoy.

Este acuerdo le da mucha mayor proyección política hasta el punto de que en los comicios de abril de 2019 se planta en el Congreso con 57 escaños, que no sumaban con el PP, pero sí de sobra con Sánchez, pero se enroca en vetarle hasta el final y en la repetición de noviembre, Cs se hunde en la insignificancia (10 diputados).

Rivera, después de 13 años abandona la política y cede el testigo a Arrimadas, que en su mochila tenía haber hecho de Cs el partido más votado en Cataluña en 2017, y que ha intentado buscar la remontada resituando el partido en el centro, con acercamientos puntuales a Sánchez y al PSOE, después de que su predecesor apostará al final por escorarlo a la derecha.

Pero por ahora no hay señales de que haya encontrado la fórmula para que Ciudadanos pueda sobrevivir y además la nueva dirección ha cometido errores garrafales, como la moción fallida en Murcia que intentó con el PSOE, rompiendo una coalición estable que tenía con el PP.

Este paso incomprensible, incluso a nivel interno, desencadenó un terremoto que llevó a Ciudadanos a perder de una atacada las comunidades de Murcia, al perder la moción de censura, y Madrid, porque en el adelanto electoral convocado por Isabel Díaz Ayuso perdieron todo.

La fuga de cargos y militantes, entre ellos Toni Cantó, espoleados en gran medida por el PP, empezó a ser constante en esta nueva crisis que afronta el partido y cuyo penúltimo capítulo se vivió antes de ayer en el Ayuntamiento de Granada al pasar a manos del PSOE.

Un cambio que se produjo tras la ruptura del acuerdo que los populares tenían con Ciudadanos, con la traición primero de dos concejales naranjas que se alinearon con el PP y luego la de los otros dos que quedaban votando junto a los socialistas.

Esta puede ser la crisis que dé la puntilla a la formación liberal, después de superar otras dos anteriores, la primera, muy al principio, cuando concurrió a las europeas de 2009 junto a la plataforma Libertas, integrada por algunas fuerzas ultraderechistas, y la que se desencadenó por la negativa de Rivera a facilitar una investidura de Sánchez y la aproximación a la derecha y a Vox.

De aquella, el partido salió bastante tocado y se marcharon varios dirigentes, entre ellos Toni Roldán, que formaba parte del máximo núcleo de confianza de Rivera, y Paco de la Torre, otro de los referentes.

Y la que puede ser la crisis definitiva arranca precisamente del desastre del 10N al que les llevó Rivera, más las torpezas propias de la dirección actual que no sabe cómo acertar y que espera que la convención del 17 y 18 de julio sea un revulsivo ilusionante, y cruza los dedos para que Andalucía no convoque elecciones antes de tiempo. "Resistir es vencer", dicen algunos dirigentes.

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