Felipe VI pide ejemplaridad y diálogo y alerta del hastío ciudadano por la tensión política

El rey Felipe VI durante su Mensaje de Navidad de este año 2025 ofrecido desde el Palacio Real
El Rey reclama convivencia democrática, respeto institucional y acuerdos frente a los desafíos sociales, económicos y políticos, y advierte del desgaste ciudadano provocado por el clima de confrontación y la pérdida de confianza en las instituciones.

Felipe VI ha aprovechado su Mensaje de Navidad para realizar un llamamiento directo a la ejemplaridad de los poderes públicos, al diálogo y al respeto democrático, al tiempo que ha advertido del “hastío, desencanto y desafección” que perciben muchos ciudadanos ante la tensión permanente del debate político y las dificultades para afrontar los grandes desafíos del presente.

El monarca pronunció este martes, 24 de diciembre, su duodécimo discurso de Nochebuena desde su proclamación, en un mensaje más breve que en años anteriores pero cargado de contenido político e institucional. Por primera vez, además, lo hizo de pie, un gesto inédito hasta ahora en su reinado, desde el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid, escenario elegido por tercera vez en estos años y con un alto valor simbólico.

Un escenario cargado de simbolismo histórico y europeo

El Rey volvió a optar por el Palacio Real, y no por el de la Zarzuela, como ya hiciera el pasado año y en 2015. La elección del Salón de Columnas no fue casual: en ese mismo espacio se firmó el Tratado de Adhesión de España a las Comunidades Europeas el 12 de junio de 1985, un hito del que el próximo 1 de enero se cumplirán 40 años y que Felipe VI quiso vincular con su mensaje de confianza en el proyecto común y en la capacidad de los españoles para superar desafíos colectivos.

El discurso comenzó con el himno nacional, acompañado de imágenes nocturnas del Palacio Real, y concluyó de la misma forma, con la tradicional felicitación navideña en las lenguas cooficiales y el lema del monarca, “Servicio, compromiso y deber”. En total, el texto constó de 1.126 palabras y tuvo una duración aproximada de diez minutos.

Crisis de confianza y mundo convulso

En el arranque del mensaje, Felipe VI se refirió al contexto internacional, marcado por lo que definió como un mundo convulso, en el que el multilateralismo y el orden mundial atraviesan una profunda crisis. Una situación que, según subrayó, afecta directamente al ánimo de los ciudadanos y a la credibilidad de las instituciones democráticas.

El Rey alertó de que las sociedades democráticas viven una “inquietante crisis de confianza”, un fenómeno que no se limita al ámbito internacional, sino que se percibe también en el plano interno y que tiene consecuencias políticas y sociales de gran calado. En este sentido, advirtió de que los extremismos, los radicalismos y los populismos se alimentan precisamente de esa falta de confianza, de la desinformación, de las desigualdades y del desencanto con el presente.

Ejemplaridad de los poderes públicos y respeto en el debate

Uno de los ejes centrales del discurso fue la reivindicación de la ejemplaridad en el desempeño del conjunto de los poderes públicos. Felipe VI habló de líneas rojas que no deben cruzarse, entre ellas el respeto en el lenguaje, la escucha activa de las opiniones ajenas y la necesidad de rebajar la tensión del debate político.

Estoy hablando de especial ejemplaridad en el desempeño del conjunto de los poderes públicos”, afirmó el monarca, que también apeló a la empatía y a la obligación de situar la dignidad del ser humano, especialmente de los más vulnerables, en el centro de toda política y de todo discurso público.

Sin citar situaciones concretas, el Rey dejó claro que la responsabilidad institucional es clave para restaurar la confianza ciudadana y para evitar que el desgaste democrático siga avanzando.

La Transición como referencia moral y política

Felipe VI dedicó una parte destacada de su mensaje a la Transición española, coincidiendo con el 50 aniversario de su inicio. El Rey la reivindicó como un ejercicio colectivo de responsabilidad, fruto de una voluntad compartida de construir un futuro de libertades basado en el diálogo y en la capacidad de acuerdo, pese a profundas diferencias políticas e ideológicas.

Recordó que quienes protagonizaron aquel proceso supieron salvar sus desacuerdos y transformar la incertidumbre en un proyecto común, con un coraje que definió como una de las lecciones más valiosas que dejó aquella etapa histórica. El resultado de ese impulso fue la Constitución, presentada como el marco amplio que permitió integrar la diversidad de la sociedad española y sentar las bases de la convivencia democrática.

Europa como anclaje de libertades y progreso

Junto a la Transición, el Rey puso en valor la entrada de España en la Unión Europea, que calificó como el final de una etapa de distanciamiento respecto a una Europa con la que el país comparte principios, valores y un proyecto común de futuro. Felipe VI subrayó que Europa no solo trajo modernización y progreso económico y social, sino que también afianzó las libertades democráticas.

En estas décadas, señaló, España ha vivido una transformación sin precedentes, consolidando el pluralismo político, la descentralización, la apertura al exterior y la prosperidad. Una evolución protagonizada por generaciones que vivieron la Transición y por otras que han nacido y crecido ya en democracia y libertad.

Preocupaciones sociales y malestar ciudadano

El Rey reconoció que España atraviesa “tiempos ciertamente exigentes” y enumeró algunas de las principales preocupaciones que afectan a los ciudadanos. Entre ellas, citó el aumento del coste de la vida, las dificultades de acceso a la vivienda, especialmente para los jóvenes, la incertidumbre laboral derivada de la rápida transformación tecnológica y el impacto creciente de los fenómenos climáticos, a veces con consecuencias trágicas.

Ante este panorama, Felipe VI advirtió de que los ciudadanos perciben que la tensión permanente en el debate público provoca hastío, desencanto y desafección, realidades que, subrayó, no se resuelven ni con retórica ni con voluntarismo.

Voluntad, perseverancia y visión de país

Frente a ese diagnóstico, el monarca recordó que a lo largo de los últimos 50 años España ha demostrado reiteradamente su capacidad para responder a desafíos internos y externos cuando ha existido voluntad, perseverancia y visión de país. Así ocurrió, dijo, en crisis económicas, emergencias sanitarias o catástrofes naturales, y sigue ocurriendo cada día gracias al trabajo responsable de millones de ciudadanos.

España ha progresado cuando hemos sabido encontrar objetivos que compartir”, afirmó, subrayando que la raíz de todo proyecto común es necesariamente la convivencia, base de la vida democrática y una construcción frágil que debe cuidarse a diario.

Llamamiento final a la convivencia democrática

En la parte final del discurso, Felipe VI apeló directamente a los ciudadanos a preservar la confianza en la convivencia democrática y a preguntarse, sin buscar culpables externos, qué puede hacer cada uno para fortalecerla. En democracia, recordó, las ideas propias no pueden ser dogmas ni las ajenas amenazas, y avanzar exige acuerdos y renuncias en una misma dirección.

El mensaje concluyó con una llamada al optimismo responsable y a la confianza en la capacidad colectiva del país. “Somos un gran país”, afirmó el Rey, destacando la iniciativa y el talento de la sociedad española y mostrando su convicción de que los objetivos comunes pueden alcanzarse si se afrontan juntos, con memoria, responsabilidad y compromiso democrático.