17-A: La masacre que unió a los políticos unos días y llevó al Rey Felipe VI a manifestarse

El dolor por las 16 personas fallecidas y el centenar de heridos que dejaron los ataques en Barcelona y Cambrils (Tarragona) llevaron a los Gobiernos español y catalán y a los dirigentes de otros partidos a cerrar filas para expresar su repulsa por el golpe provocado

17-A: La masacre que unió a los políticos unos días y llevó al Rey a manifestarse
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Los atentados yihadistas de Cataluña llevaron a la clase política a dejar a un lado por unos días sus discrepancias, acentuadas por el plan de la Generalitat de celebrar un referéndum el 1 de octubre, y al Rey a participar, por primera vez en democracia, en la manifestación de condena de la masacre.

El dolor por las 16 personas fallecidas y el centenar de heridos que dejaron los ataques en Barcelona y Cambrils (Tarragona) llevaron a los Gobiernos español y catalán y a los dirigentes de otros partidos a cerrar filas para expresar su repulsa por el golpe provocado.

Desde semanas antes, el debate se había enconado por el empeño del entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, de convocar una consulta para que los catalanes se pronunciaran sobre la independencia.

En la víspera de los atentados, la Mesa del Parlament, con Carme Forcadell a la cabeza, acordaba posponer a septiembre la tramitación de la proposición de ley del referéndum registrada por Junts pel Sí y la CUP.

El malestar de los secesionistas por la situación de querellados de cinco de los miembros de la Mesa aplazaba una medida de la que el exjefe del Gobierno Mariano Rajoy había advertido que sería recurrida ante el Tribunal Constitucional por representar "una nueva patada al sistema democrático".

La escalada de tensión en la relación entre Moncloa y la Generalitat se interrumpió en seco con la noticia de los atentados en Las Ramblas.

Rajoy se desplazó de inmediato a Barcelona con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, e hizo un llamamiento a la unidad institucional para "trabajar juntos" y "como un equipo" con la Generalitat con el fin de detener a los autores de la tragedia y generar confianza.

Un mensaje respaldado por el líder del PSOE, Pedro Sánchez, para quien la unión de todos los partidos debía estar "por encima de ideologías y creencias".

"Entre todas las instituciones y ciudadanía doblegaremos a los que intentan confrontar civilizaciones con el uso de la violencia", dijo en la misma línea Puigdemont.

Dos días después de los atentados, esa unidad se reflejó en el minuto de silencio que se guardó en la Plaza de Cataluya de Barcelona, en una concentración que encabezó Felipe VI con Rajoy y Puigdemont.

A ellos se sumaron Sánchez, los líderes de Podemos, Pablo Iglesias, y de Ciudadanos, Albert Rivera y Forcadell, en una plaza abarrotada por miles de ciudadanos bajo el grito unánime "No tenemos miedo".

Don Felipe, junto a la Reina Letizia, prolongó su estancia en Cataluña al día siguiente para visitar en dos hospitales a varios de los heridos, participar en una ofrenda floral y firmar el libro de condolencias en el Ayuntamiento de Barcelona.

La unidad política también tuvo su reflejo en la reunión de la comisión de seguimiento del pacto antiyihadista convocada por el Gobierno a la que asistieron todos los partidos -Podemos, PNV, ERC y PDeCAT como observadores-, salvo EH Bildu.

Con el esclarecimiento de la autoría de los atentados como prioridad, la clase política se situó en un segundo plano y se citó el día 26 para promover una gran marcha en la capital catalana en solidaridad con las víctimas.

Por primera vez en democracia, el Rey participaba en una manifestación -Felipe de Borbón lo hizo como príncipe en 2004 tras los atentados del 11M- de la mano de Rajoy, Puigdemont, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y diversos altos cargos y líderes políticos, todos ellos en segunda fila para ceder el protagonismo a las fuerzas de seguridad, los servicios de emergencias y los colectivos sociales.

La CUP amagó con romper el consenso y no sumarse a la marcha en protesta por la presencia del jefe del Estado, pero finalmente rectificó después de que Puigdemont considerara "lamentable" la negativa inicial.

La marcha congregó a medio millón de personas con el lema "No tinc por" ("No tengo miedo") y solo se vio alterada por los abucheos dirigidos al Rey y a Rajoy por un grupo independentista.

Al día siguiente, Puigdemont rescató su discurso a favor de convocar la consulta el 1 de octubre.

"Nuestro compromiso con celebrar el referéndum de autodeterminación es absoluto", aseguró el expresident ante la exigencia de Rajoy a renunciar a "polémicas rancias que nada aportan a la convivencia".

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