Page descarta una gran coalición PP-PSOE pero defiende grandes pactos de Estado

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, participa, en el Ateneo de Madrid, en la cuarta edición del foro ´Metafuturo´
El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, reivindica la necesidad de recuperar una etapa de grandes acuerdos de país y alerta de que una coalición formal entre PP y PSOE sería “un flaco favor” para la democracia. El dirigente socialista analiza en el foro ‘Metafuturo’ el clima político, el populismo y el desgaste institucional en España.

En un contexto de elevada polarización política y ante el cansancio ciudadano que, asegura, atraviesa la sociedad española, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha defendido la necesidad de “volver a un camino de grandes pactos de Estado” y abrir una agenda de acuerdos globales que devuelva “un paréntesis de razonable normalidad” al país. Lo hizo este jueves en Madrid, durante su participación en el foro ‘Metafuturo’, organizado por Atresmedia en el Ateneo de Madrid, donde protagonizó un diálogo con el periodista Vicente Vallés, acompañado por la consejera Portavoz del Gobierno regional, Esther Padilla.

A lo largo de su intervención, García-Page profundizó en el clima político nacional y en el deterioro de los espacios de entendimiento en España, que, según él, son consecuencia directa del “frentismo fabricado” y de la creciente incapacidad para construir consensos básicos, incluso en ámbitos que tradicionalmente habían estado alejados del debate partidista. “La sociedad española está harta y pide un paréntesis de normalidad”, insistió, subrayando que el país “necesita acuerdos que no estén pensados para aplastar al de enfrente”.

Descarta una gran coalición, pero ve posible que un partido facilite gobernabilidad al otro

En su intervención, García-Page reflexionó sobre el escenario que podría abrirse tras las próximas elecciones. Considera que España podría verse abocada a situaciones en las que uno de los dos partidos mayoritarios permita gobernar al otro para garantizar la estabilidad institucional, aunque insistió en que ello no supondría necesariamente un gobierno de coalición. “No sería descartable que, tras las próximas elecciones, uno de los dos grandes partidos consienta gobernar al otro para que no dependa de partidos extremistas”, comentó.

Pese a admitir esa posibilidad, Page fue contundente al marcar una línea roja que no está dispuesto a mover: “una gran coalición no se puede ni se debe dar en España”. Subrayó que la democracia española necesita preservar “una dialéctica izquierda-derecha moderada y con voluntad de entendimiento”, ya que una unión formal entre PSOE y PP dejaría sin canalizar a una parte significativa del electorado. “Le estaríamos haciendo un flaco favor al país si una parte importante de la sociedad volviera a sentirse fuera del PSOE y del PP, y menos aún si estos se juntan”, advirtió, alertando del riesgo de reactivar los espacios de protesta.

El dirigente socialista recordó que el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llegó a defender en su momento la abstención para facilitar un Gobierno del PP. “Todo el mensaje del presidente Sánchez antes de serlo era ‘no es no, nunca con el PP’, pero al principio sí planteó la abstención”, señaló, ilustrando que los contextos cambian y que no existen posiciones inamovibles. Con todo, Page remarcó que él se mantiene firme en su convicción: una gran coalición haría “crecer el desencanto” y no resolvería las tensiones subyacentes.

Defensa de los pactos de Estado y del diálogo institucional

Como alternativa a ese escenario, García-Page reivindicó una “normalidad institucional basada en grandes pactos”, recordando que los avances más profundos en España se han producido muchas veces sin necesidad de acuerdos formales entre partidos. Mencionó como ejemplos la reconversión industrial aprobada por el PSOE o la eliminación del servicio militar y de los gobiernos civiles durante gobiernos del PP. Medidas que, según él, fueron asumidas como necesarias por ambas formaciones y que crearon un “trenzado político muy eficaz”.

En este punto, insistió en que el problema no reside en la historia de los partidos, sino en el estilo de liderazgo. “No es lo mismo Feijóo que Rajoy, ni Rajoy que Aznar, ni Pedro que Zapatero”, afirmó, defendiendo que la política española tiene margen para el acuerdo siempre que exista un talante que lo haga posible. “Los acuerdos no siempre requieren una gran escenificación; a veces lo más útil es lo que no se publicita”, añadió.

Elecciones generales en 2026: “Veo a bastante gente de mi partido calentando por la banda”

En otro tramo de la conversación, García-Page se refirió al clima electoral. Aseguró que ve probable un adelanto de las elecciones generales a 2026, un escenario para el que dijo observar a “bastante gente” de su partido “calentando por la banda”. Con esa expresión, Page aludía a la actividad interna que detecta en el PSOE y al ambiente preelectoral que, según él, se empieza a percibir.

Explicó que España encara ahora “metas volantes”, en referencia a las elecciones previstas en comunidades como Extremadura o Andalucía. “Los Gobiernos se guían por la legitimidad de oficio, y esta situación no ayuda ni a la economía ni al clima social. No veo un futuro inmediato muy claro”, reconoció.

También ironizó sobre el peso que el Ejecutivo pueda otorgar a las encuestas del CIS: “No se las van a creer hasta que el CIS no les dé un 36 % de diferencia”. Y añadió que, a su juicio, Sánchez, a quien dice conocer “desde el principio” de su carrera política, “ha renunciado a lo que diga una parte de la historia”, fiándolo todo a que en el futuro existan distintos relatos.

Una ciudadanía harta y la necesidad de certidumbre

García-Page insistió en que España vive un momento de fractura política, alimentada tanto por el ruido institucional como por la escalada de confrontación en redes sociales. “Puede ser entretenido Twitter y el seguimiento de las prisiones del país, pero a España le vendría bien un punto de certidumbre”, reclamó.

A su juicio, se ha erosionado el espacio del acuerdo. “Se han roto el 90 % de las pautas de comportamiento normal que eran lógicas en la política”, lamentó, señalando que hoy cualquier acercamiento entre partidos se vive como una amenaza. También criticó la “estrategia bunkerizada” del Gobierno y el uso partidista de los instrumentos del Estado, aunque dejó claro que “la responsabilidad es de todos”.

La Transición, las celebraciones y el frentismo “fabricado”

Coincidiendo con el 50.º aniversario de la muerte de Francisco Franco, el presidente castellano-manchego reiteró su intención de promover en la región una celebración amplia y rigurosa de la Transición. “Para mí, tiene valor todo lo que vino después”, afirmó, rechazando “celebraciones que no sean omnicomprensivas”.

Aprovechó para alertar sobre la distorsión del debate público: “El frentismo que vivimos en España es en un 95 % fabricado”, afirmó, asegurando que la convivencia real entre los ciudadanos dista mucho del clima que se proyecta en la política nacional. Añadió que “el 90 % de los problemas que tenemos derivan de nuestros propios éxitos”, citando como ejemplo la presión sobre infraestructuras o servicios fruto del desarrollo económico.

Tres populismos “en retroceso”

García-Page dedicó parte de su intervención a analizar el papel del populismo en España. Explicó que en las últimas dos décadas han surgido tres grandes modalidades: el populismo político-social, el populismo orgánico dentro de partidos e instituciones y el populismo independentista. Aseguró que los tres se encuentran ahora “en retroceso”, aunque han dejado un impacto profundo en la forma actual de hacer política.

Crítica a las primarias y dudas sobre su futuro político

En otro momento, García-Page cuestionó el modelo actual de primarias en los partidos. “A la postre se ha quedado limitado a la elección del secretario general”, dijo, subrayando que se ha perdido la función de rendición de cuentas y participación continua. “Cualquier político aspira a la unanimidad de muchos; el problema es la unanimidad de uno solo”.

Al hablar de su futuro político, reconoció que aún no ha tomado una decisión. Aunque se declaró “contento” con su labor como presidente regional, admitió que esa decisión exige “meditar” y sopesar incluso cuestiones personales: “Es un problema de conciliar familias con el ritmo biológico de cada uno”.