La influencia política que supone tener la mayoría de la Mesa del Congreso de los Diputados

En la Mesa se regula qué se debate y, sobre todo, qué no se debate, y se toman decisiones que permiten el funcionamiento interno de una institución con un presupuesto de más de 50 millones de euros

La influencia política que supone tener la mayoría de la Mesa del Congreso de los Diputados
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Que el PSOE y Unidas Podemos hayan iniciado con gran discreción las negociaciones para el reparto de los puestos de la Mesa del Congreso y asegurarse la mayoría no es baladí. Tener el control de este órgano es un factor esencial para marcar la agenda parlamentaria y, por tanto, política.

En la Mesa se regula qué se debate y, sobre todo, qué no se debate, y se toman decisiones que permiten el funcionamiento interno de una institución con un presupuesto de más de 50 millones de euros.

Un ejemplo que retrata bien la importancia de controlar la Mesa se produjo la legislatura pasada, en la que por primera vez la mayoría de este órgano se escapó de la órbita del grupo que alcanzó el Gobierno.

La pinza PP-Cs, mayoritaria, provocó que muchas propuestas socialistas, ya con Pedro Sánchez en La Moncloa, se quedaran en el cajón. El Ejecutivo padeció la rémora que suponía no tener al alcance de la mano la gestión de la Mesa y recurrió entonces al decreto-ley para impulsar su agenda.

La Mesa se compone de nueve puestos: Presidencia, cuatro vicepresidencias y cuatro secretarías. Obviamente, el primero de ellos es el más relevante por varias razones, pero una clave: es la tercera autoridad del Estado.

La primera actuación que debe acometer quien sea presidente del Congreso es leer los nombres de los nuevos diputados para que tomen posesión del cargo; la segunda es ir a ver al Rey para comunicarle que la Cámara está constituida. Es el comienzo de la legislatura.

Todo ello ocurrirá el 21 de mayo a partir de las 10.00 horas. Antes se sabrá quién ejercerá la Presidencia, sobre lo que han comenzado las especulaciones.

Lo único sabido hasta la fecha es que Adriana Lastra, en representación del PSOE, e Irene Montero, de Unidas Podemos, serán las interlocutoras de ambas formaciones para negociar la distribución de cargos de la Mesa. Son dos dirigentes de la máxima confianza de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias, y eso ya ilustra la importancia de lo que está en juego.

La negociación, en principio, se guiará por una premisa, asegurarse la mayoría, y ello significa que la base numérica sobre la que harán cuentas Lastra y Montero es de cinco puestos de la Mesa. Posteriormente tocará dilucidar qué puestos.

Una de las suposiciones que han circulado durante los últimos días es que Unidas Podemos podría haber pedido la Presidencia, si bien fuentes parlamentarias de ambos partidos descartan que se haya planteado semejante extremo tan pronto.

Tres puestos de la Mesa para el PSOE y dos para Unidas Podemos, o bien cuatro para los socialistas y uno de envergadura para Unidas Podemos son las hipótesis principales, sin descartar la entrada de un representante de formaciones nacionalistas. No hay nada seguro todavía, recalcan las fuentes consultadas por Efe, conocedoras de los primeros compases del diálogo.

Los cargos restantes de la Mesa, cuyo número está supeditado a la horquilla que negocien los partidos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, quedarían para PP y Ciudadanos. Vox, quinta fuerza política, parece descartada.

Regreso al 21 de mayo. Desde ese día, su presidente/a, más los ochos integrantes de la Mesa, tendrán que afrontar cuestiones de rutina y otras excepcionales, como la situación de los electos que están en prisión preventiva: Oriol Junqueras (ERC) y Jordi Sánchez, Josep Rull y Jordi Turull (JxCat).

A la espera de las decisiones que adopte el Tribunal Supremo (la primera, que deje ir el 21 a los cuatro presos), la próxima Mesa del Congreso tendrá que aclarar el futuro de estos diputados. Los letrados del Congreso estudian ya los escenarios y es probable que reporten un informe a la nueva Mesa si lo pide.

Decidirá también sobre asuntos de rutina. Primero, tendrá que ratificar qué grupos parlamentarios habrá durante la legislatura, lo que atenderá cinco días después de constituirse la Cámara (es el plazo que tienen los partidos).

Seguidamente, deberá repartir los escaños de cada grupo en el hemiciclo, lo que se antoja una ardua tarea porque hay cinco con más de 20 diputados y uno que se le puede acercar si finalmente se permite que ERC (15) y EH Bildu (4) se fusionen. También será interesante ver dónde se ubicará Pablo Echenique debido a su discapacidad.

Otra misión de la Mesa consistirá en repartir las dependencias y atribuírselas a cada grupo, es decir, qué despachos y qué salas, y en qué plantas de qué edificios, estarán los diputados de los grupos y todo el personal del que dispongan (asistentes del Congreso y asistentes que contraten).

Asimismo, los integrantes de la Mesa tendrán que gestionar el presupuesto, de más de 50 millones de euros y, en general, atender la gerencia interna, desde el contrato del servicio de cafetería a la reanudación de las obras del sótano (paralizadas actualmente por cambios en el proyectos aprobado).

Cuánto cobrarán los diputados, lo que recibirán los grupos en subvenciones... Todo ello son también ámbitos de decisión de la Mesa.

Así que estar en dicho órgano, además de gestión, permite conocer al dedillo lo que se cocina en el Congreso. Permite también ejercer una notable influencia política.

Y eso es algo que ni Sánchez ni Iglesias quieren desaprovechar.

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